Hay una nueva oleada de liturgistas que abogan por celebrar la Misa, la Plegaria Eucarística, de "espaldas" al pueblo, o más tecnicamente "mirando al Oriente". Dicen que la última reforma litúrgica se realizó precipitadamente y que en algunos términos, no siguió las indicaciones de la Sacrosanctum Concilium, que de hecho no se han encontrado ningún altar despegado del muro del templo en ninguna Iglesia paleocristiana o posterior, que al hacerlo en el posconcilio del Vaticano II la línea evolutiva de la Liturgia ha quebrado una tradición que se hace remontar a los primros tiempos, que no nos podemos apoyar en los tiempos apostólicos para fundamentar esta "nueva forma" de celebrar la Misa pues desconocemos cómo lo pudieron hacer en los momentos en que la Iglesia no disfrutaba aún de paz para poder desarrollar la Liturgia. De hecho, siguen argumentando, los altares estaban orientados al oriente, donde había nacido Jesucristo y donde se había desarrollado su Muerte y Resurrección, Luz que nace del oriente. El mismo papa Benedicto XVI antes de serlo, apoyó esta visión litúrgica.
Sin embargo se da cuanta de la dificultad que encierra el volver a cambiar las rúbricas litúrgicas con el despiste de los fieles, por lo que ha ideado, como ya comentaría en su libro "Introducción a la Liturgia" la colocación en el centro del altar de una gran Cruz que nos recuerde que estamos celebrando el Sacrificio del Señor,que el altar es mesa y Calvario redentor, para que todos, fieles y sacerdotes, orienten sus miradas y afectos al mismo sitio,a Cristo, a la vez que oculte el protagonismo del sacerdote tan onanista en muchas ocasiones. A la vez pide un cuidado esmerado en todos los elementos como ornamentos, vasos sagrados,... que con su belleza nos indique la sacralidad de la acción sacramental.
El tiempo nos dirá si este estilo cuaja en la vida eclesial o solo es agua de mayo.
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