sábado, 4 de agosto de 2012

SAN PEDRO Y SAN PABLO



I.- En las oraciones legionarias invocamos la intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo. La misma liturgia de la Iglesia celebra su solemnidad el 29 de junio, aunque es bien sabido por todos que fueron martirizados en días distintos con tormentos distintos. Sin embargo la Iglesia une a los dos en una misma celebración.

II.- Estudiando más de cerca su vida, su vocación, hemos descubierto cómo Dios actúa en la historia de cada uno, y cómo respeta nuestra personalidad aunque con su gracia potencia nuestras capacidades. San Pedro recibió la llamada del Señor cuando daba los primeros pasos en su vida pública. Un Pedro rudo, de una región judía con fama de impía, va a estar cerca del Señor, va a oír sus predicaciones, va a tener que ir cambiando en su forma de pensar, va a ser testigo de sus milagros, le va a negar pero sin embargo cuando Jesús resucite le va a confirmar en la misión de ser la roca sobre la que se asienta la Iglesia. Un san Pablo culto, de familia de fariseos, conocedor y cumplidor de la Ley de Moisés, que persigue violentamente a los primeros seguidores de Jesús, que se comienza a replantear todo cuando ve cómo viven los cristianos, como san Esteban testimonia públicamente la fe en el resucitado. Los dos oyeron la voz del Señor en un momento concreto, y cada uno fue abrasado por su amor de tal forma que quisieron hacer partícipe a los demás del tesoro que habían encontrado. A los dos se les complicó la vida totalmente. Los dos vivían ya su vida tranquilamente: uno ya casado con su trabajo, el otro viviendo la fe de sus mayores exigentemente. Pero sus planes no eran los planes del Señor. Su vida cambió radicalmente. Y después cada uno encauzó su apostolado de formas diversas: san Pedro se encaminó a los judíos para que descubriesen que Jesucristo era el Mesías anunciado a sus mayores; san Pablo se fue a los paganos y muchos por sus predicaciones se convirtieron a la fe verdadera. Hace breves días, Benedicto XVI los comparaba con los dos míticos fundadores de Roma Rúmulo y Remo, pues los dos fueron formados en Cristo fundando la Iglesia de Roma.

III.- Los dos fueron constantes en su misión. Aunque sufrieron grandes dificultades en su apostolado no se arrugaron, sino que trabajaron hasta el final, sin recrearse ante las dificultades, sino mirando solo al que tanto amaban. Para los legionarios de María los santos Pedro y Pablo son ejemplo de buen hacer, de constancia en el apostolado, de hacerlo con gana y desgana con tal de ganar a alguno para la causa de Jesús. También para todos es un ejemplo de cómo obra el Señor en cada uno de nosotros: no somos iguales, cada uno tiene su historia personal, su camino de crecimiento espiritual, su propia personalidad, que no son para nada incompatibles sino que nos enriquecen mutuamente. Hemos de aprender a reconocer los dones que el otro hermano legionario tiene, y ser capaces de desarrollarlos en nuestros apostolados con constancia.

IV.-Los santos apóstoles Pedro y Pablo nos piden fidelidad a la Iglesia del sucesor de Pedro. Esto ha de ser una seña de nuestra identidad legionaria: vibrar y sentir con la Iglesia. A nuestra Señora Santísima así se lo pedimos con la confianza de que Ella nos lo conseguirá.

ALLOCUTIO DEL MES DE JULIO EN EL COMITIUM DE TOLEDO

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