domingo, 14 de marzo de 2010

POLVO ENAMORADO (Quevedo), POLVO AMADO POR DIOS (Benedicto XVI)


Al comenzar la Cuaresma, en el rito de la ceniza se nos decía: “convertíos y creed en el evangelio” o bien “recuerda que eres polvo y al polvo volverás”. A los sacerdotes, los especialistas en Liturgia nos aconsejaban que fuéramos intercalando una y otra, pues ambas expresiones se complementan mutuamente y nos dan el tono necesario para vivir este tiempo santo.



* Convertios y creed en el Evangelio. Es cierto que somos ya creyentes en Jesucristo. Pero también es cierto que pensamos a veces equivocadamente que ya somos una especie de “producto acabado” esto es, que ya somos los perfectos cristianos. Y también creemos que eso de vivir de verdad en Evangelio solo es cosa de unos pocos privilegiados, no para mí precisamente. Por eso esta llamada urgente y radical: cree en el evangelio que es fuerza de Dios, que también tu puedes vivir de verdad no solo otro. Pero también conviértete que todavía no tienes el evangelio como norma de vida, que te dices cristiano con los labios, pero sin embargo en tu día a día no vives como tal, a la hora de tomar decisiones, a la hora de ver o juzgar las cosas. Para que nos convirtamos y creamos en el evangelio, es necesario que entremos en nosotros mismos y seamos conscientes de nuestra realidad, mirarnos en el espejo sin caretas ni disimulos. Y cuando me miro de verdad, cuando me doy cuenta de lo que no hago o bien lo que dejo de hacer…perdón, Señor, como dice la canción penitencial: mil veces perdón.



* Recuerda que eres polvo y al polvo volverás. Puede parecer en un primer momento una frase macabra o de mal gusto, pero reflexionando un poco más nos daremos cuenta que es muy realista, es puro evangelio. Un día vinimos al mundo por voluntad de Dios por el amor de nuestros padres. Una vida que se nos ha dado gratuitamente sin nosotros mismos buscarla ni merecerla y que un día se perderá. Esta frase tan rotunda nos enseña lo que somos en realidad: que no somos eternos en la tierra, que un día todo esto pasará. Entonces…¿de qué sirve al hombre ganar el mundo entero si malogra su alma? Tantos afanes, tantas preocupaciones por luchar, por tener, por ganar, con ambiciones humanas ,¿para qué?, ¿por qué tener tantos agobios si después todo esto que hemos tenido pasará y no nos lo llevaremos a ninguna parte? La frase nos recuerda que no merece la pena malgastar la vida poniendo el corazón en las cosas materiales, sino ponerle en las cosas eternas: la amistad con Jesucristo que nunca pasará. El cuidado de nuestra vida espiritual, el trato personal con Jesucristo , el ir muriendo a nosotros mismos, el cargando con nuestra cruz de cada día, el ser instrumento de salvación para que otros se acerquen al Señor….esto sí que es invertir en seguro, en “acciones” de alta rentabilidad. Eso sí: seremos polvo no solo enamorado como diría Quevedo sino polvo amado infinitamente por el Creador, como lo ha manifestado en Cristo Jesús.



Al presentarnos este domingo que viene ante el altar de la Virgen en nuestro Acies para reafirmar nuestra consagración personal y como movimiento, que ya hayamos dado pasos para nuestra conversión definitiva al ver a nuestra Señora radiante como el sol, llena de virtudes y de santidad. Ella es la primera discípula de Cristo, imagen de lo que debemos ser, la que se conmueve ante nuestra tibieza. Que nos dejemos taladrar por su mirada misericordiosa, que aprendamos a ser dóciles como Ella a la acción de la gracia para que anide en nosotros, que nos lancemos sin miedo al Divino Molde para que Ella forme en nosotros el evangelio, a Jesucristo.
Allocutio del mes de marzo de 2.010 en el Comitium "Nuestra Señora del Sagrario"-Toledo

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