jueves, 29 de mayo de 2008

Meditación en la Fiesta de la Legión de María "ACIES"


ALLOCUTIO DEL ACIES 2.008

I.- Habría muchas formas de exponer solemnemente el Santísimo Sacramento como lo demuestra la historia de la Liturgia de la Iglesia. Hoy, sin embargo, después de la última reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, lo hacemos de esta manera: sobre el altar. No es por casualidad. Ha sido en el altar donde la “víctima pascual”, Jesucristo, ha sido inmolado; donde el sacrificio de la cruz realizado una vez para siempre se actualiza, haciéndonos así a todos los presentes contemporáneos del Señor. Es en la Eucaristía donde se hace presente Jesucristo glorioso, vencedor del pecado y de la muerte, donde la justicia del Padre se convierte en amor misericordioso. Es donde Jesucristo, mostrando al Padre Eterno sus manos llagadas, sus pies atravesados y su costado abierto, intercede por nosotros. Exponiéndole así a veneración pública, adoramos su Amor hasta el extremo, Amor que no se ha reservado nada pasa sí. Fijáos: Jesucristo siendo rico se hizo pobre por nosotros….siendo de condición divina se despojó de su rango…” . Aquí, místicamente tocamos las llagas del Resucitado, cómo a los discípulos de Emaús se nos abre el entendimiento para conocer la Escritura Sagrada, y los efectos de su Pascua se nos infunden. No se nos tapan nuestros pecados, sino que somos plenamente regenerados por las aguas bautismales y en la Eucaristía se perpetúa, actualiza y prufundiza los efectos de su Resurrección.
II.- Incluso en la hechura de las custodias que van a contener la Eucaristía se manifiesta este Amor que irradia, esta caridad total mostrada en Jesucristo. Esos rayos de metal que salen del viril que contiene la Sagrada Eucaristía, quieren manifestar que la caridad de Jesucristo que es Amor, no desea quedar contenido en sí mismo, sino desea una irradiación total. “La Sagrada Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre”(Benedicto XVI Sacramentum Charitatis 1). Aquí, Jesús nos sigue amando hasta el extremo, hasta el don de si mismo (Cfr. Idem). En el Sacramento de nuestra fe encontramos la eterna fuente escondida que mana vida; que mana el Verdadero Amor, la auténtica caridad.

