jueves, 19 de noviembre de 2009

OTRA RAZÓN PARA CREER


Los filósofos de todos los tiempos han tratado de demostrar razonablemente la existancia de Dios. Desde Aristóteles pasando por Santo Tomás de Aquino y Kant, las generaciones han intentado responder a esta inquietud por medio exclusivamente racionales. El mismo Magisterio de la Iglesia ha afirmado categóricamente que se puede afirmar racionalmente la existencia de Dios partiendo de las cosas materiales (Concilio Vaticano I). Sin embargo, el pecado oscurece progresivamente la razón debilitándola de tal manera que, este mundo materialista en el que todo se toca y comercia, va perdiendo la capacidad de la afirmación de la existancia de Dios con la sola razón, llegando como mucho al llamado agnosticismo que esconde en sí el drama de una capacidad intelectual enfriada y enturbiada.

Sin embargo, mirando las noticias del día a día, hay nuevos motivos y razones para creer en la existencia de un Dios personal y remunerador en el más allá. El corazón humano, sus ideales son altos, pues busca día tras día la justicia, la verdad, la belleza. ¿La verdad?este mundo solo nos da migajas de verdades, espejismos que resuktan falaces. ¿La belleza? Ciertamente lo vemos en este mundo, peor belleza también caduca y pasajera.¿La justicia? Ya vemos, una vez más, que en este mundo no existe. Que los poderosos burlan las leyes, que los poderes políticos de cada momento manipulan las mismas leyes para que se apliquen a su conveniencia en cada momento: a los atuneros, a los Oteguis...

¿Entonces, a dónde vamos a ir? A Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, Belleza Plena, que garantiza la justicia eterna.

Por eso, cuando vemos la arbitariedad de la justicia en cada momento en este mundo, nos da nuevos motivos para esperar, nuevos motivos para creer.

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