miércoles, 30 de julio de 2008

SIGUE HABIENDO MILAGROS


Este pasado sábado, en una Solemne Misa de acción de gracias, dos hermanas de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús y de los Santos Ángeles (popularmente llamadas angélicas) sor Josefina y Sor Dolores han celebrado sus 50 años y 25, respectivamente, de su Profesión Solemne con la renovación pública de sus votos.

La labor que hacen estos ángeles de la soledad es admirable y de forma humilde como les enseñó su fundadora Santa Genoveva. Fue una gran alegría reencontrarse con la Madre Bonifacia, primera superiora de esta casa.

Los milagros siguen existiendo. La vida religiosa tiene futuro si se sigue viviendo el carisma fundacional como estas religiosas a las que quiero hacer un sentido homenaje con mi amistad con ellas y con la Congregación. Que la vida escondida de estas religiosas siga interrogando a las jóvenes de hoy y les haga ver que merece la pena ser todo de Jesús ahora y por toda la eternidad siendo compañía a las mayores.

Vaya desde aquí mi admiración y cariño a Sor Josefina y sor Dolores, que aparece en esta foto con el actual vicepresidente de la Legión de María en la peregrinación a Lourdes que hicimos a primeros de mayo.
Memento.

martes, 29 de julio de 2008

SERPIENTES DE VERANO


Seguimos en tiempos de revisionismo histórico, especialmente en lo concerniente a la última guerra civil española y al papel que jugó la Iglesia Católica en la II República, en la contienda civil y en la posguerra. Algunos osados siguen pidiendo que la Iglesia pida perdón por levantar el brazo al paso del general vencedor, como sus mismos padres hicieran. El Papa Juan Pablo II durante el gran jubileo del año 2.000 pidió perdón por los errores de los hijos de la iglesia durante los XX siglos y entrar así purificados en el nuevo milenio. Pero algún político incapaz de enfrentarse con los problema reales de la nación sigue exigiendo perdón explícito por la actuación de la Iglesia durate esos años convulsos . Con la libertad que me da no ser obispo, de no llegar a serlo y apenas un aspirante a historiador me atrevo a poner luz en este tema.



  1. La Iglesia actual no es responsable de lo que los católicos de otro tiempo hicieron o dejaron de hacer. La jornada de penitencia de la que hablábamos en el jubileo del 2.000 no fue otra cosa que un acto meritorísimo y de profunda humildad al pedir perdón por los hechos de generaciones pasadas. Es propio de los fariseos exigir perdón a los ajenos cuando uno no es capaz de pedir disculpas por los propios. Los partidos políticos que formaban la coalicción del Frente Popular (PSOE Y PCE entre otros) NUNCA han pedido perdón por la persecución que sufrió la Iglesia Católica durante su gobierno en la II República y la guerra civil: la matanza de sacerdotes católicos , religiosos, obispos y fieles, la quema de iglesias y conventos con la consiguiente destrucción de un patrimonio de un valor incalculable,... Siguendo al Dr. Vicente Carcel Ortí, en España durante la republica y la guerra civil, hubo una persecución programada y calculada para quitar del suelo español todo aquello que estorbaba a los fines revolucionarios del Frente Popular. Sólo en una ocasión he oído hablar de lamentables acontecimientos, al que se autopostula como miembro de la iglesia de los pobres, no de la de Isabel la Católica, y que va a "comulgar" rosquillas en alguna iglesia de la periferia de Madrid y después luchar porque su hija se casase en el altar mayor de la Catedral primada, o bien dar codazos para poder procesionar en el Corpus toledano. El partido actual del gobierno se reconoce como heredero de la segunda república y en su último congreso terminaron con el puño en alto cantando su internacional. Con la documentación que disponemos, sabemos que muchas iglesias fueron saqueadas y quemadas con el fondo de esa misma música, como el martirio de tantos católicos. Si son herederos de esa república que intentó masacrar a media España, los herederos de los que mataron y torturaron para extirpar de la nación lo que ellos consideraban para implantar un sistema deshumanizado, ¿no tienen que pedir perdón por lo que sus padres o abuelos hicieron antes de pedir nada a los demás?.


  2. La II republica española perdió la oportunidad de unir a toda la nación cuando los vientos le eran favorables y dilapidandolos cuando sus políticos elaboraron una constitución de media España contra la otra media. Es temible escuchar algún político actual llamarse heredero del republicanismo . ¿Es que acaso quieren decirnos que van a la caza y captura, como su anterior generación, de todo aquello que obstaculice en sus planes de hacer una nueva sociedad fundada en sindios?. No recuerdan que sus correligionarios del pasado tenían de republicanos lo que un monarca, y que en palabras de Largo Caballero o de Pablo Iglesias la república burquesa no era un fín en sí , sino un medio para imponer la dictadura del proletariado. Y no recordemos cómo apoyaron la dictadura de Primo de Rivera, como la mayoría de España, para después acusar a Don Alfonso XIII de perjuro por permitir un golpe que le vino dado, y que aceptó como un hecho consumado al ver cómo toda la población la apoyaba al estar cansada del ficticio turno de partidos pactada en la restauración. Es insultante a nuestra inteligencia que llamen perjuro quienes apoyaron el golpe de estado del 29; los que se aprovecharon del mismo llegando a ser Consejero de Estado y organizando su sindiacto UGT; los que se llaman republicanos cuando desde su interior querían destrozar el sistema para implantar un sistema socialista carente de libertades, como diría el Lenin español, Largo Caballero.


  3. Por mucho que repitan, la Iglesia Católica no recibió hostilmente el régimen republicano del 31. Así lo deja constatado en sus memorias Alejandro Lerroux, jefe del partido republicano radical y no ciertamente muy católico. Este "único" republicano del nuevo régimen, antes de llegar al poder, excitaba a los suyos con gritos pidiendoles hacer mujeres a las monjas y perpetuar así la raza. Esto hace que su testimonio tenga más valor aún. Desde la proclamación de la II republica los obispos en su cartas pastorales pidieron aceptación del nuevo régimen y llamaron a la incorporación de los católicos en la política. Ni siquiera el cardenal Segura llamó a la insumisión, como algunos siguen repitiendo sin consultar a las fuentes, de boca en boca. Nuestro Primado llamó a la oración en esos días tan convulsos, esperó indicaciones de la Santa Sede y al recibirlas publicó con fecha del 1 de mayo una carta pastoral pidiendo a los católicos el reconocimiento al nuevo régimen, el respeto a las autoridades legalmente constituídas, agradece la acción de la monarquía en la historia milenaria de España y convoca a los laicos a incorporarse en la política activamente en este nueva etapa de la historia de España. Podrán repetirlo muchas veces, pero no tiene razón ni Tusell, ni siquiera en este tema el Dr. Carcel, ni los manuales al uso de historia contemporánea de España: fue una expulsión injusta, sin motivos, de un hombre santo. La Santa Sede pensó que por su renuncia a su sede de Toledo conseguría una constitución respetuosa con la Iglesia. Fue engañada y se quedó Toledo y España sin un Primado ejemplar y con una Constítución que limitaba la libertad religiosa.


  4. Ante la persecución que la Iglesia sufrió durante la II república, la representación diplomática de la santa sede no se retiró, sino que intentó infructuosamente construir puentes de encuentro personal. Incluso cuando el levantamiento militar de 1936 se produjo, el Papa no reconoció otro gobierno legítimo que aquel que capitaneaba la más feroz persecución religiosa que se había dado en toda la historia. Solo será en 1939 a pocos meses de finalizar la contienda y cuando ya no existía legalidad ninguna en el bando rojo cuando se establezca relaciones diplomáticas con el gobierno del general Franco con sede en Burgos. Los obispos españoles no pudieron más y escribieron una carta pastoral en 1937 para que internacionalmente se conociese la persecución que estaba viviendo el catolicismo.


  5. ¿Qué opción tenía la Iglesia si no era arrojarse en brazos de aquel que se declaraba un defensor de la que estaba tan ferozmente atacada?. No es de extrañar que se levantasen manos de agradecimiento, pues eran conscientes que la fe católica en España podía haber sido extirpada de haber ganado el bando rojo. ¿Se puede imputar esto cuando todo los españoles, más o menos convencidos levantaban el brazo al paso del vencedor?.Esto no significó un entreguismo al régimen del 18 de julio. Sabemos documentalmente cómo los obispos en su cartas pastorales después de la guerra llamaron al perdón y a la reconciliación. Cómo llamaron la atención a las autoridades al permitir las venganzas de los vencedores sobre los vencidos. Cómo el famoso Cardenal Segura- vuelto a España a la sede de Sevilla y que ha pasado a la historia por su extremismo- se enfrentó al régimen franquista por sus tintes nazistas y fascistas condenados por los Papas Pío XI y XII, no permitiendo que en las fachadas religiosas se pusieran símbolos falangistas, tan ligados al nuevo régimen. Cómo este mismo Cardenal llamó la atención al general Franco repetidamente para que volviese la Monarquía y con ella una posible reconstrucción nacional no fundada en los vencedores. Cómo el Cardenal Primado Plá se enfrentó ante las injusticias sociales del régimen, ante la falta de libertades.

