sábado, 31 de mayo de 2008

Homilía del IX Domingo del tiempo ordinario


I.- Me he fijado, me imagino como vosotros, en cómo se comienza a edificar una casa. Quizá se tarda más en hacer los planos, en allanar el terreno, en poner los cimientos, que después en lo que es la obra en sí. Y es que se tiene la experiencia, que para que un edificio tenga presente y futuro es necesario poner unos cimientos hondos, profundos. La belleza del edificio será mera apariencia si no están los cimientos bien puestos, pues en ellos reside el futuro.
II.- En este domingo, pues, después de la Pascua, después de la Fiesta de nuestro Corpus es necesario que hagamos una parada en nuestra vida cristiana y la revisemos no sea que la estemos edificando en tierra en vez de en roca (cfr. Evangelio de este domingo) y entonces un buen día todo se venga abajo.
III.- ¿Cómo lo sabremos?. ¿Cómo puedo saber si tengo buenos cimientos?. La Palabra que Dios nos ha regalado este domingo nos da unas pistas para poderlo descubrir:
· “Meteos mis palabras en el corazón y en el alma”. La enseñanzas de Jesucristo no es sólo un compendio de conocimientos que han de ser retenido en la inteligencia, sino en el corazón y en el alma, esto es, en lo más profundo de nuestro ser. Si aún las tenemos muy a la superficie de nuestra vida, si aún esta Palabra de vida no ha anidado de verdad en ella, si todavía no se han hecho propias, si aún no me ha cambiado la vida, es que entonces los cimientos no están muy hondos.
· “No os vayáis detrás de dioses extranjeros que no habéis conocido”. Solo Jesucristo ha de ser nuestro fundamento real. No se ha dado otro nombre en el cielo ni en la tierra que nos pueda salvar. Ha sido exaltado a la derecha del padre como Mediador de la nueva alianza; Él es el rostro visible de Dios invisible, primogénito de todas las criaturas. Hemos de ver realmente si Él realmente es el cimiento de nuestra vida, si Jesucristo es el que nos mueve, si gracias a Él descubrimos realmente el rostro del Dios invisible, o bien seguimos siguiendo a dioses extranjeros, esto es, a sucedáneos de dios que nos vamos fabricando para nuestra comodidad. Por Jesucristo sí hemos conocido al Dios verdadero, y por Él y en Él hemos de vivir y existir.
· Por la fe en Jesucristo viene la justificación. Los judíos se quedamos encerrados en un sinfín de normas y cláusulas que les hacía la vida irrespirable, haciéndoles pensar incluso que cumpliéndolas a rajatabla eran justos, aunque su corazón estuviese agrio. La salvación viene por la fe en Jesucristo y por Él hemos de obrar, movidos desde el interior, fruto de la conversión verdadera del alma. No podemos fundamentar nuestra fe al testimonio de uno o de otro, aunque éstos nos puedan ayudar. Si la tenemos fundamentada en cosas accidentales es que aún no tenemos casa edificada sobre arena.
· No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad del Padre que está en el cielo. Descubrir la voluntad de Dios en nuestra vida, desear vivirla sabiendo que de esta manera seremos más felices, pedir la gracia para cumplirla.
III.- No sabe la menor duda, que si ponemos bien estos cimientos, entonces, nuestra vida espiritual tiene futuro, no habrá nada ni nadie que nos podrá apartar de Dios manifestado en Cristo Jesús, señor nuestro.
IV.- Feliz tu que has creído. Dichoso quien escucha la Palabra de Dios y la cumple….piropos que dirigió Jesús a su Madre Santísima. En Ella vemos encarnados todos estos puntos de los que hemos hablado. Por eso mismo su edificio espiritual fue hermosísimo y lleno de hermosura. Sabe de la voluntad de Dios y la cumple en su vida; fui en siempre “si”; sabe que Jesucristo es el cimiento de su vida, sobre el cual descansa su vida y en el que ha descubierto el sentido de su vida; la que tiene en su Inmaculado corazón grabadas las Palabra de su Hijo y donde hacen eco una y otra vez. A Ella pues, la pedimos que interceda por nosotros para que sigamos sus huellas, para que edifiquemos nuestra vida sobre roca viva: Jesucristo.

LA SOMBRA DEL VIENTO



Acabo de terminar de leer el libro de Carlos Ruiz Zafón titulado "La sombra del viento" publicado en la editorial Planeta. No me pude resistir. Vi unos anaqueles tan bonitos con su nueva obra "El juego del ángel" que quise leer su opera prima para ver si merecía la pena adquirir su segunda obra para el público adulto. ¡Diez millones de ejemplares vendidos en todo el mundo!. Tengo siempre presente al Siervo de Dios Albino Luciani que era un ávido lector no solo de libros de Teología sino también de literatura de su tiempo para saber de primera mano la sensibilidad de su época y poder hacer mejor su pastoral.(v.gr. Ilustrísimos Señores).

He de decir que conforme iba adentrándome en la novela me fui paulatinamente sorprediendo por su estructura robusta, su argumentación atrayente y, sobre todo, por su saber escribir bien. No se si se podría usar el término neobarroco a su forma de escribir viendo su utilización de metáforas hermosas : Había empezado a nevar cuando salí del portal y el cielo se deshacía en lágrimas perezosas de luz que se posaban en el aliento y desaparecían....

