jueves, 28 de enero de 2010

LA GRANDEZA DEL SACERDOCIO


Nunca nos hemos de acostombrar los sacerdotes de lo que tenemos entre manos. El Señor ha querido que su salvación pase por nuestras manos. Su misma misión, los efectos de su Pasión y Resurreción, ha querido que sean llevados en las vasijas de barro de los hombres, de los sacerdotes. No es que seamos mejores ni mas guapos... sino que la llamada que nos hizo y ratificada por la Iglesia en nuestra ordenación sacerdotal, ha hecho posible que seamos cauce de salvación, de sanación. Por eso no es exagerado decir que gracias a la acción de Dios por los sacerdotes se nos comunican las gracias del Cielo, se nos perdonan los pecados y se nos sanan las heridas que el pecado causa en nosotros, nos alimentan con el mismísimo Cuerpo y Sangre del Salvador, nos abren las puertas del cielo al administrarnos el sacramento de la Unción. El mundo, pues, sería muy distinto y gris sin los sacerdotes, mientras que su acción y presencia nos hace presente al mismo Cristo que dio la vida por nosotros. ¡Qué grandeza la del Sacerdocio! Si los sacerdotes la viviésemos profundamente los jóveens que nos conocen y contemplan se abrirían a la acción de Dios, a la posible llamada al Sacerdocio. Este año sacerdotal puede hacer que el mismo pueblo de Dios se de cuenta de la belleza del sacerdocio ministerial, rece por los sacerdotes para que seamos reflejo fiel del Señor Jesús y por el aumento de las vocaciones al sacerdocio. No sería poca cosa.

3 comentarios:

maria dijo...

Felicidades por las homilias del dia de San Ildefonso y ayer domingo.
Lastima que algunos oidos no escucharan esta última.Que buena lecciónde vida espiritual la carta a los corintios.
Por cierto, seguramente El Señor quiere sacerdotes santos pero no tan delgados.

Valentín dijo...

es verdad, Gustavo está esquelético!

Gustavo Adolfo Conde Flores dijo...

Todo se andará.