En fín, si revisamos de verdad, y vamos a las fuentes, no salen bien parados los que ya no nos llaman personas, sino meramente ciudadanos.

domingo, 27 de julio de 2008

JESUCRISTO ES MI PERLA PRECIOSA, MI TESORO ESCONDIDO



Breve meditación para el domingo XVII del tiempo ordinario
El rey Salomón pidió al Señor sabiduría para gobernar a su pueblo con justicia y rectitud, agradándole al no implorar ni dinero ni poder, ni siquiera salud o el aniquilamiento de sus enemigos. Hemos de aprender de este hijo de David tener la sensibilidad para no pedir tantas cosa materiales, sino la sabiduría asistente del trono de Dios para, una vez encontrado a Jesucristo, descubrirle como la perla preciosa que todo comerciante en perlas finas sueña con encontrar un día, como ese tesoro que todo agricultor sueña con hallar en su campo.

Ese comerciante de la parábola vendió todas las cosas con alegría sabiendo que era mayor lo que iba a alcanzar: la perla preciosa. También el agricultor vendió sus posesiones lleno de entusiasmo y así poder adquirir el campo en el que encontró el tesoro.

Cuando uno se ha encontrado con Jesucristo de verdad y siente que es su perla preciosa, su tesoro escondido, lo que tanto había buscado en su vida, vende también todo para adquirirle: serán los pecados que hacen de muro de separación entre Él y nosotros, concretados en la soberbia y falta de caridad, en la preocupación excesiva de los asuntos del mundo, en buscarse a sí mismo maquillado en tantos posibles aspectos...sopesando más los biens materiales que los del cielo.

Tenemos que vender, como ese comerciante, como ese agricultor todo lo que haga falta para ser más de Jesús, pero con alegría. No podemos andar taciturnos pensando lo que hemos de vender, lo que tenemos que dejar a un lado. No es ninguna carga sino que ha de ser una gran alegría, aunque sea a veces un camino angosto...¡pero merece la pena!.

Miremos a la Virgen Santísima, causa de nuestra alegría, y veamos cómo vive con entusiasmo su ser de Dios sin reservarse nada. Que Ella nos alcance la alegría en el seguimiento de Jesucristo.

viernes, 25 de julio de 2008


Dado el intersante artículo de Mons. Sebastián os le corto y pego aquí. Me perece muy clarificador.


El Partido Socialista ha celebrado su Congreso. Parece que lo más novedoso ha sido la decisión de fomentar en España el aborto libre, la eutanasia y el laicismo. Ante semejantes previsiones, uno no tiene más remedio que preguntarse ¿qué tienen que ver estos objetivos con el verdadero socialismo? Históricamente el socialismo tenía el atractivo de mantener una dura lucha contra la injusticia. ¿Dónde quedan ahora el carácter público de los medios de producción, la distribución de los bienes de la tierra, la sociedad sin clases? La conclusión es inevitable. Nuestros socialistas no son ya socialistas. Utilizan lo que queda de mayo del 68 para ofrecernos una sociedad nueva. Pocos argumentos. Estamos en el mundo de los sentimientos y de los resentimientos.
El socialismo se ha convertido en progresismo y el progresismo consiste en ampliar las libertades y los derechos de los ciudadanos. La justificación teórica de sus mesianismos transformadores se apoya en las ideologías más radicales surgidas en Europa en la segunda mitad del siglo pasado. Hasta ahí llega su progresismo. Para ellos, como para los adolescentes del 68, libertad es la capacidad de afirmar y de hacer cada uno lo que en cada momento le venga mejor, sin ninguna referencia a la verdad de las cosas, que no podemos conocer, ni a la verdad de nuestra condición humana, que es absolutamente mudable, ni a ninguna valoración de bien o de mal, que depende en cada momento de las conveniencias de cada uno. Estamos en pleno relativismo subjetivista.

Este concepto de libertad individual, sin referencias a la verdad objetiva, sin sometimiento a ninguna realidad anterior y superior a nosotros, sin ninguna consideración a norma alguna moral fundada en la naturaleza de las cosas, es un mito seductor que nos saca de la realidad. La libertad así entendida es como un gran depósito vacío que el gobierno nos va llenando con los pretendidos derechos que nos concede. Según este modo de ver las cosas, los ciudadanos somos criaturas del poder. Tenemos libertad para hacer lo que ellos nos dejen hacer, y tenemos los derechos que ellos nos quieran conceder. No hay otro criterio para discernir el bien o el mal que la mayoría parlamentaria.
Y si hablamos en directo, sin comparaciones, la libertad viene a ser una completa indeterminación de nuestro ser que cada uno iría determinando del mejor modo posible para alcanzar su felicidad dentro del marco de existencia que nuestros gobernantes nos concedan. Porque la existencia y la consistencia de los ciudadanos se programa y se dirige desde el poder.
Lo que se nos presenta como una sociedad super libertaria, termina siendo una verdadera dictadura espiritual. Somos libres con una libertad puramente subjetiva, que no se siente normada por nada ni por nadie, pero que tampoco está sostenida ni garantizada por ninguna realidad exterior y objetiva, independiente de los poderes políticos. Ellos solos, desde el Olimpo de su poder, son los únicos que pueden definir en qué consisten nuestros derechos y hasta dónde llegan nuestras libertades, lo que podemos y lo que no podemos hacer. Una visión de las cosas bastante sencilla. Pero terrorífica. Los ciudadanos –porque no somos más que ciudadanos- vamos desplegando y configurando nuestra existencia en el molde de la sociedad que ellos nos preparan desde el poder. Por eso pueden decir que “el cambio” va mucho más allá de lo que podría ser una alternancia política normal. Pretenden hacer un cambio substancial de la sociedad, y con el cambio de la sociedad un cambio substancial de nuestra vida personal.
Aquí no hay ya un verdadero concepto de persona como sujeto libre y responsable. Somos ciudadanos. Nuestro ser es sólo ciudadanía. Por eso “educación para la ciudadanía”, en esta mentalidad, significa educación para vivir en la verdad de la propia existencia. Estas son las últimas consecuencias prácticas de una visión de la vida sin referencias a un Dios eterno, creador y providente. En virtud de un inicio que nadie explica y de un proceso más imaginativo que científico, surge el hombre indeterminado y polivalente que tiene que ir dándose forma a sí mismo en una sociedad en la que unos hombres poderosos le van abriendo los espacios de su existencia. Todo muy lógico, muy bien imaginado, pero terriblemente inhumano. Una ideología que comienza pretendiendo divinizar al hombre y termina convirtiéndolo en un muñeco hinchable. No se dedica mucho tiempo a justificaciones teóricas. Manda el sentimiento revanchista que ha ido recogiendo lo más radical que apareció hace treinta años en una Europa que busca ya otros rumbos.
El camino es relativamente sencillo. Basta con quebrar las normas y los usos tradicionales, apoyándose en los grupos más antisistema, respondiendo a los grupos de presión y dando satisfacción a los deseos de algunos ciudadanos mentalizados previamente, sin tener en cuenta la esencial referencia de nuestra inteligencia a la verdad objetiva de las cosas, ni ponderar el valor moral de nuestras apetencias. Semejante propósito es iniciar un camino que no lleva a ninguna parte. Renunciar a la vigencia de una norma moral objetiva, fundada en la misma naturaleza humana y vinculada al bien del ser humano, es dejarnos llevar por un torbellino de intereses y ambiciones que nadie sabe hasta dónde nos pueden arrastrar.Tienen razón los socialistas cuando dicen que ellos no tienen conflicto con la Iglesia. Es más grave todavía. Su conflicto es con la razón, con la historia y la realidad de España, con el patrimonio cultural y moral de la mayoría de los españoles. Su conflicto es con la responsabilidad moral del futuro de los españoles. Da la impresión de que dentro del mismo Partido Socialista hay personas que se dan cuenta de la gravedad de la situación y tratan de poner alguna moderación en esta exultante euforia nihilista.Ante esta exaltación del radicalismo, la primera necesidad es comprender lo que ocurre. No podemos caer en la ingenuidad de pensar que estas orientaciones se quedan en el terreno de una explicable rectificación de viejas costumbres clericales o confesionales, o que se justifican por una razonable modernización de nuestra sociedad, tal como nos explican con sus persuasivas referencias a la laicidad. Se trata más bien de una quiebra cultural que niega las bases espirituales y morales de nuestra sociedad. La dura verdad es que estamos en manos de una ideología radical, extremadamente peligrosa, capaz de destruir la conciencia y la consistencia moral de nuestra sociedad. Aunque nadie lo haya formulado explícitamente, estamos asistiendo a la entronización de una concepción relativista del bien y del mal, una concepción narcisista y hedonista de la vida que, por no sustentarse en la verdad objetiva de las cosas, termina siendo destructora y nihilista.
Lo mucho o lo poco que haya de verdad en estas consideraciones, nos obliga a preguntarnos qué podemos y debemos hacer ante semejante situación. No quiero entrar en análisis ni sugerencias de orden político. Me parece más importante atender a las ideas y los comportamientos. Pienso que para los cristianos está llegando un momento de prueba, en el que tenemos que intensificar la fidelidad y la coherencia. Llevamos demasiado tiempo jugueteando con progresismos de salón y cómodas ambigüedades. Es la hora del ser o no ser, de la claridad y de la unidad, con todas las consecuencias. La fe ardiente en Jesucristo y la adoración sincera del Dios verdadero son la mejor levadura para purificar y vitalizar la cultura de una sociedad. Siendo buenos cristianos seremos también buenos ciudadanos.Pero el problema no es sólo de católicos. La alternativa no es entre católicos y no católicos. Ni es tampoco cuestión de derechas y de izquierdas. Está en juego no sólo nuestra identidad cultural, sino la salud espiritual y moral de nuestra sociedad. Estamos ante una cuestión de sensatez y de responsabilidad antropológica. Por eso los españoles en general, la mayoría del sentido común, tienen que ser capaces de ir al fondo de la cuestión, no dejándose paralizar por las etiquetas, los chantajes o los circunloquios. Quienes quieran defender nuestra pervivencia como sociedad libre y justa, tienen que reaccionar ante esta ideología relativista y nihilista, capaz de destruir el alma y la consistencia moral de nuestra sociedad. Luego ya habrá tiempo para discutir de otras cosas.
+ Fernando Sebastián Aguilar

jueves, 24 de julio de 2008

SANTIAGO, PATRON DE ESPAÑA


Ya hemos comenzado, con el rezo de las I Vísperas, a celebrar la Solemnidad de Santiago Apóstol Patrono de España.