Solo sobran algunas indirectas anticlericales y algunas líneas que, seguramente, son utilizadas por la editorial para venderla como una obra dirigida ya para adultos.

Para los que escarban en el pasado, para manipularle a su antojo valgan estas líneas del autor:

Las guerras no tienen memoria y nadie se atreve a comprenderlas hasta que ya no quedan voces para contar lo que pasó, hasta que llega el momento en que no se las reconoce y regresan, con otra cara y otro nombre, a devorar lo que dejaron atrás.

viernes, 30 de mayo de 2008

El verdadero Corpus de Toledo


Por eso se adornan y se embellecen nuestras calles, con esa galanura incomparable que recrea y enamora, estos días tan únicos y singulares; por eso los caballeros de los distintos capítulos y hermandades se visten con esos trajes tan admirables; por eso fueron hechos y por eso se sacan una vez al año, estos días, esos tapices admirables de la catedral primada; por eso el entoldado del recorrido procesional como un ininterrumpido palio de honor al Señor; por eso nuestros queridos militares le rinden armas y custodian; por eso mismo esa custodia de Arfe, inigualable: porque pasa el Señor, porque se muestra al Señor, Dios mismo entre nosotros. La fiesta de Corpus es el Señor, es el "día del Señor", es la fe en Jesucristo. Todo carecería de sentido, todo sería espectáculo que acaba en el vacío, sin Jesucristo sacramentado, sin su presencia real y verdadera. Esta es la verdad del Corpus. Subrayo, es fiesta de fe, fiesta del Misterio de nuestra fe, que reclama el vivirla con fe e invita a reavivar y fortalecer gozosamente la alegría de la fe. La solemnidad de Corpus, los signos externos estéticos, la convocatoria de tantas gentes que se agolpan en nuestras calles, la maravillosa liturgia de la Catedral, la intensidad de los sentimientos, todo, invita a que los creyentes reflexionemos sobre la divina presencia en la Eucaristía, celebrada y custodiada, y exhorta a dejarnos envolver y asombrar por esta realidad. (Cardenal Primado de España)

Homilía en la Jornada Eucarística del Jueves, 22 de junio
S. I. Catedral Primada

Juan Pablo I



Acabo de recibir del Centro de Espitualidad Albino Luciani unas estampas que les encargué con la oración para pedir la pronta beatificación del Siervo de Dios Juan Pablo I.

Os animo mucho a que conozcáis a este gran Papa a pesar de los 33 días que estuvo en la sede de Pedro. En español tenéis el delicioso libro "Ilustrísimos señores" editada en la BAC, y editadas las homilías y discursos en varias editoriales. Una biografía sencilla la encontráis en la editorial Palabra, colección testimonio MC llamada "Juan Pablo I, el párroco del mundo".

En la página web del Vaticano (http://www.vatican.va/) podéis leer y meditar sus homilías y catequesis.

También le podéis conocer más si entráis en www.papaluciani.com/esp .Leed sus anécdotas. En ellas se trasluce su humildad y alegría frutos del Espíritu Santo en el alma fiel.

Cuánto tengo que agradecer a este Papa. Siempre he sabido que fue él quien me despertó la vocación sacerdotal y siempre he querido seguir sus huellas de sencillez y alegría.

SENSACIONES DEL CORPUS 2.008 en TOLEDO (II)


El viernes 23 de mayo en la Catedral de Toledo tuvo lugar una hermoso y delicado acto eucarístico orientado especialmente a los jóvenes pero sin exclusiones. Una Solemna Misa presidida por el Obispo Auxiliar, con la presencia de el Sr.Cardenal, con hermosos cantos interpretados por el coro juvenil del Arciprestazgo de Toledo, una procesión con el Santísimo por las naves catedralicias porque el tiempo no nos acompañó para salir del Templo Primado. Todo hermoso y piadoso. Ningún capítulo de la procesión mayor.

El sábado, organizado por el ayuntamiento por el recorrido de la procesión del Corpus una cabalgata medieval realizó unas burlas blasfemas contra la Sagrada Eucaristía, contra la Santísima Virgen María(http://www.hazteoir.org/). El domingo propiamente del Corpus las autoridades municipales vuelven a procesionar. No comprendo nada.

Hay libertad de expresión, dicen algunos, cada uno puede decir lo que quiera sobre lo que quiera.

A los que esto abogan sin más, no sé lo que les parecería si saliésemos a la calle acordándonos de los padres y madres de los políticos y comentaristas de moda.

jueves, 29 de mayo de 2008

SENSACIONES DEL CORPUS 2.008 en TOLEDO


A muchos toledanos no les gusta que haya dos procesiones del Corpus. No voy a entrar en esa discusión, pues bien se que hay razones en pro y en contra.

Como toledanos no podemos quedarnos en el oropel, en lo externo, y año tras año noto que lo accidental va ocultando la centralidad del Señor Eucaristía.

Sigo sin comprender cómo se "sale" en la procesión del Corpus sin saber siquiera a qué se sale. Me sigue dando vergüenza contemplar a damas y caballeros más preocupados de su mantilla y peineta, de su hábitos y golas, que de su vida espiritual. ¡Si se cuidara el alma tan bien como se cuidan los capisayos...!. Unos y otros saludando a la concurrencia, sin recordar siquiera que van acompañando al Rey de reyes y Señor de Señores, sin un aparente recogimiento. Rosarios de nácar, tapices de perciopelo, olores y sonidos eternos...pero ¿encontramos sentido a todo ello o nos quedamos solo en lo puramente externo?.

