(Tomado de "Religión en Libertad" www.religionenlibertad.com)
Quien habla es Ron Doub, quien fue luterano toda su vida hasta que se convirtió al catolicismo en la Pascua de 2004. El "humor" del asunto es que él llevaba desde 1989, año de su matrimonio con la católica Theresa, intentando que fuera ella la que abandonase la Iglesia.
Ron hasta ha cambiado de trabajo: dejó su profesión como informático y programador industrial para organizar peregrinaciones a santuarios de Estados Unidos y de todo el mundo, y evangelizar con ellos. Es miembro de la Legión de María, de un grupo de hombres católicos de la parroquia de Santa María en Haberstown (Maryland, Estados Unidos) y activo difusor de los programas misioneros de EWTN, la cadena de televisión de la Madre Angelica. Que, como veremos, tuvo algo que ver en su conversión.
Hijo de una pastora luterana
Ron cuenta a Why I am catholic? que sus padres eran miembros activos de la iglesia luterana, tanto que al morir su padre, su madre se ordenó como pastora luterana en 1985. Él seguía sus pasos, y su compromiso le llevó a liderar durante dos años la organización juvenil Liga de Lutero.
Posteriormente, tras concluir la universidad y empezar su vida adulta, abandonó un poco la práctica y no acudía al templo con frecuencia. Conoció a Theresa, católica pero no practicante, y se casaron por la iglesia luterana. Durante años acudieron juntos a templos de esa confesión.
"Pero mi mujer comenzó un retorno a sus raíces católicas. Poco antes de que naciese nuestro hijo acepté a regañadientes que nuestro matrimonio fuese bendecido por la Iglesia para que ella pudiese volver a los sacramentos. Sin embargo, cuando nació William le bautizamos como luterano". Y le formaron como luterano también, con clases dominicales.
William da la sorpresa y aparece la EWTN
Al cumplir siete años, sin embargo, le llevaron a la escuela católica local: "Queríamos la mejor educación para él". Un año después William les dijo a sus padres que quería hacer la Primera Comunión e ingresar en la Iglesia católica. ¡Ron volvía a fracasar en su intento de hacer de su familia una familia luterana, siguiendo su propia tradición!
"¡Perdía por 2 a 0! Mi mujer y mi hijo habían escogido la fe católica. Pero yo sabía que jamás sería católico... Fue entonces cuando la EWTN entró en mi vida. Mi mujer la veía de cuando en cuando y yo solía irme de la habitación cuando la ponía. Pero empecé a ver algún programa y luego a disfrutar con ellos... ¡aunque jamás lo hubiese admitido ante mi mujer! La EWTN aclaró algunos prejuicios e incomprensiones que yo tenía hacia la fe católica, y llegó el momento en que la Madre Angelica, el doctor Scott Hahn, Marcus Grodi y otros personajes de la EWTN se convirtieron en mis estrellas televisivas favoritas".
Una acción misteriosa de Dios en la misa
Era a finales de los 90, y Ron seguía yendo a su comunidad luterana y siendo parte activa de ella. Pero algunas veces al año iba a misa con su esposa e hijo, y empezaron a suceder cosas sorprendentes ("milagrosas", llega a decir): "Esporádicamente, durante la misa, me sentía rebosar de alegría. Y nunca era en el mismo momento de la misa: unas veces con un himno, otras con una oración, otras en la consagración, otras durante la homilía. Al principio no le di importancia a estas experiencias, pero pronto tuve que admitir que, primero, nunca había experimentado algo así en un servicio luterano, y segundo, que el Espíritu Santo estaba intentando decirme algo".
Ron entonces empezó a formarse, recurriendo entre otras fuentes a una librería católica cercana a su trabajo: "Dediqué durante unos cuantos días mi hora del almuerzo a estudiar la fe. Nunca olvidaré un día, leyendo con lágrimas en los ojos el libro de Tim Drake sobre luteranos conversos There we stood, here we stand [Estábamos allí, estamos aquí, en traducción libre]. Lo compré y lo acabé esa noche. Cada una de las historias me acercaba un poco más a la fe católica".
"Descubrí la Presencia Real, María y los santos, el rosario y la coronilla de la Divina Misericordia, y todas mis objeciones católicas se desvanecían. Pero no dije nada a nadie sobre mi itinerario, ni siquiera a mi esposa", recuerda Ron.
Respetos humanos
En la primavera de 2002 supo que "espiritual e intelectualmente" ya era católico: "Pero la mayor parte de mi familia era luterana y mi madre ministra luterana. Las consecuencias ´sociales´ de decirle a mi familia y a los amigos de mi iglesia que me iba a convertir a la fe católica me aterrorizaban a muerte".
Una noche su hijo William les dijo a él y a Theresa que iba a organizar un grupo para rezar el rosario en el colegio: "Cuando le preguntamos por qué, él afirmó simplemente que él sabía que Dios quería que lo hiciese. A mí mujer y a mí nos agradó, aunque nos quedamos sorprendidos. Nuestro hijo era un gran chico, pero generalmente llamaba poco la atención y evitaba ´los focos´. Él sabía que un muchacho que empieza un rosario para alumnos de 12 o 13 años no es nada ´guay´ y no será bien visto por sus compañeros, pero él sentía que tenía que responder a la llamada".
"Pronto", continúa Ron, "el orgullo que sentía por la valentía de mi hijo se convirtió en vergüenza por mis temores. ¡Mi hijo de 12 años estaba dispuesto a afrontar el ridículo por proclamar su fe, y yo estaba asustado de profesar la fe que en mi corazón sabía que era la verdadera!".
El paso final
En la primavera de 2003, mientras él continuaba rumiando sus indecisiones, llegó una carta del coadjutor de la parroquia católica de su mujer y su hijo invitando a un curso de iniciación católica: "¡Una vez más, y de forma no demasiado sutil, el Espíritu Santo intentaba decirme algo! La carta estuvo durante un mes en mi mesa, pero finalmente le expliqué a mi mujer el camino que estaba recorriendo. ¡Ella no se lo podía creer! ¡El luterano volvía a casa! También se lo dije a mi madre, y aunque coincidimos en disentir en algunos puntos de teología, ella se sintió feliz por que yo hubiese recobrado mi fervor religioso".
"Así que, con un año de retraso, seguí el ejemplo de mi hijo y respondí a la llamada. Me uní al cursillo de iniciación y entré en la Iglesia en la Vigilia Pascual de 2004. ¡Fue una noche de gloria que nunca olvidaré! Y nunca olvidaré el ejemplo de fe de mi hijo, que movió al Espíritu Santo en mí!", concluye Ron.
(Por cierto: el grupo del rosario creado por su hijo llegó a movilizar bajo su liderazgo hasta cuarenta chicos. Dos años después William se graduó y dejó la escuela, pero ha pasado una década y el grupo sigue existiendo y juntándose una vez a la semana para honrar a la Virgen con su oración favorita.)