La perícopa del Evangelio que la Iglesia en su Litirgia del día nos enseña:



  1. Que Santiago, antes de llegar a la santidad, instigó a su madre Salomé para conseguir de Jesús uno de los cargos más importante en su reino. Es que se ve que no nació santo, sino que progresivamente llegó a serlo un día lejano. Esta verdad me consuela enormemente al verme aún tan lejos de ls santidad.


  2. Que era un auténtico hijo del trueno, un lanzado. Sin saber a qué caliz se refería Jesús, dice que SI, que va beberlo, sin dudarlo. Me imagino que años después su hermano Juan el Evangelista recordaría este diálogo y entendería en qué consistía ese famoso cáliz.


  3. Que no hay que ambicionar tener cargos en esa comunidad de seguidores de Jesús por el afán de ser más importante. Que eso ocurre en otros ámbitos pero que en la Iglesia que ya estaba fundando el Señor nunca se debía dar.


  4. Que la actitud generalizada entre sus amigos incondicionales ha de ser el del servicio, olvidándose de sí mismo en favor de los demás. Hemos de ser servus servorum Dei, pero de verdad.


  5. Que si somos dóciles a la acción de la gracia en nosotros un día podemos pasar de desear lugares de honor, propio de imperfecciones, a decir tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres y no digamos dar la vida regando con la sangre la siembra del mensaje del Señor. Sabiendo que somos vasijas de barro, teniiendo conciencia de ello, es cuando dejaremos actuar la gracia en nosotros.

miércoles, 23 de julio de 2008

OTRO LIBRO PARA EL VERANO


No se por qué el primer capítulo de las novelas suelen ser desconcertantes. Quizá sea para quitar las ganas de leerlos. A este libro de Julio Murillo SHANGAI-La, La cruz bajo la Antártida le pasa algo parecido. Pero según digo una cosa digo otra. Después que has pasado la prueba de la constancia, entonces el argumento te engancha y cuando crees atisbar el posible final te sorprende por un giro inesparado. Fue Premio de Novela Histórica "Alfonso X el sabio" 2.008.

En estas tardes de calor esta novela refrescante te saca del tedio veraniego.

¿De qué va?. Aquí tienes un avance:


Evitaré hablarle en acertijos. De modo accidental descubrí un terrible secreto. Al hacerlo firmé mi sentencia de muerte, pero logré burlarla hace seis años. Desde entonces me limito a huir, a ocultarme y a intentar comprender lo que tengo entre manos. En dos ocasiones me he atrevido a deslizar pequeños fragmentos de este asunto en oídos que me parecían fiables. Y lo he pagado caro... El precio que le exijo a usted, lector, si es que acepta conocer mi historia, se llama confianza. Necesito tener la certeza de que llegará hasta el final, de que se arriesgará conmigo. Después, deberá ser usted quien decida revelar mi existencia al resto de lectores o, por el contrario, silenciarme para siempre.

martes, 22 de julio de 2008

¿DE QUIEN ES CULPA LA SECULARIZACIÓN?


No cabe la menor duda que el olvido de Dios no es por casualidad. El Papa Benedicto XVI ha hablado a los jóvenes de las heridas que está dejando en la naturaleza y en el mismo hombre su carencia. Buena semilla sembrada por Jesucristo, dando la Palabra al Pueblo y regándola con su misma Preciosa Sangre derramada, y dañina simiente del enemigo, de satanás, que sigue ofreciendo falsedades envuelta en preciosos papeles de colores.

La secularización es claramente un producto del demonio que quiere que se deje a Dios en el banquillo. Pero siempre ha habido tontos útiles que le han servido. Nos sorpredemos que la izquierda decimonónica quiera eliminar todo rastro de Dios en los edificios públicos, incluso se pensaron en abolir los llamados funerales de estado. ¿No han sido en gran medida los eclesiásticos y los religios@s los que ya hace tiempo han querido hacer desaparecer toda presencia religiosa en el mundo?.

Se que ha sido sin querer hacerlo, ¿pero acaso hombres y mujeres de iglesia al quitarse todo distintivo han ido alimentado la carencia de Dios en la sociedad?. No voy a decir exageradamente que aquí radique solamente el porqué de las cosas. Ese ser tomado de entre los hombres que recuerda la P.O. del Vaticano II se cogió tan por lo pelos, que se vió que la eliminación de hábitos era una manifestación de la cercanía de Dios en el mundo, de su Encarnación incluso.

Pero los gestos, los símbolos dicen tanto....Es más, el hombre los necesita para vivir. Los símbolos nos recuerdan realidades que los sentidos pierden. Los alzacuellos, los habitos reformados que pedía el Vaticano II y no su eliminación, nos remiten a Jesucristo, hacen recordar a tantas gentes que Él vive, que el real su cercanía . Hablan de pobreza, de obediencia, de la vida eterna.

Es un recordatorio, para aquellos que se han olvidado de su práctica cristiana, que han de volver a Dios, que sigue con los brazos abiertos para perdonar y para darse al hombre sin reservarse nada.

La nueva evangelización de la que tanto se ha hablado, ¿no ha de comenzar por ser sembradores los consagrados a tiempo completo?. Mi párroco don Justo Rey me decía que la mejor campaña vocacional era vestir siempre como sacerdote y celebrar la Misa con unción. Ha pasado mucho tiempo desde que me lo dijera, pero sus palabras siguen siendo válidas.

lunes, 21 de julio de 2008

¡¡¡SI,SI,SI, EL PAPA VA A MADRID!!!!


Ya lo hizo publico el Papa aunque oficiosamente se sabía. La próxima Jornada Mundial de la Juventud será en Madrid en el año 2.011. Los muchachos que estaban en Sidney saltaron de alegría, pues no era para menos. Pero hay mucho que hacer. Toledo, al estar tan cerca de Madrid, podrá vivirlo intensamente dentro de tres años.

Con tantos discursos del Papa no me da tiempo a ponerlos todos. Mirad en http://www.vatica.va/ allí están todos. Han sido uns discursos profundísimos que nos han de ayudar a hacer oración.

Ahora, con tranquilidad, leamos y meditemos sus homilías.

sábado, 19 de julio de 2008

SIGUIENDO AL PAPA EN SIDNEY(IV)





  • El amor auténtico es evidentemente algo bueno. Sin él, difícilmente valdría la pena vivir. El amor satisface nuestras necesidades más profundas y, cuando amamos, somos más plenamente nosotros mismos, más plenamente humanos. Pero, qué fácil es transformar el amor en una falsa divinidad. La gente piensa con frecuencia que está amando cuando en realidad tiende a poseer al otro o a manipularlo. A veces trata a los otros más como objetos para satisfacer sus propias necesidades que como personas dignas de amor y de aprecio. Qué fácil es ser engañado por tantas voces que, en nuestra sociedad, sostienen una visión permisiva de la sexualidad, sin tener en cuenta la modestia, el respeto de sí mismo o los valores morales que dignifican las relaciones humanas. Esto supone adorar a una falsa divinidad. En vez de dar la vida, trae la muerte.


  • El culto a los bienes materiales, el culto al amor posesivo y el culto al poder, lleva a menudo a la gente a “comportarse como Dios”: intentan asumir el control total, sin prestar atención a la sabiduría y a los mandamientos que Dios nos ha dado a conocer. Este es el camino que lleva a la muerte. Por el contrario, adorar al único Dios verdadero significa reconocer en él la fuente de toda bondad, confiarnos a él, abrirnos al poder saludable de su gracia y obedecer sus mandamientos: este es el camino para elegir la vida.


  • He dicho antes que cuando amamos satisfacemos nuestras necesidades más profundas y llegamos a ser más plenamente nosotros mismos, más plenamente humanos. Hemos sido hechos para amar, para esto hemos sido hechos por el Creador. Lógicamente, no hablo de relaciones pasajeras y superficiales; hablo de amor verdadero, del núcleo de la enseñanza moral de Jesús: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”, y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (cf. Mc 13, 30-31). Éste es, por así decirlo, el programa grabado en el interior de cada persona, si tenemos la sabiduría y la generosidad de conformarnos a él, si estamos dispuestos a renunciar a nuestras preferencias para ponernos al servicio de los demás, y a dar la vida por el bien de los demás, y en primer lugar por Jesús, que nos amó y dio su vida por nosotros. Esto es lo que los hombres están llamados a hacer, y lo que quiere decir realmente estar “vivo”.