Recuerdo que de pequeño, cuando pasaba el Santísimo en su trono de Arfe, las gentes que estaban sentadas en las sillas, se levantaba respetuosamente a su paso, incluso algunos se arrodillaban ante Él. Hoy solo son aplausos.... Me gustaría pensar que es una "evolución" en los signos, y no sólo una manera de manifestar la admiración a una obra de arte maravillosa.

El Cardenal Primado hizo una preciosa catequesis el día del Corpus recordando que toda esta explosión de color, de aromas, de cántocos, de sonidos, todo lo mejor...era para Él, Dios de Dios, Luz de Luz.

La Virgen en la semana Santa



I.- ¿Qué sería de nosotros sin los cristales de las ventanas? ¿os lo habéis pensado alguna vez?. Todo el frio del invierno, todo el calor del verano no tendría freno, toda la lluvia del exterior o los vientos entrarían en casa. Sin embardo con ellos podemos mirar al exterior reservándonos de muchas cosas.
II.-Pues os propongo que durante estos días de Semana Santa vivamos los acontecimientos centrales de nuestra salvación protegidos por el cristal de María, un cristal limpio y puro, como su Corazón y desde Él vivir todos estos días tan santos.
III.-Domingo de victoria este que llamamos de ramos, pero que transluce un aparente fracaso: Jerusalén que está tan lleno de gente estos días de la pascua judía recibe a Jesucristo con gritos de ¡hosanna!, un grito de reconocimiento mesiánico. Pero no hay nadie, como en otras ocasiones que le reciba en su casa, quizá nadie se atreve a invitarle a comer por miedo ya a las reacciones de los judíos. Con la Virgen María que quizá fue testigo de su entrada victoriosa ha de marchar a Betania, a la casa de sus amigos Marta, María y Lázaro. Es un día de “amarga victoria”, que hace que la Virgen María vuelva a ver cómo la vida de Jesús es un signo de contradicción, creándose un muro de resistencia a su paso, en sus predicaciones.
IV.-Estos tres primeros días de la semana seguramente la Virgen los pasó en Betania, que era como una especie de oasis para Jesús por la amistad que tenían con Lázaro, Marta y María, y donde escucharía como el Señor expulsó a los mercaderes del templo, como Jesús había maldecido por el camino a esa higuera por no tener frutos y cómo a a la vuelta los discípulos vieron que estaba completamente seca….¿qué significaría todo esto?. Pues allí Ella meditando todo ello en su corazón, se adentraría en todo significado sabiendo que era este pueblo de Dios el que no daba ningún fruto y habían convertido su templo en una cueva de bandidos.
V.- Seguramente la Virgen estaría presente en la ultima cena, como el resto de las santas mujeres aunque no en la misma mesa sino en otra distinta según la costumbre judía. La llegarían los murmullos de la palabra de Jesús, las palabras de la institución de la Eucaristía, del sacramento del orden, y quizá participaron de la sobremesa mientras que recogían la mesa, cuando el Señor habla ya con dramatismo del futuro inmediato. Han sido para ella treinta tres años de preparación para ser la Madre del Ajusticiado, del Siervo de Yahve anunciado por Isaías.
VI.- Durante todo el proceso de Jesús le habrían llegado noticias, de las palabras de Pilatos, del silencio de Jesús, de las burlas de los romanos, de la saña de los sacerdotes judíos, de la flagelación ,….Los ecos de la palabra del ángel, tantos años atrás pronunciados, se le harían presente: “no temas María”. La mujer fuerte de la que se habla en el Antiguo testamento es la llena de gracia, la que nada ni nadie puedo apartar del amor de Dios manifestado en Cristo Señor nuestro. El camino de la amargura, de esta forma, le resultó más fácil al Señor, al ver cómo en Ella no le había abandonado, que era la discípula perfecta, y en Ella también reconocería a tantas almas generosas que vendrían en la historia cristiana.
VII.-Las imágenes de la pasión no la hacen justicia en la mayoría de los casos, pues aparece desmayada o gritando de dolor. Si, es muy difícil plasmar el dolor de una Madre si no es con gestos, pero el dolor roto es un dolor contenido y recio, siendo ya el ejemplo de abnegación redentora. No temas María, le golpearía una y otra vez….. El dolor del que le habló tantos años Simeón se está haciendo realidad….Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu Madre….qué cambio y qué delicadeza la del Señor que no permite que su Madre se quede humanamente sola. Mientras que hace 33 años la Virgen María había dado a luz sin dolor a su único Hijo, ahora nos da a luz a nosotros con dolor, por eso san Bernardo dice que el Mártir de Mártir, pues mientras que su Hijo es traspasado por la laza una vez muerto, la Virgen es traspasada su alma con su cuerpo vivo.
VIII.- No temas. No temas….resucitaré a los tres días….Fueron las palabras que meditaría desde el viernes santo hasta el momento de la resurrección de Jesús. Es la mujer que cree contra toda esperanza, mientras que los que se decían sus amigos y discípulos daban por terminado esta aventura que habían empezado tres años antes. Su alma sentiría la resurrección de Jesús. Ella no necesitaba palpar ni abrazarle, ni comer con Él, ni meter la mano en su costado. Aunque sería lógico que si última mirada vivo estuvo dirigida a Ella, su mirada de resucitado también lo fuera a quien es el tipo de la Iglesia.
IX.- Dame tu mano María, la de las tocas moradas….dice el himno mariano en cuaresma. Nosotros, los legionarios de María, acompañemos estos días a la Virgen, y aprendamos así de Ella cómo vivir profundamente estos días de pasión y gloria.

