- Si, a veces se nos olvida que sólo en Jesucristo encontramos Palabras de vida eterna,¡se nos olvia tantas veces, que buscamos sustitutos que-pensamos- nos pueden dar más, y acogemos facilmente líderes de todo tipo. Sin embargo, sólo en Él podemos encontrar lo que nuestro corazón desea, sólo en Él encontramos el Amigo que nunca falla. Por eso el Padre Eterno nos dice "Estee s mi Hijo amado, escuchadle", no busquéis más, no perdáis el tiempo... Pero escuchar supone acoger activamente la Palabra de Jesús, su Mensaje. No es oir sin más, como el que oye llover. Es dejar que esta Palabra taladre mi alma mi pensamiento , que zarandee mi vida acomodada. Como la tierra se deja llenar de agua, como hizo la Virgen Santísima, la discípula perfecta de Cristo, que oya, escucha, se deja hacer y actúa según la Palabra divina. Si somos sinceros de verdad tendremos que decir que muchas veces no hacemos nada de esto, que la primera parte de la Misa estamos en nuestras batallitas mentales y no centrados en lo que la Palabra de Dios nos quiere regalar.
- Nos temos uqe convertir también en nuestra forma de entender la vida. Sí, queremos una vida totalmente gozosa, rechazamos de por sí todo sufrimiento viéndolo destructivo y sin sentido. Jesucristo, sin embargo, nos ha enseñado que le sufrimiento, que la muerte sólo es un paso que todos hemos de pasar, pero que transpasándola aparecerá la vida eterna y gozosa. Él mismo asumió nuestra condición humana con todas las consecuencias, pero desde dentro quebró la oscuridad, dando sentido y valor a toda nuestra vida. Ella, la Inmaculada, es modelo de ir asumiento en su peregrinación de la vida el estilo de Jesús.
- En nuestra vida espiritual el Señor nos da remansos de paz, de alegría, al sentirle tan cerca de nosotros, lo que los maestros espirituales llaman " consuelos". Y gracias a ellos podemos seguir andando siguiendo al Señor... es lo que pasó a Pedro, Santiago y Juan antes de ser testigos de los momentos de la agonía de Jesús en Getsemaní, aunque solo uno de ellos, Juan, aprovechara este momento para no dejar a Jesús abandonado. Aprendamos de esta lección para nuestro avance espiritual: gocemos profundamente de los momentos fuertes de los encuentros del Señor para que así, en los momentos de sequedad, de sufrimiento, revivirlos. Así lo tuvo que hacer nuestra Señora en el momento de la cruz de su Hijo: recordar el "llena de gracia" del mensajero divino, los momentos más luminosos de su vida con Jesús para dar hondura y consufrir con sentido la pasión de Jesucristo.
- ¡Qué bien se está aquí! decián los apóstoles al disfrutar anticipadamente de la visión de la divinidad del Señor. No querían bajarse del Tabor. Desgraciadamente así nos pasa a los cristianos de hoy, no queremos bajar del monte, queremos estar tranquilamente con el Señor. Y así nos luce . Dejamos a los que no som amigos de Jesús que hagan las leyes, que dirijan la economía,q ue hagan cultura...mientras que los católicos no nos metemos en las entrañas del mundo para transfigurarle según Dios. Hemos de bajar del monte, y entrar en las entrañas de nuestras sociedad: asociaciones de vecinos, de padres, culturales, políticas, econoómicas, judiciales... La Virgen Santísima no se quedó en la mera contemplación, sino que bajó a las situaciones más cotidianas, como en aquellas bosa de Caná, para dar soluciones. Sigamos sus pasos.
domingo, 28 de febrero de 2010
LA TRANSFIGURACIÓN EN CUARESMA
martes, 23 de febrero de 2010
EL IDEARIO DE COPE: SEAMOS CONSECUENTES EN TODO
lunes, 22 de febrero de 2010
HA MUERTO CELADA
sábado, 20 de febrero de 2010
HUMILITAS (I)
- La humildad nos ha de llevar a reconocer que la vida es un regalo de Dios que nos ha llegado por el amor de nuestros padres. Que no la hemos ganado por esfuerzo personal sino que se nos ha dado gratuitamente, sin merecerlo. Las consecuencias de este descubrimiento es total: si la vida se me ha sido regalada he de cuidarla no la he de maltratar ni la personal ni la de ninguna persona. He de luchar para que la vida sea vivida por todos dignamente en todos los órdenes, luchando así por una verdadera justicia social fundada en el amor de Dios.
- La humildad nos lleva igualmente a reconocer que por encima de nosotros hay Alguien que nos ha creado a su "imagen y semejanza" que nos diferencia claramente de los demás seres creados al tener inteligencia, voluntad, libertad.. y un alma inmortal. Y al saber que El está por encima de mí...¡cuantas consecuencias tiene! El hombre no es dueño de la moralidad, no es el punto último de referencia sino que es Dios del que nacimos y hacia donde vamos. El ser humano no puede por tanto convertirse en fuente de moralidad definiendo así lo que está bien y lo que está mal, sino que es Dios mismo la fuente de la vida y de la mismo vida moral, que es un vehículo para ser felices y santos.La soberbia nos lleva a rechazar todo lo que no es en un principio racional, empírico o experimental, en querer asi ser como dioses y decidir así lo que es bueno o es malo. La verdad real y experimental es esta: que el hombre que no vive la humildad se converte en lobo para otro hombre, en un mounstruo para el otro, porque pretende imponer algo que no está en ley natural. La humildad se ejercita rezando, ponerse de rodillas ante el Todopoderoso, reconoceindo lo que en realidad somos.
