miércoles, 30 de junio de 2010

NUEVO Y ETERNO SACERDOCIO


No conozco ningún sacerdote que se haya sentido movido a serlo por un ansia de prestigio o poder, y más en estos momentos en que no hay ni una cosa ni otra. Pero sí conozco alguno que otro que ha olvidado su "primer amor", como se dice en el Libro del Apocalipsis, y habiendo olvidado su "norte" o sus ideales primeros, se van lanzando por una lucha por tener un cargo más brillante dentro del organigrama eclesial, poniendo para ello todas sus energías moviendo todas las "teclas" a su alcance. Si pusieran tanto interés en la salvación de las almas y en su misma santificación,tendríamos una pléyade de santos en estos momentos que renovaría en vigor a nuestra Iglesia. No se puede seguir viviendo el sacerdocio como en otros tiempos pasados ejerciendo la potestad recibida para minusvalorar a los demas presbíteros que no la tengan reservándose las luminarias. No es una enfermedad que de adquiera con el tiempo, no, como se ve en algunos presbíteros más jóvenes. Y lo peor, es que encima se arman de pensamientos sublimes y espirituales que manifiestan justificando su actuación. Si a mí no me engañan... ¡cómo van a engañar el mismo Señor! Para atajar esta enfermedad espiritual que ahoga los más bellos ideales iniciales recomiendo encarecidamente la lectura y meditación de la homilía que pronunció el Santo Padre en la ordenación sacedotal en Roma el pasado 20 de junio de 2010 en la que sobresale estos párrafos:





* Solamente quien tiene una relación íntima con el Señor es aferrado por él, puede llevarlo a los demás, puede ser enviado. Se trata de un «permanecer con él» que debe acompañar siempre el ejercicio del ministerio sacerdotal; debe ser su parte central, también y sobre todo en los momentos difíciles, cuando parece que las «cosas que hay que hacer» deben tener la prioridad. Donde estemos, en cualquier cosa que hagamos, debemos «permanecer siempre con él». (...)


* El sacerdocio jamás puede representar un modo para alcanzar la seguridad en la vida o para conquistar una posición social. El que aspira al sacerdocio para aumentar su prestigio personal y su poder entiende mal en su raíz el sentido de este ministerio. Quien quiere sobre todo realizar una ambición propia, alcanzar el éxito personal, siempre será esclavo de sí mismo y de la opinión pública. Para ser tenido en consideración deberá adular; deberá decir lo que agrada a la gente; deberá adaptarse al cambio de las modas y de las opiniones y, así, se privará de la relación vital con la verdad, reduciéndose a condenar mañana aquello que había alabado hoy. Un hombre que plantee así su vida, un sacerdote que vea de esta forma su ministerio, no ama verdaderamente a Dios y a los demás; sólo se ama a sí mismo y, paradójicamente, termina por perderse a sí mismo.(...)


* La gracia del presbiterado, que dentro de poco se os dará, os unirá íntimamente, más aún, estructuralmente a la Eucaristía. Por eso, en lo más íntimo de vuestro corazón os unirá a los sentimientos de Jesús que ama hasta el extremo, hasta la entrega total de sí, a su ser pan multiplicado para el santo banquete de la unidad y la comunión. Esta es la efusión pentecostal del Espíritu, destinada a inflamar vuestra alma con el amor mismo del Señor Jesús. Es una efusión que, mientras manifiesta la absoluta gratuidad del don, graba en vuestro corazón una ley indeleble, la ley nueva, una ley que os impulsa a insertaros y a hacer que surja en el tejido concreto de las actitudes y de los gestos de vuestra vida de cada día el mismo amor de entrega de Cristo crucificado. Volvamos a escuchar la voz del apóstol san Pablo; más aún, reconozcamos en ella la voz potente del Espíritu Santo: «Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, habéis sido revestidos de Cristo» (Ga 3, 27)(...)

*Este es el camino seguro para encontrar la verdadera alegría. María, la esclava del Señor, que conformó su voluntad a la de Dios, que engendró a Cristo donándolo al mundo, que siguió a su Hijo hasta el pie de la cruz en el acto supremo de amor, os acompañe cada día de vuestra vida y de vuestro ministerio. Gracias al afecto de esta madre tierna y fuerte podréis ser gozosamente fieles a la consigna que como presbíteros se os da hoy: la de configuraros a Cristo sacerdote, que supo obedecer a la voluntad del Padre y amar al hombre hasta el extremo.

martes, 29 de junio de 2010

DORIAN GRAY: EL PLACER NO ES LA FELICIDAD


De pequeño me impactó una película en blanco y negro. Hasta la adolescencia no me permitieron en casa leer el libro del último estante:El Retrato de Dorian Gray , de Oscar Wilde. Aún así me quedaron flecos por comprender. En la madurez me lo volví a topar y lo volví a leer comprendiendo las enseñanzas que escondía. Y cuando supe que Oscar Wilde había sido un converso al catolicismo, después de llevar una vida disoluta, aunque este dato la cultura actual la esconde..., todas las piezas encajaron.