La sonrisa de Dios

ALLOCUTIO mes de MAYO 2.008


“María, estrella de esperanza” (spes salvi 49)
I.- Cuando somos bautizados Dios nos regala tres dones: las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Regalos que no solo hemos de conservar sino dilatar.
II.- A la Virgen Santísima la llamamos discípula perfecta de Cristo porque Ella vive en plenitud las tres virtudes teologales. Hoy vamos a ver cómo Ella vive la virtud de la caridad.
III.- Vive la caridad, esto es el amor, en sus dos dimensiones: a Dios y a los hombres. Su amor a Dios se va desarrollando desde su niñez en un ambiente apropiado ansiando que las promesas hechas por Dios a su pueblo de cumpliesen. Un amor que la lleva a entregarse virginalmente al Señor, sin reservarse nada para sí misma, a meditar asiduamente las profecías que se leían los sábados en la sinagoga judía. Un Amor que se cristaliza definitivamente en la aceptación de la vocación que Dios la da: ser la Madre de si Hijo y permitiendo que la esperanza de milenios se hiciera realidad. Su caridad desde entonces se centrará en tratar y custodiar a su Hijo Dios, yendo al extranjero para salvarle de la muerte prematura, de su delicada crianza, de la educación de su humana naturaleza, de seguir meditando en su Corazón todos los acontecimientos que la van rodeando en los que se va manifestando la voluntad de Dios, viviendo en contacto íntimo con las Sagradas Escrituras de Israel. Una caridad que se dilata sin cesar en el seguimiento de su Hijo rodeado de incomprensiones y tensiones en sus años de vida pública. Un Amor hacia Jesucristo que no le permite dejarle cuando todos le han abandonado al verle como un fracasado, como un delincuente.
III.- Vice la caridad hacia los demás. Sabemos que una vez que se entera por el Mensajero divino de la maternidad de su pariente anciana Isabel, no duda en hacer ese largo camino peligroso llevando la alegría contagiosa a su prima, convirtiéndose así en la imagen de la futura Iglesia que en su seno, lleva la esperanza al mundo por los montes de la historia. Una caridad a los hombres que la llevó igualmente a interceder por esos novios apurados adelantando los milagros de Jesús, a facilitar el seguimiento de su Hijo en esa primera comunidad de seguidores del Señor. Una caridad que la lleva a ofrecer el cuerpo de su Divino Hijo lacerado en la cruz al Padre eterno como reparación de los pecados de toda la humanidad. Un amor que la lleva a reunir alrededor de si a los titubeantes discípulos implorando la venida del Espíritu Santo. Un Amor que se dilata sin cesar ante las palabras de su Hijo en la cruz que la dice “ahí tienes a tu Hijo” y que asunta a los cielos tiene su expresión más completa convirtiéndose así en auxilidora de los cristianos, en salud de los enfermos, en causa de alegría para todos, en medianera de todas las gracias.
V.- En este mes de mayo hemos de pedir a la Virgen santísima que nos enseñe a creer a esperar y a amar. Que como estrella luminosa nos guíe en el camino de la vida hacia Jesucristo.

ALLOCUTIO del MES DE abril de 2.008

I.- “La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía”( Benedicto XVI, Spes Salvi 49). Esas personas que dan luz reflejando la luz de Cristo son los santos. Se tomaron un día su vida cristiana en serio, descubrieron que sólo Jesucristo es el Camino, la verdad y la vida ( Cfr.Jn 14, 1-12). “En este camino nuestro pongamos también la mirada en los santos testigos del Amor que es Dios”(carta pastoral del Sr. Cardenal Arzobispo, 10). En este último tiempo ha habido en la Iglesia un descendimiento del aprecio a los santos quizá como reacción a otros tiempos en los que el pueblo de Dios los daba más importancia que a los sacramentos. Hemos de darles la importancia y el culto que se merecen:
• Los santos son aquellos que habiendo vivido en su vida en grado heróico las
virtudes cardinales han sido considerados dignos de estar con Dios para siempre. Y la Iglesia, con la autoridad apostólica, ha declarado en la ceremonia de la canonización que están en el cielo. Tenemos conciencia que hay muchos otros que no han sido canonizados pero que también están en el cielo. Por eso celebramos el 1 de noviembre la solemnidad de Todos los santos, todos que ya están gozando de Dios, los hijos mejores de la Iglesia. Allí en la Jerusalén celeste tienen una misión importante: interceder por nosotros. Así lo decimos en el acto penitencial de la Misa: “Por eso ruego a santa María la Virgen a los ángeles y a los santos….”.
• Los santos son también ejemplo para nosotros. El mensaje cristiano en ellos
no solo fue informativo sino performativo. Esto significa que el evangelio en ellos no solo fue una comunicación de cosas que se pueden saber sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida (cfr. Benedicto XVI Spes Salvi 2). Por la acción del Señor en su vida y su mansedumbre al dejarse hacer, fueron capaces de ser testigos de Jesucristo, especialmente por la centralidad que en ellos tuvo la Sagrada Eucaristía. “Para vivir en medio de los hombres amando como Cristo nos ama, como amaron los santos testigos de la caridad de Cristo, para vivir el amor cristiano que es don de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo necesitamos de la Eucaristía (Carta pastoral del Sr.Cardenal 11). Fueron capaces de darse porque fueron fortalecidos por la acción materna de nuestra Señora, tuvieron en Ella su consuelo y esperanza, su apoyo y certeza. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su « sí » abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)?(Spes Salvi 49)

