I.-
El pasado día 11 de octubre dio comienzo el “año de la fe” al que Benedicto XVI
ha convocado a toda la Iglesia. Es verdad que toda nuestra vida como cristiano
es una cadena de “años de la fe”, como de “años eucarísticos” o “años
marianos”, pues en nuestro día a día alimentamos la fe en la Eucaristía de las
manos de nuestra Señora.
Entonces,
¿por qué celebrar una “año de la fe”?
II.-
Psicológicamente podemos decir que necesitamos ciertas novedades que nos
motiven de nuevo, que nos incentiven para no vivir rutinariamente. Lo mismo
ocurre en nuestra vida espiritual y más si cabe en este tiempo en el que si no
estamos haciendo algo nuevo, caemos en una monotonía espiritual que nos parece
estar siempre igual.
III.-
Este año de la fe es para que caigamos en la cuenta del tesoro vital que es
tener o no fe. Que no da igual tenerla como que no. Que esta fe ha sido un
regalo que un día el Señor nos regaló el día de nuestro propio bautismo, junto
con la esperanza y la caridad. Y este regalo ha de ser mimado por el que lo ha
recibido:
ü Una
fe que comienza por el oído, como dice en apóstol san Pablo, ha de seguir
alimentándola
gracias a oir las oraciones de la Liturgia, a oir las predicaciones, al oir la
misma música litúrgica.
ü Una
fe que ha de ser alimentada con el estudio de esta fe. En su carta apostólica
“Porta
Fidei” el Papa nos vuelve a presentar al Catecismo de la Iglesia Católica como
uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II [1].
Seguramente todos le tenemos en nuestras estanterías. Este año es un buen
tiempo para que diariamente le estudiemos un poco, especialmente su sección
segunda en la que explica el “credo”. ¿Qué excusa vamos a poner de nuevo para
no hacerlo? Nuestra fe no ha de ser la “fe del carbonero” de otro tiempo, sino
una fe ilustrada que la conozca para poder dar razón de lo que creemos.
ü Hay
un refresco que tiene una Slogan: que te da alas. Y en el anuncio
publicitario
el que lo bebe le salen unas alitas y se ve por ahí volando. Seguramente todos
atestiguamos que tomándola seguimos tal cual. La fe es la que realmente nos da
alas: nos hace comprender de dónde venimos, qué sentido tiene nuestro vivir y
qué futuro eterno nos espera si somos constantes en el amor a Cristo.
ü La
fe, como iremos viendo durante el año, se fortaleza entregándola a los demás
por
medio de nuestros apostolados. Por eso, este año ha de ser especialmente
apostólico entre nosotros, realizando más esos trabajos heróicos de los que
habla el Manual, sabiendo que así nuestra fe personal será incrementándose.
ü Añadamos
el rezo del credo diariamente a nuestras devociones diarias, “algo
sobre
lo que tenéis que pensar cuando estáis en la calle y que no debéis olvidar ni
cuando coméis, de forma que, cuando dormís corporalmente, vigiléis con el
corazón”[2].
A nuestra Señora hemos de encomendar
las acciones de este año de la fe que estamos comenzando, para que así su Hijo
sea más conocido por todos.
ALLOCUTIO DEL MES DE OCTUBRE DEL COMITIUM DE TOLEDO
[1] Porta
Fidei ,11
[2] Porta
Fidei 9, citando a san Agustín.
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