Ella es la Madre de mi alma.
Su corazón y el mío son uno; y desde ese único corazón vuelve Ella a decir lo que dijo entonces: "He aquí la esclava del Señor".
Y otra vez vienes Tú por medio de Ella para hacer grandes cosas.
Cúbrame Tu poder, y ven a mi alma con fuego y amor,
y hazla una con el amor de María y la voluntad de María de salvar al mundo;
para que yo sea pura en Aquella que por Ti fue hecha inmaculada;
para que por Ti crezca en mí también mi Señor Jesucristo;
para que yo con Ella, su Madre, pueda ofrecerle al mundo y a las almas que le necesitan;
para que, ganada la batalla, esas almas y yo
podamos reinar con Ella eternamente en la gloria de la Santísima Trinidad.
Confiado en que en este día quieras Tú recibirme por tal y
servirte de mí y convertir mi debilidad en fortaleza,
tomo mi puesto en las filas de la Legión
y me atrevo a prometer ser fiel en mi servicio.
Me someteré por completo a su disciplina,
que me liga a mis hermanos legionarios y hace de nosotros un ejército,
y mantiene nuestra alineación en nuestro avance con María,
para ejecutar tu voluntad, para obrar tus milagros de gracia
que renovarán la faz de la tierra,
y establecerán, Santísimo Espíritu, tu reinado sobre los seres todos.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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