La película "Dorian Gray" no es demasiado buena. Entre otras cosas, porque es muy difícil llevar a un guión cinematográfico el trasfondo filosófico-existancial de la novela de Wilde, aunque tiene pinceladas "góticas" dignas de consideración que hacen cercano el romanticismo del XIX.

Sin embargo queda bien claro algo que a nuestra sociedad no le va a gustar demasiado contemplar: los efectos del pecado. El joven Dorian se deja corromper por un conocido a su llegada a Londres al hacerse cargo de la herencia de su tio, y su inocencia dio paso a la lujuria más desordenada que le dominó totalmente. En el retrato que le hiciera a su llegada un pintor de moda se van a ir marcando sus pecados y maldades, mientras que su cuerpo seguirá en la plena lozanía de un chaval de 19 años y el tiempo no hará estragos en él.

Podría ser un ser envidiado por todos al tener una "eterna juventud", pero Dorian sabe que el tiempo sí ha pasado en su alma, que sus pecados de toda índole le han hecho un "muerto viviente", que su vida se encuentra vacía a pesar de su vida, que el "placer no es la felicidad" como va descubriendo. Alejado de Dios, sin amor, se encuentra completamente a la deriva. Más un amor le hace verse tal cual es y necesitado de perdón. ¿Es posible más catolicidad?

Aunque haya escenas fuertes que se podrían haber evitado, como en esa película en blanco y negro que siendo niño me impactó, sin embargo la veo muy recomendable para jóvenes y adultos, para que no se nos olvide la fealdad del pecado, de sus consecuencias que tiene en nosotros, no solo en Dios.

lunes, 28 de junio de 2010

CRIMEN EN DIRECTO


Como dice bien el libro del Eclesiastés hay tiempo para todo y hay que buscarle.

Camila Lackberg ha publicado su cuarta novela en España titulada "Crimen en directo" en su editorial Mareva. En ella se van describiendo psicológicamente una serie de personajes y situaciones que en otro tiempo en nuestro país hubiera sido totalmente ciencia-ficción. Sin embargo, aunque esté ambientada en Suecia, retrata perfectamente una forma de entender la vida, su vacío, por parte de una buena parte de esta generación que vive en la nada y para la nada.

Es una novela, somo sus anteriores, para entretenerse sin más complicaciones, al modo de las de Agathe Christie, pero que como las de la escritora inglesa te atrapa notablemente y sabe llevarte hasta el desenlace final. Para descansar, para relajarte, para alejarte de tus asuntos diarios, para conococer más aún la mentalidad actual, para antes de dormir... Te gustará.

jueves, 24 de junio de 2010

EL SACERDOTE (III): IM-PRESIONANTE


Seguimos meditando con tranquilidad la gran homilía del Papa de la Misa de clausura del Año Sacerdotal. No pierde el tono profundamente devoto y litúrgico.


Si el Año Sacerdotal hubiera sido una glorificación de nuestros logros humanos personales, habría sido destruido por estos hechos. Pero, para nosotros, se trataba precisamente de lo contrario, de sentirnos agradecidos por el don de Dios, un don que se lleva en «vasijas de barro», y que una y otra vez, a través de toda la debilidad humana, hace visible su amor en el mundo. Así, consideramos lo ocurrido como una tarea de purificación, un quehacer que nos acompaña hacia el futuro y que nos hace reconocer y amar más aún el gran don de Dios. De este modo, el don se convierte en el compromiso de responder al valor y la humildad de Dios con nuestro valor y nuestra humildad. La palabra de Cristo, que hemos entonado como canto de entrada en la liturgia, puede decirnos en este momento lo que significa hacerse y ser sacerdotes: «Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29).




Celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y con la liturgia echamos una mirada, por así decirlo, dentro del corazón de Jesús, que al morir fue traspasado por la lanza del soldado romano. Sí, su corazón está abierto por nosotros y ante nosotros; y con esto nos ha abierto el corazón de Dios mismo. La liturgia interpreta para nosotros el lenguaje del corazón de Jesús, que habla sobre todo de Dios como pastor de los hombres, y así nos manifiesta el sacerdocio de Jesús, que está arraigado en lo íntimo de su corazón; de este modo, nos indica el perenne fundamento, así como el criterio válido de todo ministerio sacerdotal, que debe estar siempre anclado en el corazón de Jesús y ser vivido a partir de él. Quisiera meditar hoy, sobre todo, los textos con los que la Iglesia orante responde a la Palabra de Dios proclamada en las lecturas. En esos cantos, palabra y respuesta se compenetran. Por una parte, están tomados de la Palabra de Dios, pero, por otra, son ya al mismo tiempo la respuesta del hombre a dicha Palabra, respuesta en la que la Palabra misma se comunica y entra en nuestra vida. El más importante de estos textos en la liturgia de hoy es el Salmo 23 [22] – «El Señor es mi pastor» –, en el que el Israel orante acoge la autorrevelación de Dios como pastor, haciendo de esto la orientación para su propia vida. «El Señor es mi pastor, nada me falta». En este primer versículo se expresan alegría y gratitud porque Dios está presente y cuida de nosotros. La lectura tomada del Libro de Ezequiel empieza con el mismo tema: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro» (Ez 34,11). Dios cuida personalmente de mí, de nosotros, de la humanidad. No me ha dejado solo, extraviado en el universo y en una sociedad ante la cual uno se siente cada vez más desorientado. Él cuida de mí. No es un Dios lejano, para quien mi vida no cuenta casi nada. Las religiones del mundo, por lo que podemos ver, han sabido siempre que, en último análisis, sólo hay un Dios. Pero este Dios era lejano. Abandonaba aparentemente el mundo a otras potencias y fuerzas, a otras divinidades. Había que llegar a un acuerdo con éstas. El Dios único era bueno, pero lejano. No constituía un peligro, pero tampoco ofrecía ayuda. Por tanto, no era necesario ocuparse de Él. Él no dominaba. Extrañamente, esta idea ha resurgido en la Ilustración. Se aceptaba no obstante que el mundo presupone un Creador. Este Dios, sin embargo, habría construido el mundo, para después retirarse de él. Ahora el mundo tiene un conjunto de leyes propias según las cuales se desarrolla, y en las cuales Dios no interviene, no puede intervenir. Dios es sólo un origen remoto. Muchos, quizás, tampoco deseaban que Dios se preocupara de ellos. No querían que Dios los molestara. Pero allí donde la cercanía del amor de Dios se percibe como molestia, el ser humano se siente mal. Es bello y consolador saber que hay una persona que me quiere y cuida de mí. Pero es mucho más decisivo que exista ese Dios que me conoce, me quiere y se preocupa por mí. «Yo conozco mis ovejas y ellas me conocen» (Jn 10,14), dice la Iglesia antes del Evangelio con una palabra del Señor. Dios me conoce, se preocupa de mí. Este pensamiento debería proporcionarnos realmente alegría. Dejemos que penetre intensamente en nuestro interior. En ese momento comprendemos también qué significa: Dios quiere que nosotros como sacerdotes, en un pequeño punto de la historia, compartamos sus preocupaciones por los hombres. Como sacerdotes, queremos ser personas que, en comunión con su amor por los hombres, cuidemos de ellos, les hagamos experimentar en lo concreto esta atención de Dios. Y, por lo que se refiere al ámbito que se le confía, el sacerdote, junto con el Señor, debería poder decir: «Yo conozco mis ovejas y ellas me conocen». «Conocer», en el sentido de la Sagrada Escritura, nunca es solamente un saber exterior, igual que se conoce el número telefónico de una persona. «Conocer» significa estar interiormente cerca del otro. Quererle. Nosotros deberíamos tratar de «conocer» a los hombres de parte de Dios y con vistas a Dios; deberíamos tratar de caminar con ellos en la vía de la amistad de Dios.