- La humildad nos ha de llevar también a recoger la Palabra de Dios como tal, a ser agradecidos porque haya querido darse a conocer y ratificar lo que hasta entonces era una mera sopecha.
La encarnación de la humildad es la Madre de Dios. Con razón la llamamos santísima porque por la humildad ha llegado a conocer profundamente la realidad de Dios encarnado. Cuando compone el Magníficat exteriorizando así las simas de su intimidad con Dios dice: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador... Ójala que también nosostros seamos capaces de componer nuestro porpio cántoco de humildad porque antes ya la hayamos vivido y encarnado.
Allocutio del mes de febrero de 2.010 del Comitium Nuestra Señra del Sagrario. Toledo
martes, 16 de febrero de 2010
jueves, 11 de febrero de 2010
ESTUDIANTES EJEMPLARES
sábado, 6 de febrero de 2010
LA PLEGARIA DE ZAPATERO
JUAN MANUEL DE PRADA
Sábado , 06-02-10
¿En qué consistió la plegaria de Zapatero en Washington? Pues consistió en repetir la estrategia que emplea el demonio en el episodio de las tentaciones en el desierto, donde cada vez que trata de seducir a Jesús lo hace invocando citas bíblicas; y es que, en efecto, el demonio es un gran conocedor de la Biblia, aunque su conocimiento lo emplee para invertir el sentido de sus palabras. Esta estrategia la desplegó Zapatero, a imitación de su modelo, en un doble y complementario sentido: por un lado, recurrió a la literalidad engañosa que trocea y descontextualiza la Biblia, para evitar alusiones molestas; por el otro, recurrió a su interpretación laxa, utilizando la cita bíblica a modo de «cadáver exquisito» cuyas palabras pueden intercambiarse a voluntad. O sea, la Biblia convertida en un fósil o en un ectoplasma, para que deje de ser Palabra viva y se convierta en palabra petrificada o palabra reducida a papilla.
Zapatero uso la Biblia como un fósil en su cita del Deuteronomio, donde leyó el mandato que prohíbe oprimir al jornalero pero omitió la consecuencia lógica de infringir tal mandato, que el Deuteronomio nombra explícitamente: «De otro modo, (el jornalero) clamaría a Yavé contra ti y tu cargarías con un pecado». Y usó la Biblia como un ectoplasma cuando muy taimadamente repitió la inversión de la sentencia evangélica -«La Verdad os hará libres»-, afirmando que es la libertad la que nos hace verdaderos. Pero la libertad, como afirma don Quijote en otra cita tergiversada por Zapatero, es un «don de los cielos»; y es que Don Quijote era, como lo definió Turgueniev, «la criatura más profundamente moral que existe en el mundo». Ese don divino de la libertad nos permite reconocer categorías morales objetivas, a las que el hombre puede adherirse o traicionar, porque, en efecto, somos libres para salvarnos y libres para perdernos. Don Quijote usó del don divino de la libertad para adherirse al Bien; y su lealtad al Bien, que tantos varapalos y privaciones le costó, fue inquebrantable hasta la hora de su muerte. Sabía cuál era su misión en el mundo y sabía, sobre todo, que tal misión no podía llevarla a cabo solo, sino con la ayuda de Quien, desde el cielo, le había entregado magnánimamente el don de la libertad; por eso dice (II, cap. 58): «Los que reciben son inferiores a los que dan; y así es Dios sobre todos, porque es dador sobre todos».
Don Quijote está tan unido a la Verdad, tan abrazado al Bien, que es libre para probarse en los sacrificios más ímprobos; es libre para entregarse a las causas que no le reportarán ningún provecho; es libre para alzarse del polvo una y otra vez, cuando cada una de sus empresas se salda con el fracaso y el escarnio; es libre, en fin, hasta de sí mismo, como lo expresa con delicadeza sin igual Sancho, cuando de regreso a la aldea junto a su vapuleado amo, exclama: «Deseada patria, abre los brazos y recibe a tu hijo don Quijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo; que, según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que desearse puede». Zapatero, que representa la criatura antípoda de don Quijote, o sea una criatura profundamente amoral, no cree que el Bien se alcance «venciéndose a uno mismo», sino que piensa que el bien es una gelatina que cada cual puede moldear a su gusto, dejándose vencer por sus caprichos; y, de este modo, la libertad se convierte en la búsqueda del interés propio, en la satisfacción de apetencias y deseos; esto es, en puro emotivismo y debilidad mental.
Hay quienes afirman que el discurso de Zapatero no fue una verdadera plegaria; yo, por el contrario, sostengo que lo fue de principio a fin, sólo que no iba dirigida a Dios, sino a aquél que los antiguos denominaban «mono de Dios». Por eso, en su plegaria llenó de mierda la Biblia y, por añadidura, el Quijote, que es la más sublime expresión de la literatura cristiana.