He leído la última novela de Dan Brown "El símbolo perdido". He de decir que te engancha facilmente debido a su acción trepidante, pero una vez más su hondura deja mucho que desear y su documentación sigue haciendo aguas por doquier. Esta vez está centrado en los masones, menos mal que por ahora ha olvidado a la Iglesia católica. Interesante es ver cómo en la solapa interior avisa que este libro es una pura novela, que los personajes e instituciones que aparecen son producto de la imaginación del autor, mientras en las dos anteriores "Ángeles y demonios" o el "Código Da Vinci" no decia nada al respecto. Se ve que tiene más miedo a la masonería por el poder real que tiene en todos los ámbitos, que a la Iglesia Católica, al cubrirse de tal forma las espaldas.
Es cierto que los padres fundadores de EE.UU. fueron masones y que dejaron plasmados sus ideales en la construcción de la nueva Roma, llamada posteriormente Washington, sus símbolos plasmados en su misma moneda... Pero el poder masónico actual va por otros caminos, al menos la masonería de corte francés.
Cree, intuye, siguiendo el cabalismo judío, que la Sagrada Escritura esconde un mensaje encriptado. Se ve que el autor ha de pertenecer a ese grupo de ricos americanos que como dice el refrán castizo, "el diablo cuando no tiene nada que hacer mata moscas con el rabo", los cabalistas.
Pero su ideología atea le frena en su búsqueda, pudiendo más que él. Es cierto, la Sagrada Escritura está encriptada. Sólo con una palabra,una Persona, y a veces con dos, todo queda comprendido: JESUCRISTO y MARÍA.
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