viernes, 6 de junio de 2008

PIO XII Y LOS JUDÍOS (II)


Breve biografía de Pío XII


Eugenio-María-Giovanni Pacelli nació en Roma el 2 de marzo de 1876. Hijo de una familia dedicada al servicio papal, tuvo como padre a un hombre profundamente piadoso y disciplinado. Fue él mismo quien, por la pérdida temprana de su mujer, atendió y educó a sus cuatro hijos concienzudamente.
El que sería el futuro Pío XII, realizó sus primeros estudios en Roma, y desde joven manifestó una inclinación a los estudios, que junto con una extraordinaria memoria y de un espíritu fuertemente disciplinado, hicieron de él un estudiante ejemplar, manifestando además, desde esta temprana edad, una madurez poco común. Sintió la llamada de Señor hacia el sacerdocio e ingresó para su formación teológica y espiritual, en el Seminario de Capranica, en el Seminario de San Apolinario y en la Universidad Gregoriana de Roma, y fue ordenado sacerdote el año 1899.
Dos años después pasó a trabajar en la Secretaría de Estado del Vaticano. Al concluir con éxito sus estudios en derecho eclesiástico y civil el año 1902, fue contado, dos años más tarde, entre los colaboradores de la comisión a la que el Papa San Pío X confió la revisión y nueva codificación de las leyes canónicas, con el objeto de promulgar un Código de Derecho Canónico actualizado. A la vez, mientras hacía este trabajo, fue profesor de Diplomacia Eclesiástica en la Pontificia Académia dei Nobili Eclesiastici (1909-14).
En 1911 fue nombrado Subsecretario de la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios y luego Secretario de la misma en 1914. En abril de 1917 fue elegido como Nuncio de Baviera, siendo consagrado obispo por el Papa Benedicto XV y nombrado, un mes después, arzobispo titular de Sardes.
Una vez en Munich (capital de Baviera), el Nuncio Pacelli fue de gran ayuda al Papa Benedicto XV en sus esfuerzos de aliviar a las víctimas de la Primera Guerra Mundial. A pesar de diversas amenazas contra su vida por esta labor que realizaba en nombre del Papa, el siguió ejerciéndolo. Su extraordinaria bondad llegó a ser prontamente conocida por muchos alemanes que, por ese entonces, se beneficiaron de diversos modos de su caridad y celo pastoral.
En 1920 fue nombrado primer Nuncio ante la nueva República Alemana (conocida como la República de Weinar), mientras que seguía siendo Nuncio en Baviera. Se trasladó a Berlín en 1925. En 1924 firmó el Concordato de la Santa sede con Baviera.
En Berlín, aunque era una ciudad de mayoría protestante, demostró su celo apostólico en diversas alocuciones, visitando hospitales, orfanatos, seminarios, escuelas, fábricas y talleres de todo tipo en diversas ciudades. Se firmó el Concordato en 1929 entre la Santa Sede y Alemania, año en que dejó la Nunciatura y fue creado Cardenal. Al despedirse anunció los peligros que él veía en el nacionalsocialismo.
Una vez en Roma, el Cardenal Pacelli fue nombrado Secretario de Estado Vaticano. Se entregó en cuerpo y alma a su labor, siendo hombre de confianza del Papa Pío XI. Será enviado del Pontífice y en su nombre firmó el Concordato con la Alemania Nazi en 1933, y Legado Pontificio en varios países del mundo: En 1934 asistió al Congreso Eucarístico celebrado en Buenos Aires; en 1935, asistió a Lourdes; en 1936 fue enviado por Pío XI a realizar una visita pastoral por tierras norteamericanas; en 1937 asistió a la consagración de la basílica de Lisieux; en 1938 asistió al Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Budapest.
A la muerte del Papa Pío XI, a sólo 24 horas del comienzo del Cónclave, fue elegido como Romano Pontífice, concretamente el 2 de marzo de 1939 eligiendo como nombre para su pontificado Pío XII.
Para que el hombre trabajador pudiera acercarse a los Sacramentos adecuó los horarios de Misas y redujo el tiempo hasta entonces observado para la abstinencia antes de recibir la Sagrada Comunión. De su devoción mariana hay numerosos testimonios, entre el que sobresale la definición dogmática de la Asunción de la Virgen a los cielos en cuerpo y alma, el 1 de noviembre de 1950.
Durante su Pontificado canonizó a 33 personas, incluyendo a Pío X. Nombra a numerosos cardenales, comenzando de esta forma la internacionalización del Colegio Cardenalicio. Será el primer Papa conocido por medio de la radio y de la televisión, precisando en el terreno moral el concepto de culpa colectiva y se pronunció sobre el problema de la inseminación artificial. Renovó de manera vigorosa la doctrina social de la Iglesia. Con énfasis enseñó que la persona humana es tanto el origen como el fundamento y la meta de la vida social.
Intentó por todos los medios evitar la Segunda Guerra Mundial. Durante la misma, Roma permaneció neutral e imparcial, llamando incesantemente a la paz duradera en base a la ley natural. Aunque no consiguió evitar la guerra, al menos sí logró salvar Roma de la destrucción, y el Vaticano fue un centro de acogida de los refugiados.
Pequeño en estatura, delgado y ascético de apariencia, su personalidad irradiaba nobleza, servicio, bondad y santidad. Entres sus escritos destacamos las siguientes Encíclicas en las que se demuestra su altísima formación humana, cultural, filosófica y teológica:
*Summi Pontificatus (20.X.1939), sobre la decadencia moral en el seno de la humanidad y la regeneración en Cristo por medio de la Iglesia.
*Divino afflante Spiritu (30.IX.1943) sobre los estudios bíblicos.
*Mysitici corporis Christi (26.VI.1943) sobre la naturaleza de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
*Mediator Dei et hominum (20.XI.1947), sobre la Sagrada Liturgia.
*Humani generis ( 12.VIII.1950), sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica.
*Munificentísimus Deus (1950), sobre la Asunción de la Virgen María.
*Evangelii praecones (2.VI.1951) sobre el modo de promover la obra misional.
*Sacra virginitas (25.III.1954), sobre la sagrada virginidad.
*Haurientis aquas ( 15.V.1956), sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús.
*Fidei donum, (21.IV.1957) sobre las misiones, especialmente en África.
*Miranda prorsus (1957) sobre los medios audiovisuales.

