PARA COMPENDER MEJOR LA PROMESA LEGIONARIA
I.- Es muy común que al finalizar el mes de mayo nos consagremos individual o colectivamente a la Virgen. Algo parecido pasa en el mes de junio dedicado al Corazón de Jesús. Estas consagraciones no añaden nada nuevo a nuestra consagración bautismal sino que de alguna forma la actualizan, y los efectos que hicieron en nosotros vuelven a reverdecer, reviven, salen de nuevo a la superficie, pues el sacramento del bautismo imprimió carácter en el alma.
II.- La llamada promesa legionaria es igualmente una consagración y como tal no añade ninguna gracia especial, como las consagraciones de las que hemos hablado anteriormente, sino que hace posible que la gracia bautismal se vuelva a actualizar:
· Nos ponemos ante la presencia del Espíritu Santo y le pedimos que nos fecunde como fecundó las entrañas virginales de María o como ungió la naturaleza humana del Verbo encarnado en las aguas del Jordán. (así caemos en la cuenta de nuestra primera unción del Espíritu en el Bautismo y la segunda en la Confirmación)
· Declaramos que sin el Espíritu no podemos hacer nada pero que con Él lo podemos todo.
· Declaramos que queremos entrar en un movimiento apostólico -Legión de María- con un estilo propio, aprobado por la jerarquía de la Iglesia. De esta forma, la llamada del Señor al apostolado y a la santidad que recibimos un día en las aguas regeneradoras del bautismo, las hacemos vitalmente nuestras.
· Aceptar la disciplina legionaria quiere decir: que hemos visto que el estilo de la Legión nos agrada, aunque nada sea perfecto; que este conjunto de normas nos unifica en criterios en todo el mundo; que hace que el engranaje funcione. La Legión de María, desde 1917, ha ido añadiendo, quitando normas adecuándose a los tiempos. Aceptar la disciplina legionaria es aceptar su forma de actuar-que no es perfecto, reitero- y saber que no puedo cambiarlas a mi arbitrio o cuando yo quiera sin contar con el Consejo Superior.
III.- La promesa legionaria no es por tanto ningún voto al modo de lo que se hace en una congregación religiosa. No es algo que me una a perpetuidad y que si rompo por cualquier motivo es pecado. Sólo es una declaración de amor y de intenciones. Si en un momento dado se cree oportuno dejar la Legión por lo que sea, no se comete ninguna falta ni venial siquiera. Por eso no tenemos que tener ningún miedo a este acto tan precioso y emotivo que es la promesa legionaria.
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