miércoles, 23 de junio de 2010

lunes, 21 de junio de 2010

URBANIDAD RELIGIOSA



La última reforma litúrgica del Vaticano II ha intentado que todo el pueblo de Dios participemos cada vez más activa, piadosa y fructuosamente de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía. Sin embargo mi experiencia sacerdotal me ha hecho ver que aún queda mucho que hacer y que en demasiadas ocasiones los fieles siguen viendo la celebración de los Sacramentos desde lejos aún, como quien contempla un espectáculo sin involucrarse devotamente en ellos. Las distintas oraciones, los prefacios, pasan desapercibidos, y las lecturas bíblicas se escurren demasiadas veces no llegando a dar forma a nuestra vida.
Es necesario que salpimentemos nuestra Misa del domingo y, ojalá que también la de todos los días, con distintos actos devotos internos y externos para que de esta forma nos ayuden a vivirla más y mejor. Cuando se hizo público el deseo de las autoridades de hacer una nueva asignatura llamada “educación para la ciudadanía”, pensé como tantos otros que iban a enseñar a los chicos y chicas las buenas maneras propias para que se pudieran comportar correctamente y hacer una convivencia más educada: una cierta urbanidad. El tiempo, sin embargo, nos hizo ver que detrás de esta asignatura o, mejor dicho en sus fundamentos, estaba un deseo de manipulación de las conciencias por parte del Estado.
Tenemos que tener una cierto “urbanidad religiosa” para vivir mejor la liturgia, la vida de piedad, y para ello hemos de empapar y dar sentido a los gestos litúrgicos que hacemos corrientemente en la celebración de la Misa, desde el mismo momento que sabemos que vamos a participar de la Eucaristía. Ya desde el primer momento del día, si rezáramos Laudes, o bien con alguna forma de oración, ofreciendo el día al Señor y teniendo a lo largo de la jornada momentos en los que seamos conscientes de estar en la presencia de Dios, con alguna jaculatoria que nos ayuda a recordarlo. De esta manera, haríamos nuestras labores de cada día con un espíritu de mayor perfeccionismo pero con vistas sobrenaturales, no para quedar bien, o como una manía, para que en el momento del ofertorio de la Misa, en el momento en que el sacerdote hace las ofrendas del pan y vino, poder poner en el altar las labores realizadas para alabanza y gloria de Dios. Esa gotita de agua que el sacerdote pone en el cáliz junto con el vino, no sólo es un gesto de fidelidad a lo que el Señor hizo en la Última Cena, ni tampoco es un recordatorio de que en la Cruz, del Costado abierto del Redentor brotó agua junto con la Sangre, sino que nos ha de ayudar a ver que es gota simboliza nuestros afanes diarios, nuestro trabajo de cada día que han de ser realizados con ese espíritu sobrenatural, completando así, en palabras de San Pablo, lo que falta a la pasión de Jesús. Bueno sería que tuviéramos todos un misal de mano para antes de ir a la Misa haber leído las lecturas al menos que se van a proclamar y las oraciones que el sacerdote va a elevar a Dios. En la publicación semanal PADRE NUESTRO están puestas todas las lecturas que se van ir haciendo durante la semana. De esta forma nos vamos metiendo poco a poco en la Divina Liturgia, empezándonos ya a asombrar de cómo Dios ha querido hacerse entender por el hombre usando la misma palabra humana…¡qué gran cosa es! Y abrirnos así poco a poco a la acción de esta Palabra al modo de la Madre de la Palabra.
Es importante también que no lleguemos con la hora pegada al templo. La edificación de los primeros templos cristianos nos enseña ya cómo los primeros cristianos intentaban ir entrando poco a poco en el misterio eucarístico. En esas primeras construcciones, después de las persecuciones, hacían un atrio con vegetación con alguna fuente en el medio, para que así, antes de pasar a la Iglesia, por la vegetación el ruido relajante del agua, el espíritu se fuera serenando, dejando atrás los asuntos diarios, los ruidos, las músicas, los pensamientos y así poder saborear más intensamente los ritos litúrgicos. Ya no hay atrios en la mayoría de las iglesias que hagan esta labor más relajante, pero sí que podemos y debemos llegar un poco antes del comienzo de la Santa Misa. Son minutos quizá perdidos, es verdad, pero muy necesarios, porque de esta forma nuestra mente en el silencio, va a ir descargando las músicas que nos rodean, los ruidos de las radios, de las noticias, de las imágenes…. Y cuando todo ello se haya descargado, entonces en ese vacío, es cuando somos capaces de participar más vivamente e intensamente en la Eucaristía.
No perdamos santas costumbres como es coger agua bendita cuando pasamos a la Iglesia, pues ese simple gesto, además de quitarnos los pecados veniales, nos recuerda nuestra condición de cristianos, de hijos en el Hijo, de hermanos… por lo que ya nuestra mente hace que nos demos cuenta que no estamos en un sitio más donde la gente se suele reunir sino en los umbrales de la Jerusalén del cielo y ciudadanos del cielo, donde el cielo y la tierra se van a unir en el momento de la Consagración. La genuflexión que hacemos ante el Señor, no sólo ha de ser un gesto ritual que nuestra cultura hace para manifestar la divinidad de Jesús en la Eucaristía, sino que ha de ir acompañada de alguna bella jaculatoria tradicional o hecha por nosotros mismos, en la volquemos algún sentimiento al Señor Jesús. De esta manera también nuestros gestos rituales se irán cargando de expresión de fe y amor. Y la actitud ante la Palabra de Dios, como nos recuerda nuestro Manual, ha de ser con las actitudes devotas y reverenciales que tuvo nuestra Señora, Madre de la Palabra encarnada.
Tampoco han de olvidarse las recomendaciones de otro tiempo, que no por serlo ya es algo que hay que apartar, de exclamar cuando el sacerdote muestra la Sada, Forma en la Consagración con la exclamación de fe de santo Tomás: Señor mío y Dios mío. Ni que decir el recogimiento y devoción el momento de nuestra comunión, como la acción de gracias. San Ignacio recomendaba rezar en ese momento el célebre “Alma de Cristo” que hace que interioricemos más aún el sacramento sacrificial que hemos comulgado. Y una vez que la Misa ha concluido bueno será que a poder ser hagamos unos momentos de adoración para que no caigamos en la rutina sino que así vivamos profundamente el Sacramento.
Si antes de nuestra participación en la Misa ha sido una preparación, una vez concluída y vuelta a nuestros quehaceres , ha de prolongarse en una acción de gracias en medio de nuestras labores. Así haríamos de nuestro día a día una MISA: preparándola y regustándola.

