martes, 18 de mayo de 2010

SE LLAMABA MANOLA


La semana pasada me llamo Victoria, sobrina de Manola, exfeligreses míos de Helechosa de los Montes, para contarme emocionada que Manola había muerto repentinamente. Aunque ya he ofrecido por ella la Misa y he rezado por ella, creo que es justo que en este blog la haga mi homensaje sentido y emocionado desde el recuerdo.

Fue una mujer de Iglesia, muy piadosa, que ya desde niña despuntó en la Acción Católica de su época con Don Ireneo y D. Jaime Colomina. Junto con Paula, que ya falleció, fueron siempre apoyo para los distintos párrocos que por allí hemos ido pasando.

No puedo menos de recordar, al vivir tan cerca de la casa rectoral en plena plaza, en el Barrio de Arriba, su interés por mi persona, no con ánimo de cotilleo malsano, sino con el deseo de ayudarme en todo lo que ella pudiera. Recuerdo cómo todos los sábados por la tarde, cuando me disponía a salir para Bohonal de los Montes, que desde Helechosa los párrocos atendíamos, en pleno invierno lluvioso o lleno de niebla espesa, se acercaba y me quería disuadir para que no fuera, por las carreteras que había, y hay, tan malas, que no merecía la pena que fuera ya que iban allí muy pocos a Misa. Y cómo al decirla yo que debía ir con muchos o pocos, ella me ponía cara de pena y me decía "pero vaya con mucho cuidado por esas carreteras, que los de allí no se lo merecen". Cuando volvía ya estaba ella pidiéndome que entrara en su casa con una taza de cola-cao que sabia que me gusta tanto. Bueno, más que taza, lo que me sacaba era una "piscina" de cola-cao. No se de dónde había sacado semejante taza. Nunca he visto cosa igual. Y con muchos bollos, la famosa "candelilla" o flores, o bizcochos riquísimos para que se me quitase el cansancio. Y si no pasaba o veía que me retrasaba, ya estaba llamando a casa para ver si algo había pasado.

Allí estaba ella siempre, pero sin querer protagonismo en la parroquia. Siempre me decían las dos, Manola y Paula, que ellas siempre estarían allí, pero que intentase acercar a otros u otras... Cuántas tertulias sabrosas en su casa poniéndome al día de la historia del pueblo, de anécdotas de mis predecesores, de la pequeña historia de sus convecinos para que nadie me engañase.

Siempre estaba ella diciendo: "usted es mu listo. No, no hay que decirle nada porque tiene usted un ojo...." y echaba unas risas pícaras y llenas de sabor.

En mis visitas posteriores a Helechosa siempre me acercaba a ella, aunque esta vez última ya estaba muy malita. Y me decía: estuvo muy poco usted, pero dejó todo apañao, y éstos se refería a mis sucesores, claro, miel sobre hijuelas. No crea que sus años aquí han sido el balde, que no.

Era una mujer que amaba al Señor presente en la Eucaristía, mucho de la Virgen de Altagracia, mucho de la Iglesia, hija amante de la Iglesia, muy agradecida a Dios por ser Archidiócesis de Toledo.

Su sobrina Victoria estaba muy afectada. No me sorprende porque aún sigo yo así. Pero ya se habrá encontrado con su amiga Paula en el cielo y se habrán puesto al día. Ahora Victoria y Pura han de coger el testigo de su madre también recientemente fallecida y de su tía. Las dos han sido muy sembradas en amor al Señor y siguen sus huellas. Y ahora, con más razón.
A lo largo de mi ministerios sacerdotal he tenido la suerte inmensa de conocer a muchos católicos santos que no estarán nunca en los altares de las Iglesias, ni estarán inscritas en el catálogo de los santos, pero en el Libro del Cordero sí que están, y Manola estará siempre en el Altar de mi corazón.

2 comentarios:

José Manuel Guerrero C. dijo...

Me ha recordado su prosa, padre, a Bernanos. Yo estoy descubriendo lo que significa ser cristiano. Profundamente cristiano. Sin miedo.

Gustavo Adolfo Conde Flores dijo...

Las comparaciones son odiosas...especialmente para Bernanos que queda a los pies de los caballos. Que Dios te bendiga y que ames a Jesucristo, sin complejos y con alegría.