viernes, 12 de septiembre de 2008

CUANDO OTROS VUELVEN, NOSOTROS VAMOS


El estudio de la historia nos enriquece personalmente pues nos hace ver la relación entre un hecho y otro, aunque pueda distar mucho en el tiempo.

Algo así vemos cómo siempre los españoles vamos un paso atrás en la historia, y cuando los demás se han movido, nosotros llegamos tarde y mal: la ilustración, la revolución francesa, la democracia, la hechura de las constituciones....la industrialización y un larguísimo etcétera que no viene al caso.

Me ha asombrado que el presidente de la Laica República Francesa tenga que volver a dar una lección a estos aprendices de brujo que son nuestros gobernantes y alguno de la oposición-no te creas, algún o muchos peperos- laicistas. Frente a este laicismo beligerante, que en otro tiempo enarboló la hija predilecta de la Iglesia, hoy se habla de una sana laicidad.



  • En la democracia es "legítimo y respetuoso" de la laicidad dialogar con las religiones, ya que éstas son patrimonios vivientes de pensamiento no sólo de Dios, sino también sobre el hombre y la sociedad.


  • El mandatario consideró que los diversos credos de sus ciudadanos son una riqueza para Francia por lo cual "la laicidad positiva es el respeto a las convicciones; no ponemos uno contra otro pero reivindicamos nuestras raíces cristianas".


  • Esta posibilidad sería un error hacia la cultura y el pensamiento, aseguró el jefe de Estado ante unas 700 autoridades políticas y diplomáticas, luego de su encuentro privado con el Papa. El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, calificó hoy como "una locura" que el mundo se prive de las religiones, al dirigir un mensaje ante el Papa Benedicto XVI en el gubernamental Palacio del Elíseo.


  • El olvido de Dios"sería un error hacia la cultura y el pensamiento", aseguró el jefe de Estado ante unas 700 autoridades políticas y diplomáticas.

Vivir para ver. Esta república francesa, modelo para el republicanismo cívico, como dice el inquilino de la Moncloa, quiere ser ejemplo de la laicidad, no de un laicismo rampante, burdo, sin clase, y sin horizonte de futuro. Ójala que nuestros queridos políticos no lleguen tarde esta vez a esta marejada que se nos presenta desde Francia, ni sigan embarcados en la tormenta laicista.

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