Ojala que así vayamos viviendo cada día más y mejor lo que celebramos, con la fe y devoción con que la Virgen trató siempre a Jesús y le sigue tratando en el cielo.
Allocutio del 20 de junio de 2.010
Comitium "Ntra. Sra. del Sagrario"

sábado, 19 de junio de 2010

EL SACERDOTE (II): IM-PRESIONANTE


Ha sido un año duro y difícil para el Papa y para el sacerdote. Durante todo este año han ido saliendo a la luz delitos graves de pederastia entre el clero y cómo algunos obispos, para evitar escándalos en el Pueblo de Dios, los han encubierto equivocadamente. ¿Por qué ha ocurrido todo esto durante este año en que la Iglesia quería que el Sacerdocio brillase en su esplendor? El Papa sigue hablando en esta homilía digna de ser recordada y meditada muchas veces.





Era de esperar que al «enemigo» no le gustara que el sacerdocio brillara de nuevo; él hubiera preferido verlo desaparecer, para que al fin Dios fuera arrojado del mundo. Y así ha ocurrido que, precisamente en este año de alegría por el sacramento del sacerdocio, han salido a la luz los pecados de los sacerdotes, sobre todo el abuso a los pequeños, en el cual el sacerdocio, que lleva a cabo la solicitud de Dios por el bien del hombre, se convierte en lo contrario. También nosotros pedimos perdón insistentemente a Dios y a las personas afectadas, mientras prometemos que queremos hacer todo lo posible para que semejante abuso no vuelva a suceder jamás; que en la admisión al ministerio sacerdotal y en la formación que prepara al mismo haremos todo lo posible para examinar la autenticidad de la vocación; y que queremos acompañar aún más a los sacerdotes en su camino, para que el Señor los proteja y los custodie en las situaciones dolorosas y en los peligros de la vida. Si el Año Sacerdotal hubiera sido una glorificación de nuestros logros humanos personales, habría sido destruido por estos hechos. Pero, para nosotros, se trataba precisamente de lo contrario, de sentirnos agradecidos por el don de Dios, un don que se lleva en «vasijas de barro», y que una y otra vez, a través de toda la debilidad humana, hace visible su amor en el mundo. Así, consideramos lo ocurrido como una tarea de purificación, un quehacer que nos acompaña hacia el futuro y que nos hace reconocer y amar más aún el gran don de Dios. De este modo, el don se convierte en el compromiso de responder al valor y la humildad de Dios con nuestro valor y nuestra humildad. La palabra de Cristo, que hemos entonado como canto de entrada en la liturgia, puede decirnos en este momento lo que significa hacerse y ser sacerdotes: «Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29).

viernes, 18 de junio de 2010

EL SACERDOTE (I): IM-PRESIONANTE


La homilía que pronunció el Santo Padre Benedicto XVI en la Santa Misa de la clausura del Año Sacerdotal es devotísima e impresionante. Entresaco algunos párrafos más profundos.