ENCUENTRO CON LOS JÓVENES DE LA COMUNIDAD DE RECUPERACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE NOTRE DAME DE SYDNEY, 18 de julio de 2.008

SIGUIENDO AL PAPA EN SIDNEY(III)








  • La armoniosa correlación entre religión y vida pública es especialmente importante en una época en la que algunos han llegado a pensar que la religión es causa de división en vez de una fuerza de unidad. En un mundo amenazado por siniestras e indiscriminadas formas de violencia, la voz concorde de quienes tienen un espíritu religioso impulsa a las naciones y comunidades a solucionar los conflictos con instrumentos pacíficos en el pleno respeto de la dignidad humana. Una de las múltiples modalidades en que la religión se pone al servicio de la humanidad consiste en ofrecer una visión de la persona humana que subraya nuestra aspiración innata a vivir con magnanimidad, entablando vínculos de amistad con nuestro prójimo. Las relaciones humanas, en su íntima esencia, no se pueden definir en términos de poder, dominio e interés personal. Por el contrario, reflejan y perfeccionan la inclinación natural del hombre a vivir en comunión y armonía con los otros.




  • La religión, además, al recordarnos la limitación y la debilidad del hombre, nos impulsa también a no poner nuestras esperanzas últimas en este mundo que pasa. El hombre «es igual que un soplo; sus días una sombra que pasa» (Sal 143, 4). Todos nosotros hemos experimentado la desilusión por no haber logrado cumplir aquel bien que nos propusimos realizar y la dificultad de tomar la decisión justa en situaciones complejas. La Iglesia comparte estas consideraciones con las otras religiones. Impulsada por la caridad, se acerca al diálogo en la convicción de que la verdadera fuente de la libertad se encuentra en la persona de Jesús de Nazaret. Los cristianos creen que es Él quien nos revela completamente las capacidades humanas para la virtud y el bien; Él es quien nos libera del pecado y de las tinieblas. La universalidad de la experiencia humana, que transciende las fronteras geográficas y los límites culturales, hace posible que los seguidores de las religiones se comprometan a dialogar para afrontar el misterio de las alegrías y los sufrimientos de la vida. Desde este punto de vista, la Iglesia busca con pasión toda oportunidad para escuchar las experiencias espirituales de las otras religiones. Podríamos afirmar que todas las religiones aspiran a penetrar el sentido profundo de la existencia humana, reconduciéndolo a un origen o principio externo a ella. Las religiones presentan un tentativo de comprensión del cosmos, entendido como procedente de dicho origen o principio y encaminado hacia él. Los cristianos creen que Dios ha revelado este origen y principio en Jesús, al que la Biblia define «Alfa y Omega» (cf. Ap 1, 8; 22, 1).


Con qué valentía expone la plenitud de la Revelación en Jesucristo ante trodas confesiones no cristanas. Tomemos nota.

ENCUENTRO CON LOS REPRESENTANTES DE OTRAS RELIGIONES
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Sala capitular de la Catedral de Santa María de SydneyViernes 18 de julio de 2008

SIGUIENDO AL PAPA EN SIDNEY(II)


Este año celebramos el segundo milenario del nacimiento de San Pablo, trabajador incansable en favor de la unidad en la Iglesia primitiva. En el pasaje de la Escritura que acabamos de escuchar, Pablo nos recuerda la inmensa gracia que hemos recibido al convertirnos en miembros del cuerpo de Cristo mediante el Bautismo. Este Sacramento, que es la puerta de entrada en la Iglesia y el «vínculo de unidad» para cuantos han renacido gracias a él (cf. Unitatis redintegratio, 22), es consiguientemente el punto de partida de todo el movimiento ecuménico. Pero no es el destino final. El camino del ecumenismo tiende, en definitiva, a una celebración común de la Eucaristía (cf. Ut unum sint, 23-24;45), que Cristo ha confiado a sus Apóstoles como el Sacramento por excelencia de la unidad de la Iglesia. Aunque hay todavía obstáculos que superar, podemos estar seguros de que un día una Eucaristía común subrayará nuestra decisión de amarnos y servirnos unos a otros a imitación de nuestro Señor. En efecto, el mandamiento de Jesús de «hacer esto en conmemoración mía» (Lc 22,19), está intrínsecamente ordenado a su indicación de «lavaros los pies unos a otros» (Jn 13,14). Por esta razón un sincero diálogo sobre el lugar que tiene la Eucaristía –estimulado por un renovado y atento estudio de la Escritura, de los escritos patrísticos y de los documentos de los dos milenios de la historia cristiana (cf. Ut unum sint, 69-70)– favorecerá indudablemente llevar adelante el movimiento ecuménico y unificar nuestro testimonio ante del mundo.

Del ENCUENTRO ECUMÉNICO
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Cripta de la catedral de Santa María de SydneyViernes 18 de julio de 2008

viernes, 18 de julio de 2008

¿ES COMPATIBLE MUSICA DE CALIDAD CON "MÚSICA REFRESCANTE" ?


Ya nos empiezan a borbardear con músicas llamadas " del verano". Se escuchan por todas partes y llegan a ser lastimosas por su nula calidad. No hay radio que se precie que no esté machacando con estas llamadas canciones del verano.

Se habla de crisis económica como nunca. Incluso el responsable de la economía española ha llegado a decir que esta crisis es incomparable con las otras que hemos vivido por las ramificaciones que tiene por todas partes.

Esta crisis económica es también un nuevo síntoma de la crisis que se está extendiendo en la cultura, en la vida religiosa, en la música también. No es raro escuchar que la música popular o pop-rock también esta pasando por una grave crisis creativa. Tanto es así que se han vuelto a juntar grupos musicales que desaparecieron pero que ante esta crisis han vuelto a enganchar a sus antiguos seguidores y a nuevas generaciones. Así ha pasado con BackStreet Boys, Hombres G, Nacha Pop y un largo etcétera.

Ante esta crisis musical y para que en este verano os refresquéis con música de calidad, os presento al mundialmente conocido grupo ABBA. Hace unos años se habló de abbamanía, limitándose a escuchar sus grandes éxitos. Pero hay un ABBA menos conocido que no es el de los recopilatorios que tanto furor han hecho.

Os animo que escuchéis y disfrutéis de toda su discografía, empezando por su último álbum y más maduro THE VISITORS para después ir para atrás con SUPER TROUPER, VOULEZ VOUS, THE ALBUM (obra maestra), ARRIBAL, ABBA, WATERLOO y RING RING. No os quedéis sólo con las recopilaciones. Cada canción tiene su contexto y las recopilaciones rompen el encanto de la unidad del disco.

Ya veréis cómo no es incompatible la música de calidad con la música refrescante. No tengáis prejuicios al saber que es un grupo de los 70-80. Ya veréis cómo su sonido es muy actual y os dareis cuenta cómo este grupo sueco ha influenciado tanto en la música actual. Si no sabéis que es de ese tiempo pensaréis que es de hoy. Os gustará y disfrutaréis. Os lo aseguro. Gracias a este grupo musical me dio el gusto por el inglés al querer traducir sus letras. De ABBA se aprovecha todo....como dicen que se usa todo de los cerdos.

jueves, 17 de julio de 2008

SIGUIENDO AL PAPA EN SIDNEY(I)




  • (...)obedeciendo al mandato de Cristo mismo, partieron dando testimonio del acontecimiento más grande de todos los tiempos: que Dios se ha hecho uno de nosotros, que el divino ha entrado en la historia humana para poder transformarla, y que estamos llamados a empaparnos del amor salvador de Cristo que triunfa sobre el mal y la muerte. En su famoso discurso en el areópago, San Pablo presentó su mensaje de esta manera: «Dios da a cada uno todas las cosas, incluida la vida y el respiro, de manera que todos lo pueblos pudieran buscar a Dios, y siguiendo los propios caminos hacia Él, lograran encontrarlo. En efecto, no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos»


  • Es como si uno hojeara rápidamente imágenes de la historia de la creación narrada en el Génesis: la luz y las tinieblas, el sol y la luna, las aguas, la tierra y las criaturas vivientes. Todo eso es «bueno» a los ojos de Dios (cf. Gn 1, 1-2. 2,4). Inmersos en tanta belleza, ¿cómo no hacerse eco de las palabras del Salmista que alaba al Creador: «!Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!» (Sal 8,2)


  • Pero hay más, algo difícil de ver desde lo alto de los cielos: hombres y mujeres creados nada menos que a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). En el centro de la maravilla de la creación estamos nosotros, vosotros y yo, la familia humana «coronada de gloria y majestad» (cf. Sal 8,6). ¡Qué asombroso! Con el Salmista, susurramos: «Qué es el hombre para que te acuerdes de él?» (cf. Sal 8,5). Nosotros, sumidos en el silencio, en un espíritu de gratitud, en el poder de la santidad, reflexionamos.
    Y ¿qué descubrimos? Quizás con reluctancia llegamos a admitir que también hay heridas que marcan la superficie de la tierra: la erosión, la deforestación, el derroche de los recursos minerales y marinos para alimentar un consumismo insaciable. Algunos de vosotros provienen de islas-estado, cuya existencia misma está amenazada por el aumento del nivel de las aguas; otros de naciones que sufren los efectos de sequías desoladoras. La maravillosa creación de Dios es percibida a veces como algo casi hostil por parte de sus custodios, incluso como algo peligroso. ¿Cómo es posible que lo que es «bueno» pueda aparecer amenazador?


  • Y así descubrimos que no sólo el entorno natural, sino también el social –el hábitat que nos creamos nosotros mismos– tiene sus cicatrices; heridas que indican que algo no está en su sitio. También en nuestra vida personal y en nuestras comunidades podemos encontrar hostilidades a veces peligrosas; un veneno que amenaza corroer lo que es bueno, modificar lo que somos y desviar el objetivo para el que hemos sido creados. Los ejemplos abundan, como bien sabéis. Entre los más evidentes están el abuso de alcohol y de drogas, la exaltación de la violencia y la degradación sexual, presentados a menudo en la televisión e internet como una diversión. Me pregunto cómo uno que estuviera cara a cara con personas que están sufriendo realmente violencia y explotación sexual podría explicar que estas tragedias, representadas de manera virtual, han de considerarse simplemente como «diversión».