S.S. Pío XII, falleció el 9 de octubre de 1958 en loor de santidad y ante el dolor no solo de la comunidad católica sino de toda la humanidad.
“Pío XII era un hombre de una grandísima fe, rezaba mucho. Ha sido un hombre de gran caridad, se ha entregado no sólo por los judíos sino por todos los perseguidos, ha intentado ayudar a la gente víctima del nazismo y del fascismo, incluso después del fin de la guerra. ¡Cuántos trenes cargados de comida, ropa, zapatos y medicinas han partido para ayudar a las víctimas de la guerra!. En coherencia con las virtudes que practicaba, Pío XII era un hombre en extremo sobrio, comía poquísimo, dormía solo algunas horas, con frecuencia trabajaba hasta las dos de la noche y se levantaba a las seis de la mañana. Era un hombre incansable, basta ver los veinte volúmenes de sus escritos que él elaboraba personalmente. En solidaridad con las míseras condiciones de la población, rehusó beber durante la guerra una sola taza de café, sabiendo que la gente no lo tenía. Hizo lo mismo con la calefacción, de la que se privó incluso en los inviernos más extremos. Durante la guerra renunció a sus vacaciones y no fue a Castengandolfo. Sor Pascualina ha contado que la ropa blanca del Santo Padre estaba toda remendada. El papa Pacelli disponía, al comienzo de su pontificado, de un significativo patrimonio familiar. Lo gastó todo en obras de caridad. A su muerte, su patrimonio no existía. La única riqueza que mantuvo fueron los muebles que le regalaron cuando dejó la Nunciatura en Alemania y sus libros, por lo demás no tenía ni una lira. No dejaba de infundir esperanza, incluso en los peores momentos, e invitaba a tener confianza en la obra del Espíritu Santo. Pío XII era un hombre fuerte y también muy afable[1]


[1] GASPARI, A. Los judíos, Pío XII y la leyenda negra. Barcelona (PLANETA-TESTIMONIO)1998, pp.179-180

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