lunes, 26 de octubre de 2009

¿QUÉ SERÍA DE NOSOTROS SIN LA LUZ?


Todos tenemos la experiencia que de noche se nos "vaya la luz". Queremos movernos por la casa, que pensamos que la conocemos perfectamente, pero sin embargo tropezamos una y otra vez, los mismos rostros , antes conocidos, se convierten en meros espectros que nos hacen dudar a quién corresponde a cada uno. Pensamos que podemos guiarnos perfectamente por la casa, pero estamos completamente desenfocados, no sabemos calcular las distancias...

Si esto pasa a nivel tan básico, ¿qué decir al nivel más profundo y espiritual? Cuando no esta la verdadera luz que solo nos la puede proporcionar Jesucristo que dijo de sí "Yo soy la luz del mundo", entonces andamos despistados, no caculamos bien las distancias, andamos desenfocados de tal forma que pensamos que una cosa tiene más importancia de la que realmente tiene, y viceversa. Andamos a tientas, sin Aquel que nos ha dado la auténtica vida. Sin Jesucristo la vida anda completamente distorsionada, sin saber ahondar verdaderamente y contentarnos con aljibes agrietados, como denunciaba el profeta Jeremías. El ciego Bartimeo, que era consciente de la carencia que tenía gritó persiguiendo al Señor, ¡Hijo de David, ten compasión de mí! También nosotros tenemos un algo o un muy mucho de ciego, pero para que podamos gritarle hemos de ser consciente de nuestra ceguera. Acudamos a la Virgen Santísima para que Ella nos ampare y podemoa así ser conscientes de nuestar ceguera para poder, también nosotros, gritar ¡ten compasión de mí!

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