sábado, 17 de octubre de 2009

CAMINOS DE SANTIDAD


I.- Estamos de enhorabuena. La beatificación o canonización de un cristiano como el Cardenal Sancha nos vuelve a recordar una realidad que nos pasa inadvertida: que la Iglesia es santa. Ya sabemos que no es porque la jerarquía lo sea, ni porque lo seáis los laicos, sino porque su fundador es el tres veces santo, Jesucristo, y porque en su seno están los medios para que lleguemos a la santidad. Tenemos los sacramentos que nos hacen participar de la intimidad de Jesús, obras maestra del Señor, y que nos llena de su gracia y amistad, y entre todos sobresale la Eucaristía. Pero también tenemos otros medios que el Señor nos ha puesto en el camino con los que podemos y debemos crecer en santidad. La meditación de la Palabra de Dios nos ayuda a crecer y si tenemos el estilo de la Virgen como la docilidad, la Palabra será el horizonte hacia el que tendemos, como lo hicieron los santos. Las distintas prácticas piadosas han ayudado a muchas generaciones a vivir la fe y así se ha crecido. Las mismas obras de caridad hacen que se crezca en gracia, pues el Señor ha unido la gracia a la buena obra si es realizada por su amor. En fín, el Señor ha dejado medios en su Iglesia para que crezcamos en santidad.
II.- Uno de ellos, fácil, accesible, es el rezo diario del Santo Rosario. No hay ningún santo que no lo haya rezado diariamente ni haya dejado de recomendarlo en su entorno. Un legionario de María que ya lleve tiempo en la Legión ha de ver en el rosario su oración preferida porque de la mano de la Virgen Santísima va ahondando en la fe, va entendiendo más y mejor el evangelio, va sacando poco a poco las aplicaciones para su día a día de las escenas que va contemplando. El Santo Rosario rezado devotamente hace que nuestro corazón vaya adquiriendo los sentimientos de Jesucristo de la mano segura de su Madre, maestra en hondura y en oración. Por eso la Legión lo reza en sus juntas semanales o en el comitium, y por eso cada legionario ha de comprometerse en rezarlo diariamente. Y cuando uno ha descubierto las riquezas que esta bellísima oración esconde tenemos que ser capaces de hacerlo ver a los demás, sabedores que si ha sido bueno para nosotros, también lo puede ser para los demás que necesitan remansos de paz y de apertura a lo sobrenatural, con la esperanza que ello conlleva. Sería bueno que releyéramos la carta apostólica que Juan Pablo II escribió sobre el Rosario, para que de esta forma seamos capaces de sacarle más el jugo a esta oración cristológica, trinitaria y mariana.
III.- La Legión de María ha de ser una propagadora del Rosario en sus trabajos alma a alma, persona a persona. Si no lo hacemos nosotros, nadie lo va a hacer y el Señor quiere seguir naciendo en el mundo a través de la Señora. Abramos siempre nuevos cauces imaginativos para que el Rosario vuelva a ser una oración personal y de familia.
Allocutio del mes de octubre del Comitium Nuestra Señora del Sagrario.Toledo

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