El Santo Padre Benedicto XVI ha declarado un "Año Sacerdotal" que comenzará el próximo octubre. Ha de ser un año para que hagamos los sacerdotes lo que dice san Pablo a Tito: "reaviva el don que recibiste por la imposición de manos". Un año para que los sacerdotes volvamos sobre nuestros pasos y nos volvamos a sorprender de tanto don que hemos recibido, que volvamos a caer en el estupor de haber sido llamados, consagrados, enviados. Un año para que reverdezcamos en nosotros el don del sagrado sacerdocio que inmerecidamente recibimos un dia. Un año para que nos sacudamos el posible costumbrismo de nuestra actividad sacramental para que de esta forma sepamos disfrutar de lo que tenemos entre manos. Lejos de ser una carga agobiante, es un gozo inmenso ser cauce de gracia y salvación para los hemanos. Es necesario que no nos creamos más que nadie en nuestras comunidades, sino que seamos capaces de edificarlas en torno a Jesucristo, único y eterno Sacerdote.
Es un año para que toda la Iglesia descubra el grandísimo don sacerdotal, que lo sepa agradecer al Dios providente, y se haga cargo también toda la comunida católica de la necesidad de sacerdotes santos, no solamente orando , sino haciendo planes pastorales para que broten nuevas vocaciones sacerdotales. Hemos de tener siempre claro que sólo en unas comunidades vivas, donde haya exigencia en la vida cristiana, es donde pueden surgir respuestas generosas a la llamada de Jesucristoy ser TODO DE ÉL.
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