III.- Por eso podemos comprender la manera de actuar de nuestra señora la Virgen Santísima: Su plenitud de la gracia se manifiesta en su caridad:
• En la docilidad incondicional a la Palabra Divina, sin medianías y sin buscar contrapartidas de ninguna clase.
• En la fe obediente que asuma su vida en cada instante ante la acción de Dios. Una caridad, una amor hacia su divino Hijo que la empuja a servir, sin sentirse humillada por eso, a su pariente anciana; que la empuja a defender a su único Hijo huyendo a tierras extrañas donde sus antepasados fueron esclavizados; que la empuja a adorar a su Hijo y a meditar y conservar en su Corazón las palabras que vienen de Dios, formando con ellas como un mosaico aprendiendo a comprenderlas a fondo.
• Es su caridad, alimentada con el trato con Dios, la que la urge a colaborar en la acción redentora de su Hijo; la que la hace mediar ante las penas de esos novios de Caná; la que hace que participe con Jesucristo en sus dolores de la cruz; la que haga que su Corazón se dilate –esta vez con dolor- dándonos así la vida en el Hijo. Una caridad, que ni el último suspiro de Jesús pudo apagar, sino convirtiéndose así en la Mujer Creyente, en la Señora del Amor, en la que espera en la resurrección de su Hijo sin dudarlo, contra toda la esperanza humana; la que abre sus entrañas para que allí nos modelemos (cfr. Consagración colectiva del Acies), para pedir para nosotros el don del Espíritu. Una caridad sin rupturas, ni incluso en su Asunción Gloriosa, donde su amor ya no tiene las barreras de espacio ni tiempo.
• La caridad, por tanto, en Ella la urge, la mueve a darse y servir. Y este amor quiere seguir haciéndolo palpable entre nosotros. Sí. En esto consiste la espiritualidad mariana: en permitir que Ella siga sirviendo, amando a su Divino Hijo en nosotros. Unidos por tanto a Ella, anclando nuestro corazón en el Suyo, hemos de ser canales de su Caridad para el prójimo.
IV.-¿Y qué mejor manera de manifestar el verdadero amor, la verdadera caridad, que a los más pobres de nuestro mundo?. Y cada día hay más. No me refiero solamente a los que carecen de bienes materiales sino a los más pobres del mundo que son los que no conocen a Jesucristo, que no han tenido un encuentro vital con la persona de Jesús, que es el único que da un nuevo horizonte a la vida (cfr. Benedicto XVI Deus Caritas est, 1 ). Aquí la Legión de María adquiere su grandeza: estar en la avanzadilla llevando la noticia transformante del Señor Resucitado.
V.- Como representante del Sr. Cardenal Arzobispo Primado en nuestra Legión de María en Toledo, os animo apara que también vosotros dejéis que la caridad de Cristo os urja, os mueva:
• Es en las pequeñas comunidades cristianas donde se encuentra en germen el futuro de la Iglesia. En cada grupo, en cada presidia la caridad se ha de dilatar porque es aquí nos podemos expansionar, compartir nuestras experiencias apostólicas: donde encontramos apoyo en las horas bajas humanas o sobrenaturales, donde nos vamos formando y descubriendo cómo el señor actúa en nosotros y a veces a nuestro pesar, porque aquí van creciendo entre nosotros unos sentimientos que van más allá de los sentimientos meramente humanos y descubrimos una hermandad que no está basada en meros fundamentos humanos.
• Gracias a su intensa vida de hermandad que la legión de María va proporcionando en las juntas y labores apostólicas semanales, el legionario va aumentando en caridad, se va santificando superando los respetos humanos que tanto frenan y limitan.
• Por su apostolado alma a alma, exhalamos para dios el suave aroma de la caridad, llevando al prójimo a la persona viva y palpitante de Jesucristo resucitado. Vivir inmersos y gozando de la misericordia del Señor nos lleva al compromiso activo del apostolado humilde ofreciendo en nuestras vasijas de barro la revolucionaria noticia de la resurrección del Señor Jesús.
VI.- Amigos y hermanos legionarios: Que la caridad sea nuestro distintivo, sin buscar nunca ni ambicionar halagos ni honores, como hizo la Madre del Amor Hermoso. Humildes pero sin frenarnos; sin aspavientos pero sin amedrentarnos.
• Queridos legionarios auxiliares: vuestra caridad es ha de mover a hacer cada día mejor si cabe vuestra oración. Ya veis cuánto campo queda por trabajar aún, se diría que estamos aún comenzando a evangelizar. De vuestro rezo devoto del rosario, de vuestra Tessera rezada piadosamente depende el fruto de la caridad de los legionarios activos.
• Queridos legionarios activos: Que siempre os mueva la caridad, una caridad a Dios y al prójimo, siendo dóciles como la Virgen del siempre SI, buscando siempre nuevas formas, nuevos proyectos para hacer llegar el mensaje de Jesús a todos sin excepción. ¡Queda aún mucho por hacer!.La Legión de María os ayuda para que la gracia apostólica bautismal se vaya desarrollando en vuestro ser laical. Si de los primeros cristianos se decía…mirad como se aman….y fue asi un imán para nuevas conversiones, por la caridad que reinaba entre ellos ¡qué se debería decir de nosotros!...

Señor Jesús, amigo resucitado, Buen Pastor:
Aquí nos tienes, a la Legión de tu Madre que quiere
hacer posible que seas más conocido, amado e imitado.
A Ella nos vamos a consagrar, sabiendo que no nos quedaremos
en su regazo solamente gozando de su amor
sino que nos llevará a Ti, para que participemos de tu pastoreo
cumpliendo tu mandato: Id y predicad a toda criatura…
Como a tu Madre la llenaste de caridad,
llénanos a nosotros por su mediación
para que sea la caridad la que nos mueva y nos urja.
Como Ella fue un molde en que te formó y educó,
que Ella también nos forma en su estilo que es el tuyo,
Buen Pastor de nuestras almas.
Toledo, 31de marzo de 2.008.

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