El sacerdote no es simplemente alguien que detenta un oficio, como aquellos que toda sociedad necesita para que puedan cumplirse en ella ciertas funciones. Por el contrario, el sacerdote hace lo que ningún ser humano puede hacer por sí mismo: pronunciar en nombre de Cristo la palabra de absolución de nuestros pecados, cambiando así, a partir de Dios, la situación de nuestra vida. Pronuncia sobre las ofrendas del pan y el vino las palabras de acción de gracias de Cristo, que son palabras de transustanciación, palabras que lo hacen presente a Él mismo, el Resucitado, su Cuerpo y su Sangre, transformando así los elementos del mundo; son palabras que abren el mundo a Dios y lo unen a Él. Por tanto, el sacerdocio no es un simple «oficio», sino un sacramento: Dios se vale de un hombre con sus limitaciones para estar, a través de él, presente entre los hombres y actuar en su favor. Esta audacia de Dios, que se abandona en las manos de seres humanos; que, aun conociendo nuestras debilidades, considera a los hombres capaces de actuar y presentarse en su lugar, esta audacia de Dios es realmente la mayor grandeza que se oculta en la palabra «sacerdocio». Que Dios nos considere capaces de esto; que por eso llame a su servicio a hombres y, así, se una a ellos desde dentro, esto es lo que en este año hemos querido de nuevo considerar y comprender. Queríamos despertar la alegría de que Dios esté tan cerca de nosotros, y la gratitud por el hecho de que Él se confíe a nuestra debilidad; que Él nos guíe y nos ayude día tras día. Queríamos también, así, enseñar de nuevo a los jóvenes que esta vocación, esta comunión de servicio por Dios y con Dios, existe; más aún, que Dios está esperando nuestro «sí». Junto con la Iglesia, hemos querido destacar de nuevo que tenemos que pedir a Dios esta vocación. Pedimos trabajadores para la mies de Dios, y esta plegaria a Dios es, al mismo tiempo, una llamada de Dios al corazón de jóvenes que se consideren capaces de eso mismo para lo que Dios los cree capaces.


¡¡¡¡ EN DOS PALABRAS: IM-PRESIONANTE !!!!

miércoles, 16 de junio de 2010

¿DE NUEVO DE ESPALDAS?


Hay una nueva oleada de liturgistas que abogan por celebrar la Misa, la Plegaria Eucarística, de "espaldas" al pueblo, o más tecnicamente "mirando al Oriente". Dicen que la última reforma litúrgica se realizó precipitadamente y que en algunos términos, no siguió las indicaciones de la Sacrosanctum Concilium, que de hecho no se han encontrado ningún altar despegado del muro del templo en ninguna Iglesia paleocristiana o posterior, que al hacerlo en el posconcilio del Vaticano II la línea evolutiva de la Liturgia ha quebrado una tradición que se hace remontar a los primros tiempos, que no nos podemos apoyar en los tiempos apostólicos para fundamentar esta "nueva forma" de celebrar la Misa pues desconocemos cómo lo pudieron hacer en los momentos en que la Iglesia no disfrutaba aún de paz para poder desarrollar la Liturgia. De hecho, siguen argumentando, los altares estaban orientados al oriente, donde había nacido Jesucristo y donde se había desarrollado su Muerte y Resurrección, Luz que nace del oriente. El mismo papa Benedicto XVI antes de serlo, apoyó esta visión litúrgica.

Sin embargo se da cuanta de la dificultad que encierra el volver a cambiar las rúbricas litúrgicas con el despiste de los fieles, por lo que ha ideado, como ya comentaría en su libro "Introducción a la Liturgia" la colocación en el centro del altar de una gran Cruz que nos recuerde que estamos celebrando el Sacrificio del Señor,que el altar es mesa y Calvario redentor, para que todos, fieles y sacerdotes, orienten sus miradas y afectos al mismo sitio,a Cristo, a la vez que oculte el protagonismo del sacerdote tan onanista en muchas ocasiones. A la vez pide un cuidado esmerado en todos los elementos como ornamentos, vasos sagrados,... que con su belleza nos indique la sacralidad de la acción sacramental.

