domingo, 15 de marzo de 2009

LA VIRGEN EN CUARESMA


Ya estaba avisada: una espada de dolor te atraversará el alma al ser tu hijo signo de contradicción. Como "peregrina de la fe" tuvo que ir uniendo cabos aparentemente sueltos para ir comprendiendo su misión de Madre Corredentora. De ahí que el evanglista repita en varias ocasiones cuál era su actitud ante los acontecimientos que va presenciando de la vida de Jesús: meditaba todo esto en su interior, en su corazón.

Iba, diríamos,barruntando las cosas, dada su hondura espiritual. Los legionarios estamos acostumbrados a recitar diariamente su cántico, el Magníficat. En él vemos como esa entonces jovencita de 14 o 15 años es capaz de componerle basándose en textos de la Sagrada Escritura dándoles nuevas formas y contenidos, lo que a todas luces nos dice cómo ya había meditado los textos sagrados y cómo era capaz de hacer oración con ellos (vgr. Spes Salvi) .

No es de extrañar que Ella fuera intuyendo que el tan leído en las sinagogas cántico al Siervo de Yahve del profeta Isaías, no se refería al pueblo de Israel en general como decían los maestros de le Ley, sino que se refirería a su Hijo, al comenzar a saber cómo encontraba resistencia su predicación. Iba sabiendo que aquellos que eran "importantes" del pueblo no le aceptaban por su exigencia, por la denuncia que hacía su falsedad encubierta bajo velos de religiosidad. Que los que le seguían, no le buscaban por sus discursos conmovedores, sino esperando que les diera de comer, o que les curase. Los mismos discípulos que iban de vez en cuando por su casa en Nazaret los veía tan superficiales... Alegres, sí, pero solo buscando los mejores puestos en ese Reino del que hablaba su Hijo. Aparentemente muy unidos en torno a Él, pero sin embargo sabía cómo ya uno entre ellos le había criticado al aceptar el ungüento de la Magdalena en su pies cansados y no dárselo a los pobres. Discípulos en la sombra como Nicodemo... Sus enfrentamientos duros con los que eran considerados los más santos , los fariseos, llegándolos a llamar hipócritas. Todas estas noticias que la iban llegando a casa de unos y de otros, iba haciendo que fuera preparándose para su Semana Santa, para su Pascua. Podríamos decir que su Cuaresma duró toda la vida de Jesús. Por eso, en el momento decisivo, allí estaba Ella junto a la cruz de Jesús, no solo como Madre suya rota de dolor sino en actitud oferente, no como espectadora sin más sino involucrándose de lleno. Si no se hubiera preparado en esos años oscuros, no hubiera sido capaz de mantener su SI inicial al mensajero Gabriel, ni hubiera sido capaz de ofrecer como hacían los sacerdote en el templo con las ofrendas sacrificiales al propio fruto de sus inmaculado vientre.

Nosotros, cmom siempre hemos de intentar vivir estos días que nos quedan de cuaresma con los ojos de la Virgen, con su profundidad, sabiendo que si lo hacemos así, estaremos muy cerca de Ella como el apóstol san Juan, viviendo rotundamente la semana santa y la pascua cmo un momento precioso de renovación: pero si los vamos "llevando" o "tirando" sin más seremos más bien como los otros discípulos que les pudo el miedo y el escándalo de la cruz.


(Allocutio del 15 de marzo en el Comitium "Nuestra Señora del Sagrario" de Toledo)

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