lunes, 24 de diciembre de 2012

AÑO DE LA FE (I)


I.- El pasado día 11 de octubre dio comienzo el “año de la fe” al que Benedicto XVI ha convocado a toda la Iglesia. Es verdad que toda nuestra vida como cristiano es una cadena de “años de la fe”, como de “años eucarísticos” o “años marianos”, pues en nuestro día a día alimentamos la fe en la Eucaristía de las manos de nuestra Señora.

Entonces, ¿por qué celebrar una “año de la fe”?

II.- Psicológicamente podemos decir que necesitamos ciertas novedades que nos motiven de nuevo, que nos incentiven para no vivir rutinariamente. Lo mismo ocurre en nuestra vida espiritual y más si cabe en este tiempo en el que si no estamos haciendo algo nuevo, caemos en una monotonía espiritual que nos parece estar siempre igual.

III.- Este año de la fe es para que caigamos en la cuenta del tesoro vital que es tener o no fe. Que no da igual tenerla como que no. Que esta fe ha sido un regalo que un día el Señor nos regaló el día de nuestro propio bautismo, junto con la esperanza y la caridad. Y este regalo ha de ser mimado por el que lo ha recibido:

ü  Una fe que comienza por el oído, como dice en apóstol san Pablo, ha de seguir

alimentándola gracias a oir las oraciones de la Liturgia, a oir las predicaciones, al oir la misma música litúrgica.

ü  Una fe que ha de ser alimentada con el estudio de esta fe. En su carta apostólica

“Porta Fidei” el Papa nos vuelve a presentar al Catecismo de la Iglesia Católica como uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II [1]. Seguramente todos le tenemos en nuestras estanterías. Este año es un buen tiempo para que diariamente le estudiemos un poco, especialmente su sección segunda en la que explica el “credo”. ¿Qué excusa vamos a poner de nuevo para no hacerlo? Nuestra fe no ha de ser la “fe del carbonero” de otro tiempo, sino una fe ilustrada que la conozca para poder dar razón de lo que creemos.

ü  Hay un refresco que tiene una Slogan: que te da alas. Y en el anuncio

publicitario el que lo bebe le salen unas alitas y se ve por ahí volando. Seguramente todos atestiguamos que tomándola seguimos tal cual. La fe es la que realmente nos da alas: nos hace comprender de dónde venimos, qué sentido tiene nuestro vivir y qué futuro eterno nos espera si somos constantes en el amor a Cristo.

ü  La fe, como iremos viendo durante el año, se fortaleza entregándola a los demás

por medio de nuestros apostolados. Por eso, este año ha de ser especialmente apostólico entre nosotros, realizando más esos trabajos heróicos de los que habla el Manual, sabiendo que así nuestra fe personal será incrementándose.

ü  Añadamos el rezo del credo diariamente a nuestras devociones diarias, “algo

sobre lo que tenéis que pensar cuando estáis en la calle y que no debéis olvidar ni cuando coméis, de forma que, cuando dormís corporalmente, vigiléis con el corazón”[2].

         A nuestra Señora hemos de encomendar las acciones de este año de la fe que estamos comenzando, para que así su Hijo sea más conocido por todos.
 
ALLOCUTIO DEL MES DE OCTUBRE DEL COMITIUM DE TOLEDO



[1] Porta Fidei ,11
[2] Porta Fidei 9, citando a san Agustín.

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