- El presidente Bush hizo saber que es su país la religión no estaba reducida a la vida privada, sino que tenía su repercusión en la pública.
- En la recepción que se hizo del Papa en la Casa Blanca hubo una gran alegría entre los colaboradores del presidente norteamericano, pues entre ellos había católicos fervorosos que levantaban sanas envidias entre los demás. No había risitas de mal gusto, ni desprecios ante ellos...
He vuelto a España de golpe. Menuda se ha levantado entre los parlamentarios españoles al querer poner una placa en las Cortes en recuerdo de Santa Maravillas de Jesús, religiosa carmelita canonizada por Juan Pablo II: su padre fue presidente de las Cortes, en tiempo de Alfonso XIII, y la casa de su nacimiento estaba emplazada en una de las casas que se han adquirido para ampliar las instalaciones de sus señorías. Los parlamentarios socialistas hablaban despectivamente de la placa de esa monja, de que al ser un estado aconfesional no se puede poder una placa en el Parlamento de alguien que fue muy católica, la pobre. ¡Menuda tropa!
El anticlericalismo de otro tiempo sigue siendo una realidad en las mentes de algunos que les hace volar a ras de tierra, sin ser capaces de ver más allá, ni ser capaces de ver a los prohombres de la nación sean de la sensibilidad que sea. Yo me pregunté: ¿y si la casa natalicia hubiera sido la de la pasionaria, o la de de Pilar Bardén, Santiago Carrillo...? Vosotros, como yo, sabemos de sobre la respuesta.
Ojala la democracia española tenga de verdad como punto de referencia la norteamericana, y el hecho religioso, lejos de querer esconderlo como si no exisitera, se le de su repercisión social.
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