  • Hay también algo siniestro que brota del hecho de que la libertad y la tolerancia están frecuentemente separadas de la verdad. Esto está fomentado por la idea, hoy muy difundida, de que no hay una verdad absoluta que guíe nuestras vidas. El relativismo, dando en la práctica valor a todo, indiscriminadamente, ha hecho que la «experiencia» sea lo más importante de todo. En realidad, las experiencias, separadas de cualquier consideración sobre lo que es bueno o verdadero, pueden llevar, no a una auténtica libertad, sino a una confusión moral o intelectual, a un debilitamiento de los principios, a la pérdida de la autoestima, e incluso a la desesperación.
    Queridos amigos, la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Vuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad.


  • Hay también algo siniestro que brota del hecho de que la libertad y la tolerancia están frecuentemente separadas de la verdad. Esto está fomentado por la idea, hoy muy difundida, de que no hay una verdad absoluta que guíe nuestras vidas. El relativismo, dando en la práctica valor a todo, indiscriminadamente, ha hecho que la «experiencia» sea lo más importante de todo. En realidad, las experiencias, separadas de cualquier consideración sobre lo que es bueno o verdadero, pueden llevar, no a una auténtica libertad, sino a una confusión moral o intelectual, a un debilitamiento de los principios, a la pérdida de la autoestima, e incluso a la desesperación.
    Queridos amigos, la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Vuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad.


  • Cristo ofrece más. Es más, ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser la Vía y, por tanto, también la Vida. Así, la «vía» que los Apóstoles llevaron hasta los confines de la tierra es la vida en Cristo. Es la vida de la Iglesia. Y el ingreso en esta vida, en el camino cristiano, es el Bautismo.


  • Por tanto, esta tarde deseo recordar brevemente algo de nuestra comprensión del Bautismo, antes de que mañana consideremos el Espíritu Santo. El día del Bautismo, Dios os ha introducido en su santidad (cf. 2 P 1,4). Habéis sido adoptados como hijos e hijas del Padre y habéis sido incorporados a Cristo. Os habéis convertido en morada de su Espíritu (cf. 1 Co 6,19). Por eso, al final del rito del Bautismo el sacerdote se dirigió a vuestros padres y a los participantes y, llamándoos por vuestro nombre, dijo: «Ya eres nueva criatura» (Ritual del Bautismo, 99).


  • Queridos amigos, en casa, en la escuela, en la universidad, en los lugares de trabajo y diversión, recordad que sois criaturas nuevas. Cómo cristianos, estáis en este mundo sabiendo que Dios tiene un rostro humano, Jesucristo, el «camino» que colma todo anhelo humano y la «vida» de la que estamos llamados a dar testimonio, caminando siempre iluminados por su luz (cf. ibíd., 100).


  • La tarea del testigo no es fácil. Hoy muchos sostienen que a Dios se le debe “dejar en el banquillo”, y que la religión y la fe, aunque convenientes para los individuos, han de ser excluidas de la vida pública, o consideradas sólo para obtener limitados objetivos pragmáticos. Esta visión secularizada intenta explicar la vida humana y plasmar la sociedad con pocas o ninguna referencia al Creador. Se presenta como una fuerza neutral, imparcial y respetuosa de cada uno. En realidad, como toda ideología, el laicismo impone una visión global. Si Dios es irrelevante en la vida pública, la sociedad podrá plasmarse según una perspectiva carente de Dios. Sin embargo, la experiencia enseña que el alejamiento del designio de Dios creador provoca un desorden que tiene repercusiones inevitables sobre el resto de la creación (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990, 5). Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el «bien», empieza a disiparse. Lo que se ha promovido ostentosamente como ingeniosidad humana se ha manifestado bien pronto como locura, avidez y explotación egoísta. Y así nos damos cuenta cada vez más de lo necesaria que es la humildad ante la delicada complejidad del mundo de Dios.
    Y ¿que decir de nuestro entorno social? ¿Estamos suficientemente alerta ante los signos de que estamos dando la espalda a la estructura moral con la que Dios ha dotado a la humanidad (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 2007, 8)? ¿Sabemos reconocer que la dignidad innata de toda persona se apoya en su identidad más profunda –como imagen del Creador– y que, por tanto, los derechos humanos son universales, basados en la ley natural, y no algo que depende de negociaciones o concesiones, fruto de un simple compromiso? Esto nos lleva reflexionar sobre el lugar que ocupan en nuestra sociedad los pobres, los ancianos, los emigrantes, los que no tienen voz. ¿Cómo es posible que la violencia doméstica atormente a tantas madres y niños? ¿Cómo es posible que el seno materno, el ámbito humano más admirable y sagrado, se haya convertido en lugar de indecible violencia?
    Queridos amigos, la creación de Dios es única y es buena. La preocupación por la no violencia, el desarrollo sostenible, la justicia y la paz, el cuidado de nuestro entorno, son de vital importancia para la humanidad. Pero todo esto no se puede comprender prescindiendo de una profunda reflexión sobre la dignidad innata de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, una dignidad otorgada por Dios mismo y, por tanto, inviolable.


  • Nuestro mundo está cansado de la codicia, de la explotación y de la división, del tedio de falsos ídolos y respuestas parciales, y de la pesadumbre de falsas promesas. Nuestro corazón y nuestra mente anhelan una visión de la vida donde reine el amor, donde se compartan los dones, donde se construya la unidad, donde la libertad tenga su propio significado en la verdad, y donde la identidad se encuentre en una comunión respetuosa. Esta es obra del Espíritu Santo. Ésta es la esperanza que ofrece el Evangelio de Jesucristo. Habéis sido recreados en el Bautismo y fortalecidos con los dones del Espíritu en la Confirmación precisamente para dar testimonio de esta realidad. Que sea éste el mensaje que vosotros llevéis al mundo desde Sydney.

LIBRO SOBRE SAN PABLO PARA ESTE VERANO


El pasado 29 de junio se abrió el Año Paulino en la Basílica Papal de San Pablo Extramuros. De este forma se desea celebrar el 2.000 aniversario del nacimiento del llamado apóstol de las gentes, pues se supone que nacería alredor del año 6-8 de nuestra era en Tarso.

Se van a publicar muchos libros sobre este santo. Os recomiendo este libro: Pablo de Tarso, ciudano del Imperio.

Pablo de Tarso se nos manifiesta como un personaje que ocupa un lugar privilegiado en la Historia del mundo Occidental. Sin él la que llamamos civilización cristiana habría tomado rumbos diferentes y no poseería los rasgos con los que permanecerá viva hasta el final de los tiempos. Con la vivacidad de un movido reportaje y, al mismo tiempo, con la seriedad de una investigación histórica minuciosa, Dreyfus, cuyas calidades de escritor elegante y fluido son de sobra conocidas, nos ofrece un emocionante relato desde el que el ´Apóstol de las Gentes´ nos interpela con la fuerte y amable personalidad. El resultado es una visión cercana y emocionante de una vida que mejor debería llamarse epopeya, pues, si las peripecias de las que rebosa no tuvieran una base documental sólida, podrían parecer una invención de fantasía destinada a una novela de aventuras.

miércoles, 16 de julio de 2008

VIRGEN DEL CARMEN


Esta entreñable fiesta hunde sus raices en aquellos ermitaños del Carmelo, que recordaban aquella nube pequeña, de apariencia apacible y frágil, que apareció en el horizonte y que después cubrió por totalidad el monte Carmelo y le fecundó con su beneficiosa lluvia. Esa nube sencilla es símbolo de la pequeñez aparente, de la fragilidad de la Virgen María, anawin, pero que sin embargo cubre con sus virtudes y protección a los que buscan su amparo, asegurándose igualmente la fecundidad espiritual al ser maestra y madre de la vida espiritual. Al general carmelita Simón Stock le fue dado una librea, signo de la protección materna para aquellos que llevaran el escapulario carmelitano; un gesto de Madre Buena y Misericordiosa.

Carmen, poesía. La Virgen María es poesía de Dios, son versos de amor para con Ella misma y para con todos nosotros. Ella misma es poesía y hace poesía. ¿Acaso el Magnificat no es una poesía maravillosa en la que la Virgen vuelca toda su expericia de Dios?. En él, vemos cómo la Virgen entra y sale de los textos bíblicos con un conocimiento sentido y vivencial, capaz de hacer oración, de hacer poesía de amor.

Madre amantísima: Que nos cobijemos bajo tu acción fecunda, que nos dejemos enseñar por ti, maestra en el seguimiento de Jesús, que de nuestra experiencia vital del Divino Maestro seamos capaces, como tu, de hacer oración, de hacer poesía, de sabernos poesía de Dios.

martes, 15 de julio de 2008

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD (II)



Sigamos calentando los motores


(...)






