sábado, 17 de septiembre de 2011

RESPUESTAS


Hemos sido testigos recientemente de la presencia entre nosotros del Sucesor de Pedro con motivo de la Jornada mundial de la juventud que se celebró en Madrid el agosto pasado. Seguramente a cada uno de nosotros nos ha llamado fuertemente la atención algún aspecto, como veremos en el tema de estudio. Además, hemos vivido más profundamente esta Jornada gracias a tantos jóvenes que han pasado con nosotros los días previos en nuestras parroquias. Sin exageraciones creo sinceramente que los días previos han sido un regalo que Dios ha hecho a nuestras parroquias que hemos de agradecer e ir asimilando con esperanza. Nos quejamos, es verdad, por la juventud desnortada que tenemos, preocupada por el día a día, y sin poner unos horizontes mayores que el “ahora”. Pero también es verdad que hay una juventud distinta, una juventud que aspira a otra cosa, que ha visto que solo en Jesucristo se puede encontrar en realidad los anhelos colmados que el corazón humano desea. ¡Cuántas ideologías han fracasado al presentarse como las que dan la felicidad! Ni el marxismo que ve en la sola materia el sentido humano, ni el positivismo que hace ver en la ciencia la que da respuestas definitivas, ni el capitalismo deshumanizado y salvaje que pretende dar respuesta en el dinero, han sido capaces de calmar las ansias de eternidad del corazón humano. Por eso, para tantos profetas falsos de nuestro tiempo, esta manifestación de fe sentida, ha sido un fuerte aldabonazo que les ha resquebrajado sus falsos dogmas. Ni la materia, ni la ciencia, ni el afán de dinero, pueden ahogar los sentimientos e interrogantes más profundos que el ser humano va arrastrando durante su vida. Solo Jesucristo, solo Él, que es el rostro visible de Dios invisible da la felicidad al hombre que busca y espera respuestas profundas a sus más íntimos interrogantes. Así el Papa Benedicto XVI,  ya desde la ceremonia de bienvenida en Madrid, no ha dado un discurso de cumplidos diplomáticos, sino que ha entrado de lleno en la preocupación que tiene toda generación de encontrarse con Jesús para hallar la verdadera felicidad.
El Papa de esta forma nos enseña a “vender nuestra mercancía”. Seguir a Jesucristo no es un cúmulo de normas morales que hemos de vivir, sino que es tener experiencia de su amistad, de su señorío sobre nosotros, de su acción liberadora que nos salva. Así es como le tenemos que hacer presente en nuestros contactos, en nuestras labores apostólicas, “vendiendo” felicidad, la auténtica y definitiva que solo el Señor puede dar gracias a la cooperación estrecha de la Bendita María. No venderemos así humo, ni mercancía estropeada, si centramos nuestros afanes por hacer que Jesucristo sea más conocido, amado e imitado, haciendo ver que en todo ello estriba la verdadera felicidad. Pero siendo también nosotros felices al haber conocido y seguir las pisadas de Jesucristo, sabiendo trasparentar esta felicidad en las acciones apostólicas. A la que es causa de la alegría, de la verdadera alegría y felicidad, seguimos encomendando a todos los jóvenes y no tan jóvenes, para que de su mano bendita alcancen a Jesucristo.

ALLOCUTIO DEL MES DE SEPTIEMBRE DE 2.011 del COMITIUM NUESTRA SEÑORA DEL SAGRARIO

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