ALLOCUTIO del MES DE abril de 2.008

I.- “La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía”( Benedicto XVI, Spes Salvi 49). Esas personas que dan luz reflejando la luz de Cristo son los santos. Se tomaron un día su vida cristiana en serio, descubrieron que sólo Jesucristo es el Camino, la verdad y la vida ( Cfr.Jn 14, 1-12). “En este camino nuestro pongamos también la mirada en los santos testigos del Amor que es Dios”(carta pastoral del Sr. Cardenal Arzobispo, 10). En este último tiempo ha habido en la Iglesia un descendimiento del aprecio a los santos quizá como reacción a otros tiempos en los que el pueblo de Dios los daba más importancia que a los sacramentos. Hemos de darles la importancia y el culto que se merecen:
• Los santos son aquellos que habiendo vivido en su vida en grado heróico las
virtudes cardinales han sido considerados dignos de estar con Dios para siempre. Y la Iglesia, con la autoridad apostólica, ha declarado en la ceremonia de la canonización que están en el cielo. Tenemos conciencia que hay muchos otros que no han sido canonizados pero que también están en el cielo. Por eso celebramos el 1 de noviembre la solemnidad de Todos los santos, a todos que ya están gozando de Dios, los hijos mejores de la Iglesia. Allí en la Jerusalén celeste tienen una misión importante: interceder por nosotros. Así lo decimos en el acto penitencial de la Misa: “Por eso ruego a santa María la Virgen a los ángeles y a los santos….”.
• Los santos son también ejemplo para nosotros. El mensaje cristiano en ellos
no solo fue informativo sino performativo. Esto significa que el evangelio en ellos no solo fue una comunicación de cosas que se pueden saber sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida (cfr. Benedicto XVI Spes Salvi 2). Por la acción del Señor en su vida y su mansedumbre al dejarse hacer, fueron capaces de ser testigos de Jesucristo, especialmente por la centralidad que en ellos tuvo la Sagrada Eucaristía. “Para vivir en medio de los hombres amando como Cristo nos ama, como amaron los santos testigos de la caridad de Cristo, para vivir el amor cristiano que es don de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo necesitamos de la Eucaristía (Carta pastoral del Sr.Cardenal 11). Fueron capaces de darse porque fueron fortalecidos por la acción materna de nuestra Señora, tuvieron en Ella su consuelo y esperanza, su apoyo y certeza. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su « sí » abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)?(Spes Salvi 49)

Meditación en la Fiesta de la Legión de María "ACIES"


ALLOCUTIO DEL ACIES 2.008

I.- Habría muchas formas de exponer solemnemente el Santísimo Sacramento como lo demuestra la historia de la Liturgia de la Iglesia. Hoy, sin embargo, después de la última reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, lo hacemos de esta manera: sobre el altar. No es por casualidad. Ha sido en el altar donde la “víctima pascual”, Jesucristo, ha sido inmolado; donde el sacrificio de la cruz realizado una vez para siempre se actualiza, haciéndonos así a todos los presentes contemporáneos del Señor. Es en la Eucaristía donde se hace presente Jesucristo glorioso, vencedor del pecado y de la muerte, donde la justicia del Padre se convierte en amor misericordioso. Es donde Jesucristo, mostrando al Padre Eterno sus manos llagadas, sus pies atravesados y su costado abierto, intercede por nosotros. Exponiéndole así a veneración pública, adoramos su Amor hasta el extremo, Amor que no se ha reservado nada pasa sí. Fijáos: Jesucristo siendo rico se hizo pobre por nosotros….siendo de condición divina se despojó de su rango…” . Aquí, místicamente tocamos las llagas del Resucitado, cómo a los discípulos de Emaús se nos abre el entendimiento para conocer la Escritura Sagrada, y los efectos de su Pascua se nos infunden. No se nos tapan nuestros pecados, sino que somos plenamente regenerados por las aguas bautismales y en la Eucaristía se perpetúa, actualiza y prufundiza los efectos de su Resurrección.
II.- Incluso en la hechura de las custodias que van a contener la Eucaristía se manifiesta este Amor que irradia, esta caridad total mostrada en Jesucristo. Esos rayos de metal que salen del viril que contiene la Sagrada Eucaristía, quieren manifestar que la caridad de Jesucristo que es Amor, no desea quedar contenido en sí mismo, sino desea una irradiación total. “La Sagrada Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre”(Benedicto XVI Sacramentum Charitatis 1). Aquí, Jesús nos sigue amando hasta el extremo, hasta el don de si mismo (Cfr. Idem). En el Sacramento de nuestra fe encontramos la eterna fuente escondida que mana vida; que mana el Verdadero Amor, la auténtica caridad.