4. El Espíritu Santo, alma de la Iglesia y principio de comunión
Pero para comprender la misión de la Iglesia hemos de regresar al Cenáculo donde los discípulos permanecían juntos (cf. Lc 24, 49), rezando con María, la «Madre», a la espera del Espíritu prometido. Toda comunidad cristiana tiene que inspirarse constantemente en este icono de la Iglesia naciente. La fecundidad apostólica y misionera no es el resultado principalmente de programas y métodos pastorales sabiamente elaborados y «eficientes», sino el fruto de la oración comunitaria incesante (cf. Pablo VI, Exhort. apost. Evangelii nuntiandi, 75). La eficacia de la misión presupone, además, que las comunidades estén unidas, que tengan «un solo corazón y una sola alma» (cf. Hch 4, 32), y que estén dispuestas a dar testimonio del amor y la alegría que el Espíritu Santo infunde en los corazones de los creyentes (cf. Hch 2, 42). El Siervo de Dios Juan Pablo II escribió que antes de ser acción, la misión de la Iglesia es testimonio e irradiación (cf. Enc. Redemptoris missio, 26). Así sucedía al inicio del cristianismo, cuando, como escribe Tertuliano, los paganos se convertían viendo el amor que reinaba entre los cristianos: «Ved –dicen– cómo se aman entre ellos» (cf. Apologético, 39, 7).
Concluyendo esta rápida mirada a la Palabra de Dios en la Biblia, os invito a notar cómo el Espíritu Santo es el don más alto de Dios al hombre, el testimonio supremo por tanto de su amor por nosotros, un amor que se expresa concretamente como «sí a la vida» que Dios quiere para cada una de sus criaturas. Este «sí a la vida» tiene su forma plena en Jesús de Nazaret y en su victoria sobre el mal mediante la redención. A este respecto, nunca olvidemos que el Evangelio de Jesús, precisamente en virtud del Espíritu, no se reduce a una mera constatación, sino que quiere ser «Buena Noticia para los pobres, libertad para los oprimidos, vista para los ciegos...». Es lo que se manifestó con vigor el día de Pentecostés, convirtiéndose en gracia y en tarea de la Iglesia para con el mundo, su misión prioritaria.
Nosotros somos los frutos de esta misión de la Iglesia por obra del Espíritu Santo. Llevamos dentro de nosotros ese sello del amor del Padre en Jesucristo que es el Espíritu Santo. No lo olvidemos jamás, porque el Espíritu del Señor se acuerda siempre de cada uno y quiere, en particular mediante vosotros, jóvenes, suscitar en el mundo el viento y el fuego de un nuevo Pentecostés.
5. El Espíritu Santo «Maestro interior»
Queridos jóvenes, el Espíritu Santo sigue actuando con poder en la Iglesia también hoy y sus frutos son abundantes en la medida en que estamos dispuestos a abrirnos a su fuerza renovadora. Para esto es importante que cada uno de nosotros lo conozca, entre en relación con Él y se deje guiar por Él. Pero aquí surge naturalmente una pregunta: ¿Quién es para mí el Espíritu Santo? Para muchos cristianos sigue siendo el «gran desconocido». Por eso, como preparación a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, he querido invitaros a profundizar en el conocimiento personal del Espíritu Santo. En nuestra profesión de de fe proclamamos: «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo» (Credo Niceno-Constantinopolitano). Sí, el Espíritu Santo, Espíritu de amor del Padre y del Hijo, es Fuente de vida que nos santifica, «porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rm 5, 5). Pero no basta conocerlo; es necesario acogerlo como guía de nuestras almas, como el «Maestro interior» que nos introduce en el Misterio trinitario, porque sólo Él puede abrirnos a la fe y permitirnos vivirla cada día en plenitud. Él nos impulsa hacia los demás, enciende en nosotros el fuego del amor, nos hace misioneros de la caridad de Dios.
Sé bien que vosotros, jóvenes, lleváis en el corazón una gran estima y amor hacia Jesús, cómo deseáis encontrarlo y hablar con Él. Pues bien, recordad que precisamente la presencia del Espíritu en nosotros atestigua, constituye y construye nuestra persona sobre la Persona misma de Jesús crucificado y resucitado. Por tanto, tengamos familiaridad con el Espíritu Santo, para tenerla con Jesús.
6. Los sacramentos de la Confirmación y de la Eucaristía
Pero –diréis– ¿Cómo podemos dejarnos renovar por el Espíritu Santo y crecer en nuestra vida espiritual? La respuesta ya la sabéis: se puede mediante los Sacramentos, porque la fe nace y se robustece en nosotros gracias a los Sacramentos, sobre todo los de la iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, que son complementarios e inseparables (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1285). Esta verdad sobre los tres Sacramentos que están al inicio de nuestro ser cristianos se encuentra quizás desatendida en la vida de fe de no pocos cristianos, para los que estos son gestos del pasado, pero sin repercusión real en la actualidad, como raíces sin savia vital. Resulta que, una vez recibida la Confirmación, muchos jóvenes se alejan de la vida de fe. Y también hay jóvenes que ni siquiera reciben este sacramento. Sin embargo, con los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y después, de modo constante, de la Eucaristía, es como el Espíritu Santo nos hace hijos del Padre, hermanos de Jesús, miembros de su Iglesia, capaces de un verdadero testimonio del Evangelio, beneficiarios de la alegría de la fe.
Os invito por tanto a reflexionar sobre lo que aquí os escribo. Hoy es especialmente importante redescubrir el sacramento de la Confirmación y reencontrar su valor para nuestro crecimiento espiritual. Quien ha recibido los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, recuerde que se ha convertido en «templo del Espíritu»: Dios habita en él. Que sea siempre consciente de ello y haga que el tesoro que lleva dentro produzca frutos de santidad. Quien está bautizado, pero no ha recibido aún el sacramento de la Confirmación, que se prepare para recibirlo sabiendo que así se convertirá en un cristiano «pleno», porque la Confirmación perfecciona la gracia bautismal (cf. Ibíd., 1302-1304).
La Confirmación nos da una fuerza especial para testimoniar y glorificar a Dios con toda nuestra vida (cf. Rm 12, 1); nos hace íntimamente conscientes de nuestra pertenencia a la Iglesia, «Cuerpo de Cristo», del cual todos somos miembros vivos, solidarios los unos con los otros (cf. 1 Co 12, 12-25). Todo bautizado, dejándose guiar por el Espíritu, puede dar su propia aportación a la edificación de la Iglesia gracias a los carismas que Él nos da, porque «en cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común» (1 Co 12, 7). Y cuando el Espíritu actúa produce en el alma sus frutos que son «amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» (Ga 5, 22). A cuantos, jóvenes como vosotros, no han recibido la Confirmación, les invito cordialmente a prepararse a recibir este sacramento, pidiendo la ayuda de sus sacerdotes. Es una especial ocasión de gracia que el Señor os ofrece: ¡no la dejéis escapar!
Quisiera añadir aquí una palabra sobre la Eucaristía. Para crecer en la vida cristiana es necesario alimentarse del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. En efecto, hemos sido bautizados y confirmados con vistas a la Eucaristía (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1322; Exhort. apost. Sacramentum caritatis, 17). Como «fuente y culmen» de la vida eclesial, la Eucaristía es un «Pentecostés perpetuo», porque cada vez que celebramos la Santa Misa recibimos el Espíritu Santo que nos une más profundamente a Cristo y nos transforma en Él. Queridos jóvenes, si participáis frecuentemente en la Celebración eucarística, si consagráis un poco de vuestro tiempo a la adoración del Santísimo Sacramento, a la Fuente del amor, que es la Eucaristía, os llegará esa gozosa determinación de dedicar la vida a seguir las pautas del Evangelio. Al mismo tiempo, experimentaréis que donde no llegan nuestras fuerzas, el Espíritu Santo nos transforma, nos colma de su fuerza y nos hace testigos plenos del ardor misionero de Cristo resucitado.
7. La necesidad y la urgencia de la misión
Muchos jóvenes miran su vida con aprensión y se plantean tantos interrogantes sobre su futuro. Ellos se preguntan preocupados: ¿Cómo insertarse en un mundo marcado por numerosas y graves injusticias y sufrimientos? ¿Cómo reaccionar ante el egoísmo y la violencia que a veces parecen prevalecer? ¿Cómo dar sentido pleno a la vida? ¿Cómo contribuir para que los frutos del Espíritu que hemos recordado precedentemente, «amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí» (n. 6), inunden este mundo herido y frágil, el mundo de los jóvenes sobre todo? ¿En qué condiciones el Espíritu vivificante de la primera creación, y sobre todo de la segunda creación o redención, puede convertirse en el alma nueva de la humanidad? No olvidemos que cuanto más grande es el don de Dios –y el del Espíritu de Jesús es el máximo– tanto más lo es la necesidad del mundo de recibirlo y, en consecuencia, más grande y apasionante es la misión de la Iglesia de dar un testimonio creíble de él. Y vosotros, jóvenes, con la Jornada Mundial de la Juventud, dais en cierto modo testimonio de querer participar en dicha misión. A este propósito, queridos amigos, me apremia recordaros aquí algunas verdades cruciales sobre las cuales meditar. Una vez más os repito que sólo Cristo puede colmar las aspiraciones más íntimas del corazón del hombre; sólo Él es capaz de humanizar la humanidad y conducirla a su «divinización». Con la fuerza de su Espíritu, Él infunde en nosotros la caridad divina, que nos hace capaces de amar al prójimo y prontos para a ponernos a su servicio. El Espíritu Santo ilumina, revelando a Cristo crucificado y resucitado, y nos indica el camino para asemejarnos más a Él, para ser precisamente «expresión e instrumento del amor que de Él emana» (Enc. Deus caritas est, 33). Y quien se deja guiar por el Espíritu comprende que ponerse al servicio del Evangelio no es una opción facultativa, porque advierte la urgencia de transmitir a los demás esta Buena Noticia. Sin embargo, es necesario recordarlo una vez más, sólo podemos ser testigos de Cristo si nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, que es «el agente principal de la evangelización» (cf. Evangelii nuntiandi, 75) y «el protagonista de la misión» (cf. Redemptoris missio, 21). Queridos jóvenes, como han reiterado tantas veces mis venerados Predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, anunciar el Evangelio y testimoniar la fe es hoy más necesario que nunca (cf. Redemptoris missio, 1). Alguno puede pensar que presentar el tesoro precioso de la fe a las personas que no la comparten significa ser intolerantes con ellos, pero no es así, porque proponer a Cristo no significa imponerlo (cf. Evangelii nuntiandi, 80). Además, doce Apóstoles, hace ya dos mil años, han dado la vida para que Cristo fuese conocido y amado. Desde entonces, el Evangelio sigue difundiéndose a través de los tiempos gracias a hombres y mujeres animados por el mismo fervor misionero. Por lo tanto, también hoy se necesitan discípulos de Cristo que no escatimen tiempo ni energía para servir al Evangelio. Se necesitan jóvenes que dejen arder dentro de sí el amor de Dios y respondan generosamente a su llamamiento apremiante, como lo han hecho tantos jóvenes beatos y santos del pasado y también de tiempos cercanos al nuestro. En particular, os aseguro que el Espíritu de Jesús os invita hoy a vosotros, jóvenes, a ser portadores de la buena noticia de Jesús a vuestros coetáneos. La indudable dificultad de los adultos de tratar de manera comprensible y convincente con el ámbito juvenil puede ser un signo con el cual el Espíritu quiere impulsaros a vosotros, jóvenes, a que os hagáis cargo de ello. Vosotros conocéis el idealismo, el lenguaje y también las heridas, las expectativas y, al mismo tiempo, el deseo de bienestar de vuestros coetáneos. Tenéis ante vosotros el vasto mundo de los afectos, del trabajo, de la formación, de la expectativa, del sufrimiento juvenil... Que cada uno de vosotros tenga la valentía de prometer al Espíritu Santo llevar a un joven a Jesucristo, como mejor lo considere, sabiendo «dar razón de vuestra esperanza, pero con mansedumbre » (cf. 1 P 3, 15).
Pero para lograr este objetivo, queridos amigos, sed santos, sed misioneros, porque nunca se puede separar la santidad de la misión (cf. Redemptoris missio, 90). Non tengáis miedo de convertiros en santos misioneros como San Francisco Javier, que recorrió el Extremo Oriente anunciando la Buena Noticia hasta el límite de sus fuerzas, o como Santa Teresa del Niño Jesús, que fue misionera aún sin haber dejado el Carmelo: tanto el uno como la otra son «Patronos de las Misiones». Estad listos a poner en juego vuestra vida para iluminar el mundo con la verdad de Cristo; para responder con amor al odio y al desprecio de la vida; para proclamar la esperanza de Cristo resucitado en cada rincón de la tierra.
8. Invocar un «nuevo Pentecostés» sobre el mundo
Queridos jóvenes, os espero en gran número en julio de 2008 en Sydney. Será una ocasión providencial para experimentar plenamente el poder del Espíritu Santo. Venid muchos, para ser signo de esperanza y sustento precioso para las comunidades de la Iglesia en Australia que se preparan para acogeros. Para los jóvenes del país que nos hospedará será una ocasión excepcional de anunciar la belleza y el gozo del Evangelio a una sociedad secularizada de muchas maneras. Australia, como toda Oceanía, tiene necesidad de redescubrir sus raíces cristianas. En la Exhortación postsinodal Ecclesia in Oceania Juan Pablo II escribía: «Con la fuerza del Espíritu Santo, la Iglesia en Oceanía se está preparando para una nueva evangelización de pueblos que hoy tienen hambre de Cristo... La nueva evangelización es una prioridad para la Iglesia en Oceanía» (n. 18).
Os invito a dedicar tiempo a la oración y a vuestra formación espiritual en este último tramo del camino que nos conduce a la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, para que en Sydney podáis renovar las promesas de vuestro Bautismo y de vuestra Confirmación. Juntos invocaremos al Espíritu Santo, pidiendo con confianza a Dios el don de un nuevo Pentecostés para la Iglesia y para la humanidad del tercer milenio.
María, unida en oración a los Apóstoles en el Cenáculo, os acompañe durante estos meses y obtenga para todos los jóvenes cristianos una nueva efusión del Espíritu Santo que inflame los corazones. Recordad: ¡la Iglesia confía en vosotros! Nosotros, los Pastores, en particular, oramos para que améis y hagáis amar siempre más a Jesús y lo sigáis fielmente. Con estos sentimientos os bendigo a todos con gran afecto.
En Lorenzago, 20 de julio de 2007
Benedicto XVI

