martes, 8 de noviembre de 2011

RESPIRAR DEMOCRACIA (I)


Este verano me pidieron una colaboración en un libro de formación del Movimiento Familiar Cristiano. Como creo que es de interés lo iré insertando en el blog.



No hay que remontarse a Aristóteles para afirmar que el hombre es un ser social, zoon politikon[1]. Hay que ir más atrás en el tiempo. Los restos arqueológicos más antiguos nos demuestran que como es connatural al hombre ser religioso lo es también ser social. Social por necesidad. Por manifestarse afecto y amor y hacer familia; por mejorar su nivel de vida en la agricultura o ganadería; por defenderse de los animales u otras tribus que buscan también tierras fértiles regadas por agua abundante. En ese cúmulo primitivo de familias o individuos surge el jefe de la tribu, cuya jefatura sería hereditaria con un grupo oligárquico que le ayudaría en el gobierno, y que incluso en su ausencia gobernaría la tribu, el pueblo, la cuidad, la Nación. Las diversas cracias podrían haber sido inventos posteriores.

     El término democracia, que pretendemos estudiar brevemente,  proviene de la unión de dos palabras griegas: demos, pueblo y Kratos, poder. Por tanto, su definición etimológica es: el poder del pueblo.



1.- BREVE HISTORIA DE LA DEMOCRACIA:

      1.1. LOS INICIOS: Entre los años 620 y 593 a.C. Atenas era la principal de las ciudades griegas gracias al impulso que Dracón y Solón dieron a su desarrollo administrativo. Hasta entonces era una ciudad como las demás, acosada por las fuerzas de la naturaleza poblada de dioses imaginarios que respondían a su carencia de conocimientos científicos, por la presión bélica de los otros pueblos, y por la defensa de su líder político o “poti”.  Dracón y Solón dieron a Atenas las primeras leyes que evolucionarían hasta la democracia. En ellas se hacía una distinción entre las leyes naturales y las leyes humanas de la ciudad. Las leyes, elaboradas desde dentro de la polis, serían las que a partir de entonces regirían la vida ciudadana obligando a los gobernantes posteriores a comportarse de acuerdo con ellas. Cuando alguien ascendía al gobierno ya no podía gobernar como quisiera sino en el marco de la ley, separándose así del mundo circundante. Los ciudadanos atenienses se consideraban libres, sirviendo solo a las leyes.
(CONTINUARÁ)


[1] Aristóteles, Política, libro 1,1

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