SUPERAMOS A TODOS

Está claro que los españoles además de ser muy temperamentales y pasionales, también somos muy influenciables por lo que hemos pensado que era un progreso. Quizá en el fondo subyace cierto complejo de inferioridad, que hace que vemos siempre lo ajeno como mejor que lo nuestro. Ha sido una labor desde la ilustración hasta hoy que ha ido calando poco a poco en la sociedad española de tal manera que se ha ambicionado lo que no se tenía y despreciando nuestra cultura, nuestra historia.

Que en los países de nuestro entorno, como cursimente se dice, hay divorcios....pues nosotros más que ellos con el divorcio express; que si hay abortos en los países europeos con más o menos restricciones legales...pues nosotros nos hemos convertido en el paraíso de los abortistas, estudiándose incluso la legalización plena; que en los países centroeuropeos, de mayoría luterana, aceptan las mal llamadas bodas gays... pues nosotros no solo eso, sino que les permitimos que adopten en pro de la igualdad y del progreso; que si en otros países europeos desde ya hace tiempo se intenta adormecer la espiritualidad, aquí no se quiere adormecer sino arrasar con ella, comenzando por el adoctrinamiento desde el Estado a los niños; que si en otro tiempo se favoreció en Europa el amor libre, aunque ya se vuelve a la fidelidad conyugal, aquí estamos con el virus de las uniones de hecho, de las uniones sin papeles, que vemos que ocasionan casi diariamente noticias de violencia doméstica. Pero hay una palabra mágica casi intocable que reviste todo, una falacia que domina todo y que se ha convertido en idolatría, en un falso dios: el progresismo o progreso.

No tengáis nada que ver con la idolatría(...)

No podéis beber de las dos copas,

la del Señor y de las de los demonios.

No podéis participar de las dos mesas,

de la del Señor y de la de los demonios.

¿Vamos a provocar al Señor?

(1Cor 10, 14-22a).