¿Qué corazón, por muy duro que sea, puede quedarse frío al ver cómo Dios mismo se da a conocer?
La noche de su nacimiento se deja ver a unos pastores, los excluídos de su época, que estaban velando su rebaño. A éstos les costó poco llegar al portal: porque su distancia era pequeña y por que también en su humildad, en su carencia fueron capaces de reconocer el signo de la presencia del Mesías en la pobreza."Te doy gracias porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se la has revelado a la gente sencilla".
A estos Magos también se les da a conocer. Ellos también vigilaban las estrellas previendo que el Mesías podría ser acompañado por el nacimiento de una estrella o por un fenómeno astral. Pero les costó más llegar a Belén, y no solo por la distancia kilométrica. Estos sabios, llenos de conocimientos, de filosofías, quizá también de riquezas, tuvieron que despojarse de todas esas seguridades para de esta forma ser libres y poder descubrir que Dios se manifiesta en la humildad y en la cerencia. Tanto unos como otros, cuando llegaron al portal para presentar sus respetos al Rey Dios, se le encontraron en brazos de su Madre que les dio para que le adoraran. Siempre Ella. Ella, estrella luminosa, siempre nos lleva a Jesús, no se queda en sí misma.
Si queremos ser de los que se nos revelen las maravillas de Dios hemos de estar vigilantes, tanto como lso pastores como los magos de Oriente, de los acontecimientos más nímios, porque en ellos se nos manifiesta la voluntad de Dios. Como los Magos tendremos que desprendernos de vanaglorias, de seguridades económicas o sociales para como ellos ser capaces de llegar com presteza y seguridad a Belén para adorar al Niño Dios y entregarlo no solo esos regalos sino el corazón también en los otros, donde Él ha querido que resida nuestra caridad.
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