III.- Por eso podemos comprender la manera de actuar de nuestra señora la Virgen Santísima: Su plenitud de la gracia se manifiesta en su caridad:
• En la docilidad incondicional a la Palabra Divina, sin medianías y sin buscar contrapartidas de ninguna clase.
• En la fe obediente que asuma su vida en cada instante ante la acción de Dios. Una caridad, una amor hacia su divino Hijo que la empuja a servir, sin sentirse humillada por eso, a su pariente anciana; que la empuja a defender a su único Hijo huyendo a tierras extrañas donde sus antepasados fueron esclavizados; que la empuja a adorar a su Hijo y a meditar y conservar en su Corazón las palabras que vienen de Dios, formando con ellas como un mosaico aprendiendo a comprenderlas a fondo.
• Es su caridad, alimentada con el trato con Dios, la que la urge a colaborar en la acción redentora de su Hijo; la que la hace mediar ante las penas de esos novios de Caná; la que hace que participe con Jesucristo en sus dolores de la cruz; la que haga que su Corazón se dilate –esta vez con dolor- dándonos así la vida en el Hijo. Una caridad, que ni el último suspiro de Jesús pudo apagar, sino convirtiéndose así en la Mujer Creyente, en la Señora del Amor, en la que espera en la resurrección de su Hijo sin dudarlo, contra toda la esperanza humana; la que abre sus entrañas para que allí nos modelemos (cfr. Consagración colectiva del Acies), para pedir para nosotros el don del Espíritu. Una caridad sin rupturas, ni incluso en su Asunción Gloriosa, donde su amor ya no tiene las barreras de espacio ni tiempo.
• La caridad, por tanto, en Ella la urge, la mueve a darse y servir. Y este amor quiere seguir haciéndolo palpable entre nosotros. Sí. En esto consiste la espiritualidad mariana: en permitir que Ella siga sirviendo, amando a su Divino Hijo en nosotros. Unidos por tanto a Ella, anclando nuestro corazón en el Suyo, hemos de ser canales de su Caridad para el prójimo.
IV.-¿Y qué mejor manera de manifestar el verdadero amor, la verdadera caridad, que a los más pobres de nuestro mundo?. Y cada día hay más. No me refiero solamente a los que carecen de bienes materiales sino a los más pobres del mundo que son los que no conocen a Jesucristo, que no han tenido un encuentro vital con la persona de Jesús, que es el único que da un nuevo horizonte a la vida (cfr. Benedicto XVI Deus Caritas est, 1 ). Aquí la Legión de María adquiere su grandeza: estar en la avanzadilla llevando la noticia transformante del Señor Resucitado.
V.- Como representante del Sr. Cardenal Arzobispo Primado en nuestra Legión de María en Toledo, os animo apara que también vosotros dejéis que la caridad de Cristo os urja, os mueva:
• Es en las pequeñas comunidades cristianas donde se encuentra en germen el futuro de la Iglesia. En cada grupo, en cada presidia la caridad se ha de dilatar porque es aquí nos podemos expansionar, compartir nuestras experiencias apostólicas: donde encontramos apoyo en las horas bajas humanas o sobrenaturales, donde nos vamos formando y descubriendo cómo el señor actúa en nosotros y a veces a nuestro pesar, porque aquí van creciendo entre nosotros unos sentimientos que van más allá de los sentimientos meramente humanos y descubrimos una hermandad que no está basada en meros fundamentos humanos.
• Gracias a su intensa vida de hermandad que la legión de María va proporcionando en las juntas y labores apostólicas semanales, el legionario va aumentando en caridad, se va santificando superando los respetos humanos que tanto frenan y limitan.
• Por su apostolado alma a alma, exhalamos para dios el suave aroma de la caridad, llevando al prójimo a la persona viva y palpitante de Jesucristo resucitado. Vivir inmersos y gozando de la misericordia del Señor nos lleva al compromiso activo del apostolado humilde ofreciendo en nuestras vasijas de barro la revolucionaria noticia de la resurrección del Señor Jesús.
VI.- Amigos y hermanos legionarios: Que la caridad sea nuestro distintivo, sin buscar nunca ni ambicionar halagos ni honores, como hizo la Madre del Amor Hermoso. Humildes pero sin frenarnos; sin aspavientos pero sin amedrentarnos.
• Queridos legionarios auxiliares: vuestra caridad es ha de mover a hacer cada día mejor si cabe vuestra oración. Ya veis cuánto campo queda por trabajar aún, se diría que estamos aún comenzando a evangelizar. De vuestro rezo devoto del rosario, de vuestra Tessera rezada piadosamente depende el fruto de la caridad de los legionarios activos.
• Queridos legionarios activos: Que siempre os mueva la caridad, una caridad a Dios y al prójimo, siendo dóciles como la Virgen del siempre SI, buscando siempre nuevas formas, nuevos proyectos para hacer llegar el mensaje de Jesús a todos sin excepción. ¡Queda aún mucho por hacer!.La Legión de María os ayuda para que la gracia apostólica bautismal se vaya desarrollando en vuestro ser laical. Si de los primeros cristianos se decía…mirad como se aman….y fue asi un imán para nuevas conversiones, por la caridad que reinaba entre ellos ¡qué se debería decir de nosotros!...

