Hasta hace poco solo conocía a Suecia por cuatro cosas: por ABBA, por el premio Nobel, por el Rey Carlos Gustavo y por la fábrica de automóviles VOLVO. En esta parte de Europa se veía al norte como una zona muy civilizada y avanzada sin apenas problemas.
Sin embargo el "boom" de la novela negra sueca nos ha hecho conocer a una sociedad falta de valores, llena de violencia de "género" y tan falta de seguridad. Se pensaba que esa violencia era fruto de una cultura católica y muy pasional, fruto del temperamento latino.
Las novelas de Camila Lackberg y de Stieg Larsson nos retratan una sociedad areligiosa y que fruto de ello y del relativismo moral que impera, ha surgido un sinsentido que solo la violencia o el sexo deshumanizado parece llenar. El Calvinismo oficial no ha sido capaz de orientar positivamente al sueco.
Las novelas de Larsson dejan un mal sabor de boca y quitan la fe en el ser humano, aunque hay que reconocerlas su ritmo trepidante, su capacidad de enganche a la trama y de mantener hasta el final de la novela el interés del lector.
Camila Lackberg es más elegante, hace una descripción psicológica más profunda de sus personajes, no toca temas escabrosos, y deja abierta la fe en el hombre, cosa que las novelas de Larsson se empeñan en cerrar una y otra vez.
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