domingo, 10 de agosto de 2008

¿CÓMO ENCONTRAR A DIOS?


Seguimos sin querer encontrar a Dios. O mejor dicho, queremos que se nos haga presente de forma espectacular: por un gran terremoto, en medio de la tormenta o del fuego como a Moisés en el monte Sinaí. No nos resignamos a que sea en la sueva brisa, en la seno de la Doncella de Nazaret, en la historia de un pueblo perdido del imperio romano con una lengua tan rudimentaria como la judía, ni que se haya querido manifestar a los simples pastores, ni que se haya querido rodear por los parias de entonces como los pescadores, recaudadores de impuestos...

En la brisa sueve le habló a Elías, en el silencio de la noche Jesús hablaba con el Padre, en la tranquilidad de la tormenta calmada los discípulos le adoran reconociéndole como el Hijo de Dios.

Precisamos silencio, sí, para que la Palabra de Dios ponga su morada entre nosotros, para que conforme nuestra vida. Si Jesús se retiraba en silencio para hacer oración...¿cuánto más nosotros?.

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