Hace ya algun tiempo compré una planta verde que entre medias salen hojas distintas y rojas. Como vi que salieron unas hojas con machas opté por hacer una "poda" generalizada por si se podía salvar. Ha estado, y no quiero exagerar, años en su si-no.
Cuando empezamos el mes de mayo me propuse que siempre la imagen que tengo en casa de la Virgen tuviera flores. Y para ello, unas veces las cogí de la parroquia, de las primeras comuniones o de las bodas, otras de los rosales o lilos de mi urbanización. En uno de esos días que no tenía flores para honrar a la Madre del Cielo, cogí la maceta medio viva medio muerta y se la puse a la Virgen. Al poco tiempo han ido brotando esas hojas rojas tan preciosas, y la planta que pensaba que no tenía remedio, ha revivido y está mejor que nunca.
Eso me ha recordado lo que hace Ella con sus hijos: alegría y crecimiento espiritual. Cuando oyó el saludo Isabel de su pariente María, se llenó de alegría y llena de Espíritu Santo la aclamó. Donde está Ella hay plena alegría y gozo espiritual. Donde no, la tibieza y los pocos quilates, el querer hacer carrera en la Iglesia con los mercedes, en vez de luchar por adquirir valores eternos.
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