Por eso, dice el Señor, "Toma y come mi Cuerpo", "Toma y bebe mi Sangre", porque sin mí no puedes hacer nada, sin mí el camino de la vida es largo y penoso, lleno de dificultades. Desde la institución de la Sagrada Eucaristía es ya posible lo que racionalmente parece como inalcanzable, pues el mismo Jesucristo, que un día necesitó al Cireneo en el camino de la amargura. se convierte en el Buen Cireneo que con su gracia y apoyo lo posibilita. Su presencia real y permanente en el Sacramento del Altar es la buena noticia que disipa los nubarrones, el Divino pelícano que se rasga el pecho con tal de alimentar a sus polluelos incluso con su vida; el lugar donde reclinar la cabeza, como san Juan, en una larga sobremesa sosegada y dialogada.¿qué seríamos realmente sin esta presencia del Señor Eucaristía, a quién recurrir? Ya el salmista llega a decir "no confiéis en los ídolos, ni en los hombres, ni en los jefes...confía sólo en Dios, alma mía". Sólo en el Señor Eucaristizado podemos encontrar las Palabras de vida eterna, Palabras que conmieven, y la gracia para irlas encajando en nuestro yo. Por eso, no te quedes a la vera del camino, contemplando como son "otros" los que se acercan a este Banquete de Amor, quita todos los obstáculos que te frenan y ...¡toma y come...toma y bebe!
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