jueves, 8 de abril de 2010

SABOREANDO (II): EL MANDATO DEL AMOR


Participamos en un banquete sacrificialen el que Jesucristo se despoja de todo, de su propia vida, para así ofrecerse por tu salvación, por tu liberación definitiva. Así lo vamos a ver plasticamente ahora repitiendo el gesto de servicio que hizo Jesucristo al lavar los pies a los discípulos como lo hacían los esclavos a sus señores. Participar en la Sacratísima Eucaristía también los ha de llevar a una entrega similar a los demás... por amor a Jesucristo. Esto es lo que desea hacer en nosotros el Señor al quedarse en la Eucaristía, que tengamos sus propios sentimientos. Recibir al Señor, si, pero bien dispuestos, con el alma abierta de par en par para que sea su amistad, su gracia la que nos empape, nos mueva. Así lo hizo la Virgen Santísima, la primera creyente en Cristo: con docilidad y apertura, con obediencia.

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