lunes, 15 de marzo de 2010

CORAZONES (IV domingo de Cuaresma)


¿No has sentido una alegría íntima cuando sabes a ciencia cierta que hay alguien que te quiere de verdad, un amigo que se interesa de verdad por ti y tus asuntos, alguien con quien contar de verdad y que es un fuerta apoyo en tu vida? Pues si lo sientes así, al tener a tu amigo cerca, ¡cuánto más tendría que ser nuestra alegría al saber que hay Alguien infinitamente superior que tiene un "corazón de oro"?

En la hermosísima página evengélica del "hijo prófigo y Padre misericordioso" nos ha mostrado el auténtico interior del Padre Eterno y también cómo es el corazón humano.


MIRAD:




  • El Corazón de Dios es "más bueno que el pan". Cuando este hijo de la historia le pide su herencia, aunque se queda sorprendido, se la da sin más, aunque pueda sospechar lo que podría hacer con el dinero un chico tan joven.Le deja marchar, auqnue se queda con el corazón roto, desconsolado. Pues así es el Padre Eterno: ve en nosotros sus hijos, nos cansamos de estar en su casa, de ser sus hijos, nos engatusamos con baratijas que brillan y que valen poco, pero que nos dejamos ganar por ellas. Se duele porque nos vayamos de casa, le cuesta mucho que nos vayamos por ahí buscando lo que ya tenemos con Él. Se siente dolorido cuando pecamos, cuando cometemos lo que Él aborrece. Nuestro Dios, por tanto, no es insensible ante nuestro pecado, no le da igual que hagamos una cosa buena o la contraria. Sus mandamientos son para que seamos sabios, para que seamos felices, semaos libres, seamos más humanos.



  • El corazón humano, sin embargo, ¡cómo es!.¿No le oís ya cómo paipita en nosotros?¿No os váis conociendo con el tiempo? Como el hijo menor del Evengelio es insatisfecho, busca más, busca la felicidad que cree que no la tiene con su Padre. Cree que despilfarrando el dinero, sin ninguna obligación, viviendo perdidamente, puede ser feliz. Pero corurre todo lo contrario. El vacío, la nada, el sinsentido, anida en aquél que quiere vivir así. Así lo refelja Jesús: comiendo algarrobas y con los cerdos (animales impuros y despreciados por los judíos). Aquél que cree que desoyendo la voz de Dios y se entraga a lo que este mundo le pueda ofrecer sin Él, se deshumaniza, se corrompe, destruye el rostro de Dios en sí. El pecado, por tanto, nos destruye, nos degrada, aparte de ofender infinitamente a Dios.


  • El Corazón del Padre no se resigna. Aunque el hijo de la parábola se haya ido, sale todos los días a ver s vuelve su pequeño. Y lo hace con constancia, todos los días sale a su espera. Así es Dios. Tampoco se resigna. Aunque su dolor sea tremendo por nuestro pecado, sale un día y otro a buscarnos, a ver si un día nos acercamos a confesar y de esta forma volver a la casa del Padre. Y lo hace con constancia, tocándote un día y otro día el corazón con su gracia , pues no quiere qye vivmaos en el fango del pecado.


  • El corazón del hombre a la larga se siente de verdad engañado. Algunos filósofos han hablado de la náusea. ¿Es así al vida?, ¿es este el malvivir mi futuro sin más? El hijo menor de la parábola no se contenta con vivir entre cerdos y sus algarrobas ¿es esto sólo a lo que puedo aspirar?Y viene a su memoria lo feliz que era en casa de su Padre, con su hermano sin faltarle de nada y en armonía. Cuando tu y yo pecamos, un barro amargo se pega en nuestra alma. ¿Es que no puedo ser de otra manera?, ¿estoy condenado a ser siempre así?¡Volveré a la caas del Padre donde realmente seré feliz estando en paz con Él y con los hermanos! El Sacramento de la Confesión, por tanto, devuelve la hermosura al hombre, su humanidad, la amistad perdida con Dios.


  • El Padre de la historia no le reprocha nada al hijo cuando por fin vuelve juanto a Él. No sólo éso, sino que le devuelve el rango de "hijo del patrón" de "heredero" a dar sua nillo que así lo acredita, su vestimenta y organiza una gran fiesta. Así es nuestro Padre Celestial: cuando volvemos a Él no nos reprocha tampono nada. Nos perdona y pasa página.¿Por qué entonces tantas excusas para no confesarnos, para retrasar la confesión? La gran fiesta que se organiza en el cielo porque hemos vuelto en comunión a al Igleisa, anticipo del banquete eterno y feliz.


  • Pero también el corazón del hombre es envidioso y no llega a comprender esta misericordia de Dios. El hermano mayor de la parábola así lo demuestra. ¡Cuidado!, no sea que juzguemos al mismo Dios, no comprendamos su misericordia y su compasión a los demás en sus debilidades y miserias

¿Hay motivos o no para estar alegres aún en medio de la Cuaresma, cuando ya vamos atisbando la ciudad santa donde viviremos con el Señor su muerte y resurrección?Si, las hay. Y máxime cuando tenemos tan cerca Aquella que es la que vivió de modo tan radical las enseñanza de su Divino Hijo. A la primera discípula de Cristo, a la Inmaculada, hemos de recurrir siempre y mirarnos en Ella y para vivir profundamente lo que significa ser discípulo de Cristo.


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