lunes, 14 de julio de 2008

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD (I)


Siempre me ocurre lo mismo. Conforme va llegando el día de la Jornada Mundial de la Juventud convocada por el Papa, siento como un deseo del Espíritu de hacer cosas grandes en los jóvenes, esperanza y realidad de la Iglesia. Para calentar motores leamos y meditemos el mensaje del Papa para estos días.



XXIII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVIA LOS JÓVENES DEL MUNDO

CON OCASIÓN DE LA XXIII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD 2008
«Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos»

(Hch 1,8)

Queridos jóvenes:
1. La XXIII Jornada Mundial de la Juventud
Recuerdo siempre con gran alegría los diversos momentos transcurridos juntos en Colonia, en el mes de agosto de 2005. Al final de aquella inolvidable manifestación de fe y entusiasmo, que permanece impresa en mi espíritu y en mi corazón, os di cita para el próximo encuentro que tendrá lugar en Sydney, en 2008. Será la XXIII Jornada Mundial de la Juventud y tendrá como tema: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos» (Hch 1, 8). El hilo conductor de la preparación espiritual para el encuentro en Sydney es el Espíritu Santo y la misión. En 2006 nos habíamos detenido a meditar sobre el Espíritu Santo como Espíritu de verdad, en 2007 quisimos descubrirlo más profundamente como Espíritu de amor, para encaminarnos después hacia la Jornada Mundial de la Juventud 2008 reflexionando sobre el Espíritu de fortaleza y testimonio, que nos da el valor de vivir el Evangelio y la audacia de proclamarlo. Por ello es fundamental que cada uno de vosotros, jóvenes, en la propia comunidad y con los educadores, reflexione sobre este Protagonista de la historia de la salvación que es el Espíritu Santo o Espíritu de Jesús, para alcanzar estas altas metas: reconocer la verdadera identidad del Espíritu, escuchando sobre todo la Palabra de Dios en la Revelación de la Biblia; tomar una lúcida conciencia de su presencia viva y constante en la vida de la Iglesia, redescubrir en particular que el Espíritu Santo es como el “alma”, el respiro vital de la propia vida cristiana gracias a los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía; hacerse capaces así de ir madurando una comprensión de Jesús cada vez más profunda y gozosa y, al mismo tiempo, hacer una aplicación eficaz del Evangelio en el alba del tercer milenio. Con mucho gusto os ofrezco con este mensaje un motivo de meditación para ir profundizándolo a lo largo de este año de preparación y ante el cual verificar la calidad de vuestra fe en el Espíritu Santo, de volver a encontrarla si se ha extraviado, de afianzarla si se ha debilitado, de gustarla como compañía del Padre y del Hijo Jesucristo, gracias precisamente a la obra indispensable del Espíritu Santo. No olvidéis nunca que la Iglesia, más aún la humanidad misma, la que está en torno a vosotros y que os aguarda en vuestro futuro, espera mucho de vosotros, jóvenes, porque tenéis en vosotros el don supremo del Padre, el Espíritu de Jesús.
2. La promesa del Espíritu Santo en la Biblia
La escucha atenta de la Palabra de Dios respecto al misterio y a la obra del Espíritu Santo nos abre al conocimiento cosas grandes y estimulantes que resumo en los siguientes puntos.
Poco antes de su ascensión, Jesús dijo a los discípulos: «Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido» (Lc 24, 49). Esto se cumplió el día de Pentecostés, cuando estaban reunidos en oración en el Cenáculo con la Virgen María. La efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente fue el cumplimiento de una promesa de Dios más antigua aún, anunciada y preparada en todo el Antiguo Testamento.
En efecto, ya desde las primeras páginas, la Biblia evoca el espíritu de Dios como un viento que «aleteaba por encima de las aguas» (cf. Gn 1, 2) y precisa que Dios insufló en las narices del hombre un aliento de vida, (cf. Gn 2, 7), infundiéndole así la vida misma. Después del pecado original, el espíritu vivificante de Dios se ha ido manifestando en diversas ocasiones en la historia de los hombres, suscitando profetas para incitar al pueblo elegido a volver a Dios y a observar fielmente los mandamientos. En la célebre visión del profeta Ezequiel, Dios hace revivir con su espíritu al pueblo de Israel, representado en «huesos secos» (cf. 37, 1-14). Joel profetiza una «efusión del espíritu» sobre todo el pueblo, sin excluir a nadie: «Después de esto –escribe el Autor sagrado– yo derramaré mi Espíritu en toda carne... Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días» (3, 1-2).
En la «plenitud del tiempo» (cf. Ga 4, 4), el ángel del Señor anuncia a la Virgen de Nazaret que el Espíritu Santo, «poder del Altísimo», descenderá sobre Ella y la cubrirá con su sombra. El que nacerá de Ella será santo y será llamado Hijo de Dios (cf. Lc 1, 35). Según la expresión del profeta Isaías, sobre el Mesías se posará el Espíritu del Señor (cf. 11, 1-2; 42, 1). Jesús retoma precisamente esta profecía al inicio de su ministerio público en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí –dijo ante el asombro de los presentes–, porque él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres. Para anunciar a los cautivos la libertad y, a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; y para anunciar un año un año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2). Dirigiéndose a los presentes, se atribuye a sí mismo estas palabras proféticas afirmando: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír » (Lc 4, 21). Y una vez más, antes de su muerte en la cruz, anuncia varias veces a sus discípulos la venida del Espíritu Santo, el «Consolador», cuya misión será la de dar testimonio de Él y asistir a los creyentes, enseñándoles y guiándoles hasta la Verdad completa (cf. Jn 14, 16-17.25-26; 15, 26; 16, 13).
3. Pentecostés, punto de partida de la misión de la Iglesia
La tarde del día de su resurrección, Jesús, apareciéndose a los discípulos, «sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”» (Jn 20, 22). El Espíritu Santo se posó sobre los Apóstoles con mayor fuerza aún el día de Pentecostés: «De repente un ruido del cielo –se lee en los Hechos de los Apóstoles–, como el de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno» (2, 2-3).
El Espíritu Santo renovó interiormente a los Apóstoles, revistiéndolos de una fuerza que los hizo audaces para anunciar sin miedo: «¡Cristo ha muerto y ha resucitado!». Libres de todo temor comenzaron a hablar con franqueza (cf. Hch 2, 29; 4, 13; 4, 29.31). De pescadores atemorizados se convirtieron en heraldos valientes del Evangelio. Tampoco sus enemigos lograron entender cómo hombres «sin instrucción ni cultura» (cf. Hch 4, 13) fueran capaces de demostrar tanto valor y de soportar las contrariedades, los sufrimientos y las persecuciones con alegría. Nada podía detenerlos. A los que intentaban reducirlos al silencio respondían: «Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído» (Hch 4, 20). Así nació la Iglesia, que desde el día de Pentecostés no ha dejado de extender la Buena Noticia «hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8).

