viernes, 18 de septiembre de 2009

CADA UNO EN SU CASA Y DIOS ... EN LA DE TODOS


Soy de los que piensan que el Estado es un mal menor que a veces se puede convertir el algo monstruoso al rebasar ,y con creces, sus iniciales competencias que la sociedad le ha ido revertiendo. Sin él, esto es verdad, el capitalismo sería algo horripilante, tal y como fue al comienzo de la primera revolución industrial en la que el obrero fue explotado cruelmente y sin miramientos por los patronos, como los niños y mujeres, que llevó al papa León XIII a escribir su encíclica "Rerum Novarum" iniciándose así una larga cadenas de encíclicas sociales hasta la última "Caritas un veritate" de Benedicto XVI. Pero también es horripilante ver al Estado inmiscuirse en asuntos privados como los de la fe, como los de la moral, como en la misma economía, pervirtiendo el sentido de la propiedad privada, convirtiéndose en la única fábrica del pais.

Es un grave peligro que al menos en la vieja Europa y dentro de ella a la nación más antigua de la misma, España, el que se va realizando poco a poco, con un plan preestablecido, una ingeniería social:



  • El Estado se cree que se puede inmiscuir en la formación moral de los niños y jóvenes, diciéndoles lo que está bien y lo que está mal, olvidando así que SOLO son los padres, la insititución familiar que es anterior al Estado, los que han de dar a sus hijos una formación de acuerdo a sus convicciones. Se ha de poner al Estado en su sitio, que no es poco.


  • El Estado no puede hacer un rediseño de la sociedad, haciendo ver que es tan loable la familia clásica con los nuevos modelos familiares que nos quieren meter con calzador.


  • El Estado no puede meterse en la conciencia personal de cada persona, sino respetar sus mismas decisiones propias. Es ridículo que aquellos que apelaban a la objección de conciencia cuando era obligatorio el servicio militar, ahora no lo vean bueno en los médicos a la hora de realizar abortos.


  • El Estado ha de poner los medios para que la sociedad civil pueda desarrollarse económicante poniendo leyes que eviten que el capitalismo se convierta en algo que dañe al hombre. Los impuestos no se han de convertir en un medio de socorrer los errores estatales, sino hacer posible que la vida de sus ciudadanos sea la más digna, especialmente de los más necesitados.

Hemos de poner a cada cosa en su sitio. El papá Estado ha de ser vigilante para que la libertad individual se pueda vivir con orden. No hemos de permitir nunca que el Estado vaya entrándose en nuestras vias, en nuestras familias, en nuestra conciencia. Cada uno es su casa y Dios...en la de todos.

2 comentarios:

Verónica O.M. dijo...

Lo que yo veo es que se han perdido, muchos derechos que antes se tenían, por los que habían luchado personas para conseguirlos, los cuales se han tirado sin miramiento a la basura. Te venden una sociedad moderna cuando cada vez hay mas problemas, que no se hace nada para solucionarlos. Y no digamos de la ley del aborto, y yo me pregunto :que derechos tienen esos niños a los cuales no se les permite ni el derecho de nacer.

Gustavo Adolfo Conde Flores dijo...

mas razón que un santo, amiga Vero