Señor Jesús, amigo resucitado, Buen Pastor:
Aquí nos tienes, a la Legión de tu Madre que quiere
hacer posible que seas más conocido, amado e imitado.
A Ella nos vamos a consagrar, sabiendo que no nos quedaremos
en su regazo solamente gozando de su amor
sino que nos llevará a Ti, para que participemos de tu pastoreo
cumpliendo tu mandato: Id y predicad a toda criatura…
Como a tu Madre la llenaste de caridad,
llénanos a nosotros por su mediación
para que sea la caridad la que nos mueva y nos urja.
Como Ella fue un molde en que te formó y educó,
que Ella también nos forma en su estilo que es el tuyo,
Buen Pastor de nuestras almas.
Toledo, 31de marzo de 2.008.

HOMILIA DEL PAPA EL DIA DE PENTECOSTES


Queridos hermanos y hermanas:

San Lucas pone en el capítulo segundo de los Hechos de los Apóstoles el relato del acontecimiento de Pentecostés, que hemos escuchado en la primera lectura. Introduce el capítulo con la expresión: «Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar» (Hch 2, 1). Son palabras que se refieren al cuadro precedente, en el que san Lucas había descrito la pequeña comunidad de discípulos, que se reunía asiduamente en Jerusalén después de la Ascensión de Jesús al cielo (cf. Hch 1, 12-14). Es una descripción muy detallada: el lugar «donde vivían» —el Cenáculo— es un ambiente en la «estancia superior». A los once Apóstoles se les menciona por su nombre, y los tres primeros son Pedro, Juan y Santiago, las «columnas» de la comunidad. Juntamente con ellos se menciona a «algunas mujeres», a «María, la madre de Jesús» y a «sus hermanos», integrados en esta nueva familia, que ya no se basa en vínculos de sangre, sino en la fe en Cristo.

A este «nuevo Israel» alude claramente el número total de las personas, que era de «unos ciento veinte», múltiplo del «doce» del Colegio apostólico. El grupo constituye una auténtica qahal, una «asamblea» según el modelo de la primera Alianza, la comunidad convocada para escuchar la voz del Señor y seguir sus caminos. El libro de los Hechos subraya que «todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu» (Hch 1, 14). Por tanto, la oración es la principal actividad de la Iglesia naciente, mediante la cual recibe su unidad del Señor y se deja guiar por su voluntad, como lo demuestra también la decisión de echar a suerte la elección del que debía ocupar el lugar de Judas (cf. Hch 1, 25).

Esta comunidad se encontraba reunida en el mismo lugar, el Cenáculo, durante la mañana de la fiesta judía de Pentecostés, fiesta de la Alianza, en la que se conmemoraba el acontecimiento del Sinaí, cuando Dios, mediante Moisés, propuso a Israel que se convirtiera en su propiedad de entre todos los pueblos, para ser signo de su santidad (cf. Ex 19). Según el libro del Éxodo, ese antiguo pacto fue acompañado por una formidable manifestación de fuerza por parte del Señor: «Todo el monte Sinaí humeaba —se lee en ese pasaje—, porque el Señor había descendido sobre él en el fuego. Subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia» (Ex 19, 18).

En el Pentecostés del Nuevo Testamento volvemos a encontrar los elementos del viento y del fuego, pero sin las resonancias de miedo. En particular, el fuego toma la forma de lenguas que se posan sobre cada uno de los discípulos, todos los cuales «se llenaron de Espíritu Santo» y, por efecto de dicha efusión, «empezaron a hablar en lenguas extranjeras» (Hch 2, 4). Se trata de un verdadero «bautismo» de fuego de la comunidad, una especie de nueva creación. En Pentecostés, la Iglesia no es constituida por una voluntad humana, sino por la fuerza del Espíritu de Dios. Inmediatamente se ve cómo este Espíritu da vida a una comunidad que es al mismo tiempo una y universal, superando así la maldición de Babel (cf. Gn 11, 7-9). En efecto, sólo el Espíritu Santo, que crea unidad en el amor y en la aceptación recíproca de la diversidad, puede liberar a la humanidad de la constante tentación de una voluntad de potencia terrena que quiere dominar y uniformar todo.

En uno de sus sermones, san Agustín llama a la Iglesia «Societas Spiritus», sociedad del Espíritu (Serm. 71, 19, 32: PL 38, 462). Pero ya antes de él san Ireneo había formulado una verdad que quiero recordar aquí: «Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios, y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia, y el Espíritu es la verdad; alejarse de la Iglesia significa rechazar al Espíritu» y por eso «excluirse de la vida» (Adv. haer. III, 24, 1).

A partir del acontecimiento de Pentecostés se manifiesta plenamente esta unión entre el Espíritu de Cristo y su Cuerpo místico, es decir, la Iglesia. Quiero comentar un aspecto peculiar de la acción del Espíritu Santo, es decir, la relación entre multiplicidad y unidad. De esto habla la segunda lectura, tratando de la armonía de los diversos carismas en la comunión del mismo Espíritu. Pero ya en el relato de los Hechos, que hemos escuchado, esta relación se manifiesta con extraordinaria evidencia.

En el acontecimiento de Pentecostés resulta evidente que a la Iglesia pertenecen múltiples lenguas y culturas diversas; en la fe pueden comprenderse y fecundarse recíprocamente. San Lucas quiere transmitir claramente una idea fundamental: en el acto mismo de su nacimiento la Iglesia ya es «católica», universal. Habla desde el principio todas las lenguas, porque el Evangelio que se le ha confiado está destinado a todos los pueblos, según la voluntad y el mandato de Cristo resucitado (cf. Mt 28, 19).

