domingo, 15 de abril de 2012

MORIR Y RESUCITAR CON CRISTO

I.- Durante estos días pasados hemos acompañado al Señor en sus momentos más duros en los que entrega su vida por nosotros y ahora, también junto a su Madre, nos gozamos de su victoria sobre la muerte. Han sido días para morir con Cristo místicamente y resucitar a una vida nueva, que se ha producido en nosotros realmente por las aguas bautismales. Seguramente hemos meditado en estas verdades durante estos días santos. En estos minutos, vamos a intentar brevemente en qué aspectos hemos de morir en nuestra vida legionaria, para resucitar a una vida nueva más ilusionante y rejuvenecida.
 Hemos de morir a nuestro “yo” que sigue palpitando en demasía, incluso bajo
apariencias santas y buenas. Un yo que se hace notar en las juntas “luciéndonos” personalmente, ya sea a la hora de informar de los trabajos con excesivo detalle y verborrea, ya sea en los temas de estudio para demostrar a los demás nuestros conocimientos. De esta forma queremos sobresalir y hacer saber a los demás que ya sabemos mucho de Legión o de mucha vida espiritual, y que “debemos” tutelar a los demás en su proceso de maduración. Morir con Cristo, supone dejar nuestro “yo” a un lado, no querer prevalecer, no “chupar cámara”, para no alargar las juntas innecesariamente y respetando cuando el otro tenga la palabra. Pensemos siempre que si alguien se asomara a nuestras juntas como visita han de ver en ellas esa convivencia en que el “yo” disminuye para convertirse en un “nosotros” armonioso y afinado.
 Morir a nuestro “yo” significa saber aceptar el trabajo apostólico asignado, aunque nos
guste otro con otra pareja y no hacer saber las preferencias ni lo que no nos gusta para de esta forma ser instrumentos valiosos en manos de la Virgen que desea seguir sirviendo y cuidando a su Hijo en las personas a quienes visitamos. Si no lo hacemos así nuestro trabajo será infructuoso porque en vez de servir nos buscamos a nosotros mismos.
 Morir a nuestro “yo” supone también no poner trabas a las necesidades que pueda tener
el praesidium o bien el Consejo. No se aceptan los cargos porque supone un tiempo en un domingo por las tardes…porque quizá alguien despectivamente informa de lo que aquí se hace y en vez de dar ganas de aceptar nuevas responsabilidades dan ganas huir rápidamente poniendo toda clase de excusas peregrinas.
 Resucitar con Cristo, supone poner los ojos en aquél que ha trascendido nuestra
dimensión y vive inmortal y glorioso con el Padre Eterno. Es aspirar a vivir con la bondad, con las delicadezas del mismo Señor. Ya lo hemos visto en las distintas apariciones que tiene el Señor a sus discípulos: Si antes los llamaba amigos ahora los llama hermanos; no hay ningún enfado resaltable por su incredulidad e incluso en una de las apariciones el Señor en el lago de Galilea les tiene preparado el pescado asado…Cuántas risas se echarían … Resucitar con Cristo es hacer lo posible para que en nuestras reuniones de praesidia, de comitium, se respire realmente fraternidad, cordialidad, caridad, delicadeza de tal forma que puedan decir de nosotros, como de los primeros cristianos: mirad, cuánto se quieren.
 Resucitar con Cristo, significa también recobrar una nueva mirada, o quizá mejor volver
a nuestras primeras niñas, las de los ojos. Vivir inmersos en la novedad, ver todo como gracia de Dios, como delicadezas que la Virgen hace conmigo, oportunidades para vivir la vida en plenitud.
La Virgen no tuvo que morir a nada, pues siempre fue un alma resucitada. Con su paciencia derramada en nosotros a raudales hace posible que vaya creciendo en nosotros los deseos de morir con Cristo y resucitar con Él místicamente. Que no nos cansemos en este proceso rejuvenecedor.

ALLOCUTIO DEL MES DE ABRIL DE 2012

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