Mucho ruido...pocas nueces. Los niños hebreos salieron cantando con ramos hebreos, muchos adultos alfombraron el camino con sus mantos. Los fariseos y sumos sacerdotes miraron la escena con curiosidad, algunos con envidia, la mayoría con odio. Mucho ruido. Más, sin embargo, no hubo nadie en la ciudad que le invitara a comer, nadie. Por eso tuvo que volver de nuevo a Betania, de donde había venido, a casa de sus amigos Marta, María y Lázaro, al que había resucitado hace pocas semanas. Allí había puesto su "campamento", se sentía como en casa. Allí descansaba de sus apostolados, se expansionaba.
Nos puede pasar a nosotros lo mismo. Mucho ruido al salir vitoreando el Señor como aquellos niños hebreos, pero sin embargo, pocas nueces, al no acogerle de verdad, no invitándole ni siquiera a comer, teniéndose que marchar a otro sitio. O bien podemos ser como esos amigos de Betania que siempre tenían un plato para Jesús, una cama donde descansar, unos corazones acogedores. Acoger a Jesucristo de verdad, sin condiciones.
Contemplemos esta bella imagen que en Toledo ha procesonado este día del Domingo de ramos. Su dignidad en el porte acogiendo la voluntad del Padre trasluce su tristeza en sus ojos al saberse rechazado, pues va a morir fuera de Jerusaén, como un apestado.
Contemplemos esta bella imagen que en Toledo ha procesonado este día del Domingo de ramos. Su dignidad en el porte acogiendo la voluntad del Padre trasluce su tristeza en sus ojos al saberse rechazado, pues va a morir fuera de Jerusaén, como un apestado.
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