domingo, 13 de julio de 2008

NUEVA SIEMBRA


Salió el sembrador a sembrar....


Y habló.Y regó.Y recogió.También nosotros hemos de sembrar esta Palabra, pues la fe comienza por la predicación que entra por el oído. Y regarla con la oración, con la mortificación. Y recogeremos, vaya si recogeremos, si no en esta vida, sí en la eterna.
Lamentablemente la fe no se hereda como puede ser el color de los ojos. A cada generación hay que sembrar de nuevo, no dar por supuesto nada, y esparcir la nueva semilla. Y buscar nuevos métodos...nuevos estilos sin dejar de entregar la Verdad de Jesucristo

viernes, 11 de julio de 2008

LOS NUEVOS MOZÁRABES


Los mozárabes fueron los cristianos que viviron bajo el dominio musulmán en España desde el siglo VII al XV conservando la fe católica. No les resultó nada fácil vivir. Los musulmanes premiaban a los que convertían a su fe suprimiéndoles los impuestos, mientras que los que conservaban su fe católica tenían que pagar fuertes sumas. Sabemos igualmente que no podían edificar nuevas iglesias, ni siquiera restaurar la ya existentes; no podían hacer ningún tipo de apostolado bajo pena de muerte, incluso sus templos en cualquier momento se podían convertir en zocos improvisados ante una inclemencia del tiempo, aunque se estuviera realizando el culto: tenían que descubirirse ante los dominadores musulmanes y no dirigirles la palabra si eran ellos los que iniciaban la conversación. Las leyes musulmanas poco a poco iba impregnando todo el ambiente. Como los católicos no se convertían por las buenas...tenemos crónicas de violencia o de matanzas incluso, como en la célebre "noche toledana". No es de extrañar que ante tanta burla, explotación y vejación, al ver cómo pasaba el tiempo sin que la situación cambiase, surgiesen en toda la geografía española los famosos beatos ilustrando el libro del Apocalipsis con bellas ilustraciones y comentarios, gritando: ¡Ven, Señor Jesús!, ¡libéranos ante tanta opresión!.

Fueron capaces los mozárabes de conservar la fe católica, el rito hispano o gótico con el que celebraban los sacramentos y la liturgia de las horas. Pero también fueron capaces de adoptar la lengua árabe, costumbres alimenticias y de vestimenta.


¿Acaso nos cristianos del siglo XXI no somos los nuevos mozárabes?. El relativismo, el laicismo es la nueva religión imperante. La fe católica es vista como intransigente que suscita burlas y persecución más o menos clara; las leyes están siendo impregnadas de esa nueva religión de estado; los católicos que se declaran abiertamente como tales tienen las puertas cerradas de los partidos políticos, cargos de responsabilidad , de los medios de comunicación social, de los círculos de intelectuales....

Como los primeros mozárabes hemos de ser firmes en nuestras convicciones a pesar de todo. Ciertamente podemos vestir y asumir ciertos estilos culturales de nuestro tiempo que no choquen con nuestra fe pues son cosas secundarias: Vivimos en este mundo no en otro posiblemente más deseado. Pero no hemos de desilusionarnos como aquellos primeros, o desesperanzarnos. La Providencia de Dios tiene sus tiempos, sus momentos. Estos tiempos nos pueden ayudar a reafirmar nuestra fe, a conocer más a Jesucristo y no dejarnos llevar por los antivalores imperantes. Van a ser tiempos meritorios.....pero Tened paciencia. Yo he vencido el mundo.

jueves, 10 de julio de 2008

LA CARIDAD POR JUAN PABLO I ( y II)

La segunda parte de la catequesis sobre la caridad en la audiencia general del 27 de septiembre de 1978


Por amor vuestro amo al prójimo. Estamos aquí ante dos amores que son «hermanos gemelos» e inseparables.
A algunas personas es fácil amarlas; a otras, difícil; no nos resultan simpáticas, nos han ofendido y hecho daño; sólo si amo a Dios en serio, llego a amarlas, en cuanto que son hijos de Dios y porque Dios me lo pide.
Jesús ha señalado también cómo amar al prójimo, o sea, no sólo con el sentimiento, sino también con las obras. Éste es el modo, dijo. Os preguntaré: tenía hambre en la persona de mis hermanos pequeños; ¿me habéis dado de comer cuando estaba hambriento? ¿Me habéis visitado cuando estaba enfermo? (cf. Mt 25, 34 ss.)
El catecismo concreta éstas y otras palabras de la Biblia en el doble elenco de las siete obras de misericordia corporales y las siete espirituales.
El elenco no está completo y haría falta ponerlo al día. Por ejemplo, entre los hambrientos hoy no se trata ya sólo de este o aquel individuo; hay pueblos enteros. Todos recordamos las graves palabras del Papa Pablo VI: «Con lastimera voz los pueblos hambrientos interpelan a los que abundan en riquezas. Y la Iglesia, conmovida ante tales gritos de angustia, llama a todos y cada uno de los hombres para que movidos por amor respondan finalmente al clamor de los hermanos» (Populorum progressio, 3) Aquí a la caridad se añade la justicia, porque —sigue diciendo Pablo VI— «la propiedad privada para nadie constituye un derecho incondicional y absoluto. Nadie puede reservarse para uso exclusivo suyo lo que de la propia necesidad le sobra, en tanto que a los demás falta lo necesario» (Populorum progressio, 22) Por consiguiente «toda carrera aniquiladora de armamentos resulta un escándalo intolerable» (Populorum progressio, 53).
A la luz de estas expresiones tan fuertes se ve cuán lejanos estamos todavía —individuos y pueblos— de amar a los demás «como a nosotros mismos», según el mandamiento de Jesús.
Otro mandamiento: perdón de las ofensas recibidas. A este perdón parece que el Señor casi da precedencia sobre el culto: «Si vas, pues, a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda» (Mt 5, 23-24)
Las últimas palabras de la oración son: Señor, que os ame cada vez más. También aquí hay obediencia a un mandamiento de Dios, que ha puesto en nuestro corazón la sed del progreso.
De los palafitos, las cavernas y las primeras cabañas, hemos pasado a las casas, los palacios y los rascacielos; de los viajes a pie o a lomos de mulo o de camello, a los coches, los trenes y los aviones. Y se desea progresar todavía más con medios cada vez más rápidos, alcanzando metas cada vez más lejanas. Pero amar a Dios —ya lo hemos visto— es también un viaje: y Dios lo quiere cada vez más intenso y perfecto. Ha dicho a todos los suyos: «Vosotros sois la luz del mundo, la sal de la tierra» (cf. Mt 5, 13-14); «sed, pues, perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial» (Mt 5, 48).
Esto quiere decir amar a Dios no poco, sino muchísimo; no detenerse en el punto a que se ha llegado, sino con su ayuda avanzar en el amor.

18 años de mi Primera Misa solemne


El día 10 de julio de 1990 presidí por primera vez la Santa Misa en mi Parroquia de Santa Teresa de Jesús. Como aín no tenía templo propio la celebré en la Capilla de la Residencia de los Ancianitos Desamparados, que entonces hacía de parroquia. Ciertamente lo más importante para el Sacerdote es el día de su Ordenación, pero también queda en su recuerdo su Primera Misa.

Celebré la Misa de la Virgen María. No podía ser de otra manera pues Ella me había llevado a Jesucristo, a su Sacerdocio, y me quería poner bajo su amparo, a la vez de mirarla para siempre como modelo en mi vida sacerdotal.

miércoles, 9 de julio de 2008

CON LOS JÓVENES EN EL PARQUE DE ATRACCIONES DE MADRID



Hemos ido con los chavales que han estado participando en la catequesis en Confimación al parque de atracciones de Madrid. Hizo mucho calor pero lo pasamos muy bien. En esta foto veis solo un pequeño grupo de los que fuimos.