El tiempo nos dirá si este estilo cuaja en la vida eclesial o solo es agua de mayo.

martes, 15 de junio de 2010

FIESTA DE VERANO DE LEGIÓN DE MARÍA
















Este domingo pasado tuvimos la anual "fiesta al aire libre" o "fiesta de verano" que Legión de María celebra para que sus miembros estrechen sus lazos de amistad. Este año fuimos a un pueblo cerca de Toledo, a Portillo de Toledo, donde visitamos la residencia de mayores, celebramos la Santa Misa en la Parroquia, comimos fraternalmente y tuvimos una sobremesa festiva. Lo pasamos muy bien y.....¡gastamos poco!

domingo, 13 de junio de 2010

¡POR FIN!


Como la inmensa mayoría de los internautas, ojeo la prensa digital por la mañana y por la tarde, para ver no solo las noticias más importantes, sino para ver también cómo las tratan, pues así retratan su ideología. Es triste ver cómo la prensa, en vez de contar sin más y objetivamente los diversos acontecimientos, vierten en su lugar un deseo manipulador de primer orden.
El diario "Público" nacido del seno del gobierno actual, titula: "El Papa (¡por fin!) pide perdón por los sacerdotes pederastas". Es curioso que sea este periódico el que con cierta periodicidad exija que la Iglesia Católica pida perdón por acontecimientos que sus hijos protagonizaron en otro tiempo y no sean capaces de pedirlo ellos por lo que los suyos hicieron.

No he oído de nungún labio socialista, ni leído ni oído en ninguno de sus medios de comunicación que controlan, una petición de perdón por la quema de conventos de abirl de 1931, ni de la persecución que sufrió la Iglesia Católica durante la II republica que controlaron los socialistas, ni de las matanzas de fieles católicos por socialistas y comunistas durante la guerra civil. No he escuchado ninguna petición de perdón de Santiago Carrillo por las matanzas de Paracuellos. Al contrario, el actual inquilino de la Moncloa le hizo un hermoso homenaje regalándole la retirada de la estatua del general Franco de una plaza de Madrid. No he escuchado de sus labios comunistas ninguna clase de perdón a los familiares de las víctimas que fueron cruelmente asesinados en Paracuellos del Jarama , con su firma, de niños, jóvenes y adultos por el mero hecho de ir a Misa, algo ciertamente terrible. Ni he escuchado ninguna petición de perdón de semejante libelo propagandista de "Público " o "El País", o de la "ser", ni de "Telecinco". Sus vergüenzas son tapadas, incluso justificadas. El mismo Pablo Iglesias, fundador del PSOE y UGT, quería suprimir la Iglesia, según se recogen las actas del Congreso de los Diputados en donde estuvo jugando a conspirar. NO he escuchado ninguna petición de perdón del Ministro de Educación por los numerosos profesores pederastas, ni del de Interior por los policías o guardias civiles pederastas, ni de los presidentes de los pasridos políticos por los diputados pederastas, ni de presidentes de los grupos editoriales por sus periodistas pederastas. No he leído ni oído en nungún medio de comunicación una exigencia que lo hagan.

Por eso me chirría ese titular de "Público", cuando no hace falta mirar muy lejos de uno mismo ni de su familia o amigos, para perdir perdón, antes de exigir a los demás lo que uno no hace y se resiste a hacerlo.

Esperemos que dentro de poco podamos decir lo mismo de ellos. Que piden perdón por los errores pasados y presentes, antes de exigirlo a los demás. ¡Por fin!

jueves, 10 de junio de 2010

AMOR A LA VERDAD


Acabo de terminar de leer la mejor biografía del próximo Beato John Henry Newman que me regaló una amiga de Legión de María. Son 800 páginas en las que el autor, Ian Ker, no solamente va recogiendo los datos de su vida, sino que bucea profundamente en cartas, libros, homilías que escribió y pronuncio durante su vida de anglicano o católico. En sus páginas se va viendo cómo la Gracia ha ido guiando su pensamiento para que en su deseo de buscar la Verdad ancle en la Iglesia Católica, viviendo el carisma de san Felioe Neri en el Oratorio de Birmingham que fundara.
El Papa Benedicto XVI ha dicho de Newman que ´nos dejó un ejemplo extraordinario de fidelidad a la verdad revelada, siguiendo esta ´luz amable´ donde quiera que lo llevó, incluso a un costo personal considerable. No le resultó fácil ni cómodo este camino, pues fueron muchas las amistades que no comprendieron su conversión al catolicismo, como no comprendieron su deseo de catolizar la iglesia de Inglaterra con el movimiento de Oxford que en el siglo XIX seguía infectada por el protestantismo desde el siglo XVII, que se levanta contra las intromisiones del poder temporal en cuestiones de fe y costumbres en la Iglesia. Incompredido también desde el seno del catolicismo en el que muchos dudaban de su verdadera y sincera conversión, a pesar de lo que trabajó al servicio que prestó al episcopado restaurado por León XIII, en su deseo de fundar una universidad católica en Dublín y otros servicios... incluso por el Padre Faber, oratoriano de Londres.

