I.-
No
pueden seguir las cosas tal y como están. Este podría ser el resumen de
estas jornadas de pastoral que hemos podido disfrutar. Es una pena que no todos
los legionarios de María las hayan podido vivir. Unas jornadas que han sido un
eco de los deseos del santo Padre Benedicto XVI en su carta apostólica “Porta
fidei” en la que hace una llamada comprometida, no solo por conocer la fe y
robustecerla, sino también a entregarla a los demás en esto que se está llamando
desde hace un tiempo la “nueva evangelización”. Tanta es la preocupación del
Papa sobre este tema que el último
sínodo de los obispos ha versado sobre la nueva evangelización, como fruto del
mismo se espera una Exhortación Apostólica del Papa y se ha creado en Roma un
nuevo Dicasterio sobre este tema.
II.-
¿Cómo hacer esta nueva evangelización? Se nos ha recordado en estas
conferencias que sin que haya un anuncio formal del llamado “Kerigma” estamos
edificando sobre arena. ¡Cuántas actividades de la Iglesia sin fruto, cuántas
catequesis de niños o adolescentes no han llegado al fin deseado porque no ha
habido una expresión formal del Kerigma (anuncio cristiano, la buena nueva
cristiana)! Si, damos conocimientos vagos de la historia sagrada, conocimientos
intelectuales más o menos profundos…pero no están fuertemente enraizados en el
centro de la salvación.
III.-
Los escritos de los apóstoles dejan claro que la fe comienza por el oído, esto
es, el Señor nos atrapa por el oído, como se sacan del mar los peces por los
oídos. Cuando los apóstoles llegaban a los nuevos sitios para evangelizar, no
se hablaba del matrimonio, ni del rezo del rosario….les hablaban de la novedad
cristiana, del centro del mensaje de la salvación. Después habría tiempo de
hablar de lo demás. Entonces, me diréis, ¿de qué hablaban, qué les decían para
que abandonasen su religión para aceptar el cristianismo? Esos hombres y
mujeres aparentemente eran también religiosos: tenían sus dioses, los rezaban.
¿Entonces? Esos hombres adoraban a sus dioses por temor, para que les
beneficiase en algún asunto, pero bien sabían ellos que no eran conocidos por
ese ser superior y que los despreciaba por su mísera condición humana. En
realidad a esos dioses les importaba muy
poco la vida del hombre.
Algo similar pasa hoy. Hay una fe
difusa, es decir, sí una cierta fe en un Dios que haya creado esto, una fuerza
cósmica o algo, que está distante y sin
capacidad de conocimiento personal de nosotros o que se ha desatendido de sus
obligaciones con el hombre y una fe en que algo ha de haber después de la vida
porque si no, mal negocio es este. Como veis la realidad de hoy es algo similar
con la que los primeros evangelizadores se encontraron cuando llegaban a los
sitios. Tenemos una dificultad, si
queréis, mayor, porque muchos de los que dicen creer en esa fuerza cósmica o en
nada superior, provienen de una cultura aparentemente cristiana, se creen
saberlo todo de la fe, son capaces de enjuiciar sin conocer en profundad, tienen
el “colmillo retorcido”. Ante todo esto, ¿qué hacer? Unos dicen recemos por
ellos, eso está bien, muy bien, pero hay otra cosa que podemos hacer y que la
Legión ha de seguir haciendo con nuevas fuerzas, pues para ello fue creada, que
es la nueva evangelización. Pero, ¿cómo hacerlo? Ya lo estamos comentado desde
el principio: proclamando el Kerigma. ¡Qué palabrota, me diréis! ¿Qué es eso?:
Recuperar
el primer anuncio cristiano y para
ello es necesario que cada legionario de
María y la Legión en su conjunto sienta la necesidad
de salir en busca de la oveja
perdida,
y que lo haga con el entusiasmo de los primeros cristianos que no sólo hablaban
de ciertos conocimientos, sino de su propia experiencia personal de Jesucristo.
Vale,
me diréis. Pero ¿en qué consiste el primer anuncio cristiano?
ü Que
Dios es AMOR, que es un Dios personal, que quiere decir, que me ama
individualmente, personalmente, que me ama con amor eterno (Jer 31,3), que me
conoce por mi nombres (Is 43,1), que incluso me tiene grabado en la palma de su
mano (Is 49, 15-17). Que me ama gratuita e incondicionalmente sin mérito mío
(Dt 7,7-10), que no le importa ni mi pasado (Is 1,18) ni mi condición actual
amándome tal y como soy (Os 14,5). Que por amor me ha creado sin que tuviera
ninguna obligación a hacerlo para hacerme como Él; que Él ha tomado la
iniciativa (Gen 1,26) y que quiere hacernos hijos suyos (Is 55,8). Que por mí
ha tomado carne de la Inmaculada Virgen, que en esa cueva de Belén en sus
lloros estaba mi nombre; que ha predicado pensando en mí; que ha muerto y ha
resucitado por mí.
Este por tanto es el meollo del Kerigma
cristiano: DIOS te ama, se ha hecho hombre
por
ti, ha muerto y resucitado por ti. Os
pregunto de verdad: ¿cuántos de nuestros paisanos han escuchado esto de verdad
de los labios de alguien? Me responderéis: esto en la Iglesia se dice
contantemente, que Cristo ha muerto por todos…..pero ¿por mi? Esta novedad del
anuncio cristiano tambaleó las durezas del corazón de muchos, pues esta semilla
tan pequeña, con la gracia fue haciendo que hiciera un gran socavón. Es que la
Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que
penetra hasta lo más hondo de ser humano (cf. Heb). Estas afirmaciones es el
inicio del kerigma, pues hay que hablar de la esclavitud del pecado, del pecado
personal, de la liberación que el Señor Jesucristo me ha hecho sin esfuerzo por
mi parte, que mueve a la conversión y aun estilo de vida distinto en la Iglesia
por el Espíritu Santo.
Es lo que tenemos que hacer en
nuestros contactos callejeros, en nuestros puerta a puerta, en nuestros
contactos personales: presentar este primer anuncio cristiano. Esto,
evidentemente ha de suponer un cambio de estrategia, si queréis llamarlo así, o
de metodología, pero tenemos que seguir siendo la Legión de María y cada
legionario particularmente la avanzadilla evangelizadora de la Iglesia.
Por la acción del Espíritu Santo que
nos alcanza la Virgen Santísima lo podemos hacer y muy bien, si somos dóciles
como Ella.
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