ENGRANAJE

Que hay un plan para cambiar nuestra sociedad, es algo que ya lo sabemos todos, que no lo pueden ocultar. Se están dando pasos para que así sea:

• 
  
  Comenzando por la EpC con la que se quiere inocular en nuestros jóvenes el relativismo, el todo vale, en todos los ámbitos de la vida.


• 
  
  Siguiendo con la llamada "educación reproductiva" con la que se pretende hacer de oro a las empresas farmacéuticas de la "pildora del día después" facilitando a los jóvenes este medio abortivo bajo maquillaje de ser solo anticonceptivo, no informando de las consecuencias futuras para las muchachas de su utilización. Habría que estudiar las conexiones entre políticos y esas empresas, o políticos con logias y empresas. Sería iluminador.


• 
  
  La ley del aborto con la que se pretende dar como derecho lo que seguirá siendo un delito, lo vote quien lo vote, y que las niñas de 16 años puedan decidir sin permiso paterno el aborto de sus niños. Ya el aborto es un medio anticonceptivo más.


• 
  
  Los "nuevos tipos de familias" como dicen ampulosamente el "matrix progre" como dice Juan Manuel de Prada corrompen el signo sacramental del matrimonio.


• 
  
  La ley en ciernes de Libertad Religiosa pretende que los signos católicos no pasen del cuello, de la casa, del templo. Los de otras religiones, sí, que nos hablan de multuculturalismo progre, pero que olvidan lo que ocurre cuando se mete un zorro en un gallinero.

Aún así, hay motivos para la esperanza. Si la educación católica de otro tiempo no ha dado todos sus frutos, así pasará con la enseñanza violentamente laicista que se está promoviendo. Si los renos, los elfos, las estrellas de nieve van tomando las calles, las gentes siguirán buscando el Misterio de Navidad, como fui testigo ayer en un centro comercial. Aunque lo envuelvan en papel de brillo, el oropel nunca esconderá el drama, el delito y el pecado del aborto que la conciencia siempre recordará. Estoy convencido que no podrán con la verdadera alegría cuando esta nueva sociedad perciba que los sucedáneos no han conducido al paraíso anhelado o vendido, sino a la miseria más total.