León XIII le dió el honor del Cardenalato, sin ser obispo, para que nadie dudara nunca más de su fidelidad a Roma, de su fidelidad a su conciencia y para premiar su gran labor intelectual, espiritual y catequética. ¡Cúanto hemos de aprender de los santos, de los mejores hijos de la Iglesia!

miércoles, 9 de junio de 2010

REGENERACIONISMO


En 1898 hubo en España una gran crisis de todos los órdenes, motivada por la pérdida de lo que quedaba de las colonias de ultramar, y empezó un gran movimiento llamado "regeneracionismo" que fue intentando empapar las realidades polítucas y culturales. Es curioso que entre tanta decadencia sugiera un movimiento cultural de primer orden que fue conocido posteriormente como la "generación de 98".

También a nivel espiritual hubo un fuerte movimiento regenerador, intentando reevangelizar a una sociedad supuestamente católica, pero que estaba dormida espiritualmente, "viviendo de las rentas del pasado". Un gran promotor del regeneracionismo católico de ese tiempo fue el obispo que posteriormente sería Cardenal Primado D. Pedro Segura, moviendo la piedad popular, la formación sacerdotal, los "planes pastorales".

Nosotros estamos viviendo en este momento una gran crisis en todos los sentidos. He oído hablar a algún político la necesidad de una "regeneración" de la política, del ordenamiento político español. Esta gran crisis económica ha sido consecuencia de un vacío de valores culturales y religiosos. No estaría mal que de esta gran crisis a la que nos ha llevado la inacción gobernamental en el plano económico y una acción decisiva de los gobernantes en el plano moral y educativo, se sacasen concluisiones que nos empujasen hacia una reforma educativa, política y cultural.

La Iglesia está llamada a regenerar esta sociedad sin rumbo, a insuflar horizontes espirituales para que este cuerpo casi sin vida, se levante de nuevo con el corazón puesto en Dios, y ordene todas las cosas según su querer. Si de la crisis del 98 surgieron santos, seguro que ya están forjándose en este momentos nuevos faros de luz en estos momentos críticos.

sábado, 5 de junio de 2010

DÍA FESTIVO Y CALUROSO











Como colofón de la catequesis de preparación al Sacramento de la Confirmación el pasado día 31 de mayo fuimos al parque de atracciones de Madrid a pasar el día. Tenemos que dar las gracias a Antonio Vázquez por su ayuda, sin la cual este día hubiera sido sombrío, y no hubiera podido conseguir esta fantástica gorra de ABBA que allí mismo me realizaron siguiendo nuestras indicaciones. Solo por esa gorra mereció la pena el calor que se pasó, je, je, je... Antonio se fió de mi y se mojo en los "ràpidos" y todo. Eso para que se fíe poco.

miércoles, 2 de junio de 2010

PEQUEÑOS-GRANDES MILAGROS


Hace ya algun tiempo compré una planta verde que entre medias salen hojas distintas y rojas. Como vi que salieron unas hojas con machas opté por hacer una "poda" generalizada por si se podía salvar. Ha estado, y no quiero exagerar, años en su si-no.

Cuando empezamos el mes de mayo me propuse que siempre la imagen que tengo en casa de la Virgen tuviera flores. Y para ello, unas veces las cogí de la parroquia, de las primeras comuniones o de las bodas, otras de los rosales o lilos de mi urbanización. En uno de esos días que no tenía flores para honrar a la Madre del Cielo, cogí la maceta medio viva medio muerta y se la puse a la Virgen. Al poco tiempo han ido brotando esas hojas rojas tan preciosas, y la planta que pensaba que no tenía remedio, ha revivido y está mejor que nunca.

Eso me ha recordado lo que hace Ella con sus hijos: alegría y crecimiento espiritual. Cuando oyó el saludo Isabel de su pariente María, se llenó de alegría y llena de Espíritu Santo la aclamó. Donde está Ella hay plena alegría y gozo espiritual. Donde no, la tibieza y los pocos quilates, el querer hacer carrera en la Iglesia con los mercedes, en vez de luchar por adquirir valores eternos.