La Iglesia que nace en Pentecostés, ante todo, no es una comunidad particular —la Iglesia de Jerusalén—, sino la Iglesia universal, que habla las lenguas de todos los pueblos. De ella nacerán luego otras comunidades en todas las partes del mundo, Iglesias particulares que son todas y siempre actuaciones de una sola y única Iglesia de Cristo. Por tanto, la Iglesia católica no es una federación de Iglesias, sino una única realidad: la prioridad ontológica corresponde a la Iglesia universal. Una comunidad que no fuera católica en este sentido, ni siquiera sería Iglesia.

A este respecto, es preciso añadir otro aspecto: el de la visión teológica de los Hechos de los Apóstoles sobre el camino de la Iglesia de Jerusalén a Roma. Entre los pueblos representados en Jerusalén el día de Pentecostés san Lucas cita a los «forasteros de Roma» (Hch 2, 10). En ese momento, Roma era aún lejana, era «forastera» para la Iglesia naciente: era símbolo del mundo pagano en general. Pero la fuerza del Espíritu Santo guiará los pasos de los testigos «hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8), hasta Roma. El libro de los Hechos de los Apóstoles termina precisamente cuando san Pablo, por un designio providencial, llega a la capital del imperio y allí anuncia el Evangelio (cf. Hch 28, 30-31). Así, el camino de la palabra de Dios, iniciado en Jerusalén, llega a su meta, porque Roma representa el mundo entero y por eso encarna la idea de catolicidad de san Lucas. Se ha realizado la Iglesia universal, la Iglesia católica, que es la continuación del pueblo de la elección, y hace suya su historia y su misión.

Llegados a este punto, y para concluir, el evangelio de san Juan nos presenta una palabra que armoniza muy bien con el misterio de la Iglesia creada por el Espíritu. La palabra que Jesús resucitado pronunció dos veces cuando se apareció en medio de los discípulos en el Cenáculo, al anochecer de Pascua: «Shalom», «Paz a vosotros» (Jn 20, 19. 21). La palabra shalom no es un simple saludo; es mucho más: es el don de la paz prometida (cf. Jn 14, 27) y conquistada por Jesús al precio de su sangre; es el fruto de su victoria en la lucha contra el espíritu del mal. Así pues, es una paz «no como la da el mundo», sino como sólo Dios puede darla.

En esta fiesta del Espíritu y de la Iglesia queremos dar gracias a Dios por haber concedido a su pueblo, elegido y formado en medio de todos los pueblos, el bien inestimable de la paz, de su paz. Al mismo tiempo, renovamos la toma de conciencia de la responsabilidad que va unida a este don: responsabilidad de la Iglesia de ser constitucionalmente signo e instrumento de la paz de Dios para todos los pueblos. Traté de transmitir este mensaje cuando visité recientemente la sede de la ONU para dirigir mi palabra a los representantes de los pueblos. Pero no se debe pensar sólo en estos acontecimientos «en la cumbre». La Iglesia presta su servicio a la paz de Cristo sobre todo con su presencia y su acción ordinaria en medio de los hombres, con la predicación del Evangelio y con los signos de amor y de misericordia que la acompañan (cf. Mc 16, 20).

Entre estos signos hay que subrayar, naturalmente, el sacramento de la Reconciliación, que Cristo resucitado instituyó en el mismo momento en el que dio a los discípulos su paz y su Espíritu. Como hemos escuchado en la página evangélica, Jesús exhaló su aliento sobre los Apóstoles y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20, 21-23).

¡Cuán importante y por desgracia no suficientemente comprendido es el don de la Reconciliación, que pacifica los corazones! La paz de Cristo sólo se difunde a través del corazón renovado de hombres y mujeres reconciliados y convertidos en servidores de la justicia, dispuestos a difundir en el mundo la paz únicamente con la fuerza de la verdad, sin componendas con la mentalidad del mundo, porque el mundo no puede dar la paz de Cristo. Así la Iglesia puede ser fermento de la reconciliación que viene de Dios. Sólo puede serlo si permanece dócil al Espíritu y da testimonio del Evangelio; sólo si lleva la cruz como Jesús y con Jesús. Precisamente esto es lo que testimonian los santos y las santas de todos los tiempos.

Queridos hermanos y hermanas, a la luz de esta Palabra de vida, ha de ser aún más ferviente e intensa la oración que hoy elevamos a Dios en unión espiritual con la Virgen María. Que la Virgen de la escucha, la Madre de la Iglesia, obtenga para nuestras comunidades y para todos los cristianos una renovada efusión del Espíritu Santo Paráclito.

«Emitte Spiritum tuum et creabuntur, et renovabis faciem terrae», «Envía tu Espíritu, Señor, todo se volverá a crear y renovarás la faz de la tierra». Amén.

Omnes cum Petro et sub Petro

¡Me he animado!

Querido amigo:

LLevo varias semanas pensando en esto. Ha sido una idea que me ha ido asaltando una y otra vez cuando rezaba. Así que ¡me he lanzado!. Creo que puede ser un buen medio para evengelizar en este mundo tan complejo en el que vivimos. Ójala sea capaz de captar vuestra atención y todos juntos "seguir sus huellas", las huellas de Jesucristo.
Tened paciencia conmigo. Poco a poco iré enriqueciendo el blog.

Gustavo-Adolfo